Las mercancías que derrumban la revolución

Un camarada antes de partir a China dejó caer una botella con un papel doblado delicadamente sobre el cual escribió un texto corto que interpreto como una preocupación gigante. En ese escrito dejado adrede en la botella plástica que una vez contuvo agua mineral decía: Una cosa son la necesidades y otras los gustos, algo como el hambre y el apetito. En estos momentos, antes de partir me pregunto si las importaciones que hacemos en Venezuela son para satisfacer necesidades o para satisfacer la vanidad, por este camino que vamos, el desagüe de divisas hará sucumbir la revolución, o cuando menos la hará caminar tambaleante como un borrachito en la madrugada, en una calle oscura.
Desde China me ha enviado una nota con soportes de sus elucubraciones. Propone al menos tres estrategias fundamentales para salir de ese incierto y vulnerable camino de las importaciones innecesarias. La agricultura es su primera prioridad, es el satisfactor de una necesidad primaria, imposible de eludir. Invertir en la producción agrícola es evidentemente una tarea para lo cual habrá que hacer apartados suficientes para cerrar la brecha de importaciones en cereales, leguminosas y productos oleaginosos. Satisfacer las 2750 Kcal por persona/día con productos nacionales es un reto posible de mediano plazo. Más aún, la situación difícil y desestimulante de la agricultura colombiana, maltrecha por las incidencias de los tratados de libre comercio y de la guerra política, generan un mercado potencial para excedentes que ahora se cubre con las fugas ilegales de alimentos. Pero además hay otras vecindades como la frontera norte con el Caribe que también demandan alimentos venezolanos, y el norte de Brasil, que ahora es también receptor de parte de las fugas cotidianas de alimentos.

La segunda estrategia está relacionada con la importación de bienes de capital para reforzar o para fundar industrias que satisfacen necesidades importantes de la sociedad, llámese agroindustria, la industria farmacéutica, las industrias intermedia de base tecnológica, la metalmecánica y otras áreas que permitan resolver como prioridad y necesidad fundamental, el tema de la vivienda.

Las dos primeras estrategias permitirán ampliar la base laboral, dando paso a la profundización de las comunas como sustento social del incremento de la producción nacional. Son tan importantes que su descuido puede conducir al derrumbe político de la revolución.

La tercera estrategia, es jerarquizar las importaciones de lo que no producimos, de lo que nos resulta cuesta arriba producir por los momentos, y lo que deberá producirse con alianzas estratégicas Estado-Estado.
De acuerdo a estas apreciaciones, es posible que el Producto interno bruto de nuestro país, pueda dejar la evidencia que aquello que genera la dinámica económica está relacionado a la satisfacción de necesidades humanas, con una baja participación de lo superfluo. O al menos lo superfluo aparecerá enmascarado como nuevas necesidades condicionadas por el modelo de sociedad todavía imperante. Pero, que la agricultura esté como ahora, escondida y refundida con otras actividades conexas, pero que no son parte sustancial de su compromiso como satisfactora de la necesidad de alimentación, sería una negación persistente de un nuevo enfoque económico del gobierno revolucionario.
De manera que la primera intención del alto gobierno (todavía cupular) debe ser producir en el país la mayor parte de los bienes y consolidar los servicios básicos que se relacionan con la vida digna, en armonía con la dinámica de los cambios transformadores de una sociedad consumista a una sociedad viable, sustentable.

Aquel camarada que dejó la botella con un escrito, abandonada en el aeropuerto, le adelanto que puede estar tranquilo, que si las mercancías que ahora forman parte de la guerra económica logran horadar la revolución, podemos concluir que lo que se hizo, no fue lo suficientemente adecuado, que insistimos por el camino equivocado en ser importadores de baratijas; que los 75 millones de pares de zapatos que traemos, entre otras partes de la China, donde se encuentra actualmente, evidencian que esos nichos económicos que los puede ver un ciego, estuvieron invisibles ante los ojos de nuestros burócratas. Tranquilo porque habrá un recomenzar. O puede también estar tranquilo porque Maduro ha puesto el dedo en la llaga, y al menos cuando se abran las hojas del presupuesto de divisas podremos decir si lo que se hará tiene que ver con esas estrategias que hemos compartido.

mmora170@yahoo.com


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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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