No habían cicatrizado las heridas del fracasado Golpe de Estado de aquel fatídico 11 de abril del 2002, cuando ya EEUU y sus lacayos de la extinta “Coordinadora Democrática”, sin dar tregua volvían arremeter contra la naciente revolución bolivariana. Como perro que come manteca mete la lengua en tapara, muy pronto la locura los llevaría a buscar nuevos atajos. El 21 de octubre del mismo año del golpe efímero, la extinta Coordinadora Democrática – ahora disfrazada de Movimiento de Unidad Democrática--, convoca a un paro cívico de 24 horas, que luego terminaría siendo indefinido, y para colmo condicionándolo “hasta que Chávez se fuera de Miraflores”. No conformes con semejante estupidez convocando a paro, al siguiente día los oficiales que el TSJ había absuelto del cargo de rebelión militar por considerar que “estaban preñados de buenas intenciones”, deciden éstos rebeldes sin causas tomar por asalto la Plaza Altamira, contando con el apoyo del entonces Alcalde de Chacao, Leopoldo López. Esgrimiendo toda clase de excusas baratas, los oficiales insubordinados quisieron justificar lo injustificable, alegando que su llamado a la “desobediencia legitima” solo era un ejercicio del 350 de la Constitución vigente. Eso si, que quede claro que jamás pudieron convencernos que detrás de las palabras se ocultaba el propósito golpista.
El 6 de diciembre continúan los fascistas haciendo de la vida cotidiana un dantesco calvario que hacía imposible el sosiego de la población. Esta vez, un enfermo mental llamado Joáo de Gouveia se apareció en forma súbita disparando a mansalva, causándoles la muerte a tres inocentes personas que se encontraban en las inmediaciones de la Plaza Altamira. A esta cruenta bestialidad que enlutó a numerosos hogares venezolanos, también se suman los ajusticiamientos por encargo, que de acuerdo con las investigaciones adelantadas por el CIPC y la DIM, determinaron que los oficiales reaccionarios estaban encompinchados con delincuentes de la peor calaña, y que además se dedicaban a actividades del hampa común.
Pero ese fascismo que es terco como una mula sabanera, jamás ha querido entender las bondades de Chávez cuando perdonó a sus secuestradores que planeaban matarlo en la Base Naval de Turiamo; salvándose en la raya del magnicidio porque fue la propia tropa quienes lo impidieron. Y porque actúan de espalda a la realidad, siempre cometen el error de confundir tolerancia con debilidad, lo que hace que los actores de la derecha estén distanciados a cien años luz del clamor popular. Y prisioneros del odio y las frustraciones, el fascismo no tardo en volver a la carga, otra vez con todos los hierros para intentar salir de Chávez. Fue así como los primeros días decembrinos, una noticia mala recorre los caminos, informando que los conspiradores habían paralizado la industria petrolera, la gallina de los huevos de oro en nuestra actividad economica. En esa ocasión la ultraderecha había entrado en combinación con la SAIC, empresa norteamericana que tenia a su cargo el manejo del celebro operativo de la industria petrolera, y que por instrucciones del Imperio destruyeron todo el sistema informático, ocasionando perdidas a la nación por el orden de los veinte mil millones de dólares.
A once años de aquellos infaustos eventos que pusieron en peligro la seguridad y defensa de la nación, cabe preguntarse: ¿Si mejor hubiese sido sancionar a los responsables con todo el peso de la ley, en vez de dejarlos en libertad para que continuaran arremetiendo contra el país? ¿Pensara el fascismo que podrán derrocar a Nicolás Madura, aprovechando de ese hipotético voto castigo que fabricaron con su perversa guerra económica y mediática? O definitivamente el santo remedio será poner orden en casa haciendo cumplir la Constitución y las Leyes de la República.
No caben dudas que a octubre lo empavaron los adecos con el infame golpe contra un presidente ecuánime y permisivo como Isaías Medina Angarita en 1945. Pero también seriamos cómplices silenciosos si intención si nos negáramos ver que los vientos que soplan son huracanado, anunciando que noviembre será un mes difícil para el gobierno, pues es publico y notorio que la oposición insiste en buscar camorra para obligar al Estado a que cumpla con el principio de autoridad, lo que seguramente sabemos será la excusa perfecta para que la SIP, la CIDH y Washington salgan gritando como desaforados que somos Estado forajido; permitiendo a su vez, que los gobiernos cuerda floja tengan el pretexto para marcar distancia.
Por lo pronto, queremos pensar que Nicolás Maduro sabrá sortear las serias dificultades, pudiendo felizmente matricular en el 2014, porque nadie que esté en sano juicio querrá que Venezuela arda como Troya.