Es fácil entender que Nicolás Maduro, no es responsable que Venezuela hoy esté montada sobre un barril de pólvora. Fue a partir de 1999, cuando una oligarquía mediocre y miope, se dejo engrillar la cabeza viendo a Chávez y Fidel Castro abrazándose con tanta frecuencia. ¿Por qué esa burguesía castrada de imaginación y olfato político, no se ruborizó cuando un asesino y ladrón como Carlos Andrés Pérez, coqueteaba hipócritamente con el gobierno cubano y con esa facción de la izquierda que ahora es aliada del fascismo? ¿Verdad que todo esto parece estúpido? ¿O sencillamente será que ahora lo bueno para el pavo, no lo es para la Pava?
Solo quienes están sesgados por el odio y los complejos de clase, tienen la infeliz ocurrencia de negarle al Presidente Maduro las mejores intenciones del mundo. Pero lamentablemente, un solo palo no hace montaña, y aunque cueste creerlo y sea una verdad amarga, debemos aceptar que dentro del chavismo, también hay infiltrados truhanes, y casi que competimos con los adversarios que en la calle no comulga con la revolución.
Para nadie es secreto que la derecha reaccionaria, no ha escatimado tiempo ni recursos, para regar de conchas de mango el camino del proceso bolivariano. De modo, pues, que si en verdad nos preocupa y duele que la siembra de Chávez esté seriamente amenazada por las siete plagas de Egipto, entonces qué esperamos para reaccionar con pertinente contundencia. ¿O es que acaso la voraz especulación y la carestía dirigida a exacerbar ánimos en la población, no son el más claro pitazo de alerta?
De modo que la orden del día, es abrir bien los ojos, porque si no le entramos al problema con valentía y sin caernos a coba, no deberá extrañarnos que por andar de majaderos: nos sorprendan con otro caracazo.
