El fuego eterno de Hugo

El político sabio aprende de las derrotas, el menos inteligente se engolosina con logros inopinados y transitorios, el primero impele a retirarse en el momento más oportuno, el segundo, asume la realidad de un instante como eterna. Mi comandante Chávez desconoció las derrotas y cuando el PSUV sufrió algún descalabro, tal revés sirvió para transformarlo en triunfo. Tampoco se apoltronó para disfrutar de las mieles de gloria, tales laureles sirvieron para ponerlo a la orden de un pueblo excluido necesitado de esas victorias para continuar la lucha.    
 
El señorito Capriles (dado que es solterón) parece que no aprendió, quizás por no ser un político de profesión, mucho menos de intuición y de muy poca raigambre en la lucha social, por eso sus reiteradas metidas de pata. Un político no se forma solo frente a las cámaras de televisión al lado de periodistas tarifados, tampoco en los salones de gala y refinados ágapes de la oligarquía, mucho menos logra su aprendizaje sobre las penurias de un pueblo haciendo loby ante el Departamento de Estado y jamás, poniendo en práctica las exhortaciones de la cáfila de gusanos mayameros. El político se forma en el fragor de la lucha estudiantil, en el estrépito de las conquista de la clase obrera, en la pelea por la reivindicaciones de una clase social, por lo general de los excluidos, en la solidaridad con las reclamaciones de las comunidades con derecho a una vida digna, en el respaldo de solicitudes que con derecho reclamen  los señores de la tercera edad. Con esta tela están fabricados los calzones de un político que pretenda representar a un grupo de personas, nunca con las veleidades de una clase social olorosa a colonia, a coco chanel y que en la vida se ocupó por los problemas de su pueblo.  
 
El señorito Capriles y la mesnada de oligarcas creyeron a ciencia  cierta que los avances, nada despreciables, que obtuvo ante la victoria de MM se podían contabilizar en el futuro no lejano y tenían la seguridad que tal estadística se mantendría por una eternidad. A pesar de que existen cantidades de libros que nos refieren sobre la vulnerabilidad de los acontecimientos políticos (debió leerse las biografías de Bolívar,  Maquiavelo, Fouché, Richelieu, entre otros) los dirigentes amarillos no previeron la astucia de MM, muy bien aprendida de mi comandante Chávez. Siete meses de gobierno del hijo de Hugo fueron suficientes para demostrar a los venezolanos que el legado del Árbol de la Tres Raíces se mantenía intacto y que la lucha contra la oligarquía parásita era parte de su gobierno socialista.
 
Por lo general en la escritura de mis novelas, ensayos, cuentos y artículos  recurro los fastos de la historia, la poca que me queda en los residuos de mi intelecto y las que puedo escardar en los resquicios de mi cerebro. Doctrinas hay muchas y se mantienen, una porque son útiles para una mayoría excluida, otras porque son el soporte espiritual de los pueblos y otras porque solo sirven para llenar las faltriqueras de una cuerda de vagabundos. Voy a nombrar alguna de estas y dejo a cada lector la posibilidad de ubicarla en alguno de los renglones citados: cristianismo, calvinismo, budismo, capitalismo, comunismo, marxismo, maoísmo, castrismo, socialismo, nihilismo, naturalismo, nazismo, sionismo, judaísmo, islamismo, fascismo, brahmanismo, politeísmo, taoísmo, hinduismo, sintoísmo…entre tantas de los “ismos” entre los cuales se ha debatido y se debate la humanidad, buscando cada individuo, en una o más de estas, una mejor vida, tanto celestial como terrenal.
 
En el párrafo anterior intenté ubicar el caprilismo, pero no supe si era una moda, o una forma de salir para agraviar a los ciudadanos, o una sociedad, con fines de lucro, o de políticos jóvenes que se asocian para delinquir, o una banda de empresarios que se mancomunan para especular y dar empleos,  o una casta de políticos mal entretenidos que pretenden hacer de la política una manera de dilapidar las arcas del estado, o una sociedad de viajeros cuya gestión gubernamental la hacen entre Miami, Bogotá y Madrid, o una estirpe de diletantes gastronómicos que se reúnen en New York para conversar sobre las propuestas de los restaurantes más famosos, o una asociación de políticos financiado por el Departamento de Estado para acabar con la Revolución Bolivariana Socialista, o un grupo de mafiosos venezolanos-cubanos que intentan derrocar el gobierno de MM, o una pandilla de lameculos que declararon la irrevocable sumisión a sus amos del norte. Lamentablemente no encontré en el caprilismo nada que pudiera contener algo de intelectual, ni de religioso, mucho menos de filosófico. Nada relativo a un contenido o proyecto social, de científico cero y de economía, lo que tomó del programa neoliberal de la MUD, en un supuesto negado de ganar una elección presidencial.
 
Aquí encontré la falla de las continuas derrotas de la MUD. El signado, el señorito Capriles, para  dirigir la gesta electoral, no tiene nada que ofrecer a un pueblo necesitado de programas para enfrentar y resolver los graves problemas de la patria. El caprilismo es la nadería desde el punto de vista político, económico y social. Por eso sus cuatro derrotas consuetudinarias sin intención de rectificación en el acontecer político. 
 
Contrariamente investigué el chavismo como un proyecto político y me encontré un plan basado el Árbol de la tres Raíces, donde el pensamiento de Simón Rodríguez, Ezequiel Zamora y Simón Bolívar guían la acción del acontecer socialista y revolucionario del Plan de la Patria.  No solo se basa en un documento teórico, aunado a esto están las palmarias acciones materiales e intelectuales que caracterizan y acentúan la gestión del gobierno socialista: creación de instituciones de nivel universitario, escuelas,  liceos, satélites de comunicación, formación de profesionales en universidades extranjeras, entre otros, que con el tiempo marcarán el futuro desarrollo y progreso de la patria. A lo de la anterior, debo agregar las innumerables conquistas sociales que en otros artículos he enumerado con profusión. Eso es lo que hace a diferencia del caprilismo y el chavismo, que sinceramente hasta me da vergüenza cotejarlos.
 
La derecha nacional e internacional pretendieron hacerle creer al mundo que el chavismo se derrumbaría con la desaparición física de mi comandante Chávez. Craso error. El chavismo es sueño, verdad, sentimiento, revolución con rostro humano, feminismo, amor, honor, integración, negritud, anti-imperialismo, anticapitalismo, antifascismo, democracia participativa, rectitud, honradez, civilismo, bondad, comuna, decencia, ecología, obrerismo, pacifismo y sobre todo, el chavismo es pueblo.  El chavismo es un fuego patrio eterno, una llama ardiente que alumbra, alumbrará y guiará a los desposeídos de América y por eso la soflama nunca se apagará. Y menos aún, mientras su hijo MM y los que lo seguirán en el gobierno mantengan a los pútridos oligarcas lejos de las arcas del estado y del poder, mientras combata con energía la especulación y acaparamiento, mientras los venezolanos sepan salvaguardar su país con devoción, porque Venezuela es la única patria heredada de nuestros libertadores defendida con sangre, sudor, lágrimas, bolas y ovarios. 



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Enoc Sánchez


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