Conversaba con dos camaradas, un diputado y una comunicadora social, acerca de los retos que enfrentamos para construir el socialismo del Siglo XXI, para garantizar así que será de nuevo cuño, marxista, si, y hurgando en Marx directamente, “desbaratando encajes” para regresar al hilo, como diría Andrés Eloy Blanco.
Ya hemos tratado bastante el tema, inagotable. Tocamos hoy el asunto de los recursos, siempre necesarios, pero que en el caso venezolano se ha tornado en lo que llamamos un “karma”, pues el esquema rentista, derivado de la “fortuna” de disponer de las mayores reservas y petróleo y gas, se ha convertido también en una poderosa traba.
De hecho, concluimos, y así lo decía el camarada diputado Manuel Briceño, si bien es difícil construir el socialismo en un país asediado por la pobreza y la contra, más aún lo es en uno como el nuestro, con abundancia de recursos y la conspiración.
Ese exceso de recursos ha ayudado a cimentar la mentalidad rentista en nuestra cultura. No somos productivos. Y el socialismo, o es productivo, o no es. Mucha atención hay que prestar a las críticas de conocedores como Víctor Álvarez, Alí Rodríguez, Javier Biardieu, por nombrar a unos pocos, quienes desde dentro de las trincheras de la revolución, tocan este tema.
Durante el gobierno de CAP, triste recordarlo, se manejó una consiga acertada: “administrar la abundancia con criterio de escasez”, lo cual en la práctica corrupta se convirtió en administrarlos con escasez de criterio.
Es prioritario fomentar la responsabilidad en nuestro Pueblo, el Estado se ha esforzado en garantizar la democratización de los recursos para que la inclusión sea sustantiva, para que todos tengamos las mismas oportunidades de progresar si trabajamos, si ponemos de nuestro esfuerzo cada quien. “A cada quien según sus necesidades”. Pero es necesario pasar a la segunda frase del slogan del socialismo: “de cada quien según su trabajo”. Pareciera que quisimos pasar directo al comunismo: “a cada quien según su necesidad”, concluí yo, jocosamente.