Fue César Zumeta, uno de los más acucioso y agudo analista de los métodos empleados por Joaquín Crespo durante su segunda presidencia. Integrante de la generación positivista, es expulsado del país por oponerse a los gobiernos de Antonio Guzmán Blanco y de Joaquín Crespo. Zumeta formó parte de los apologistas del gomecismo, y al igual que Laureano Vallenilla Lanz y otros intelectuales de la época, prestaron su celebro a un hombre rural que gobernando resultó más astuto que su antiguo jefe Cipriano Castro. Dice Zumeta, que cuando algo salía mal a la gestión del gobierno y era rechazado por el pueblo, Crespo sin pestañar dos veces, enseguida les echaba la culpa a sus ministros. A esta practica del Taita de la Guerra, Zumeta la bautizó con el nombre de “Cesarismo Plebiscitario”. Y traemos a colación este remoto episodio del siglo XIX, pues se ha hecho publico y notorio que los sobrevivientes del puntofijismo anden desesperadamente a la caza de un chivo expiatorio, a quien achacarle el estruendoso fracaso de aquella maloliente partidocracia, que no conforme con arruinarnos hasta nuestra forma de pensar, también nos dejo un país hipotecado con una enorme deuda publica y privada y sin que hasta ahora se le conozca parangón en los anales de nuestra historia.
Los venezolanos que no hemos perdido la memoria, la racionalidad ni el sentido constructivo de una critica necesaria y pertinente, lógicamente debemos preguntarnos qué hacer con todo este zaperoco montado por la MUD, quienes llevan ya quince años empeñados en confundirnos con sus medias verdades; y a su vez, queriendo mostrar un país virtual, plagado de calamidades fabricadas en laboratorios mediáticos. Por algo se han hecho merecedores del flamante titulo de fascistas del trópico, pues repetir mil veces una mentira, hasta que parezca una verdad, fue lo usual en Paul Joseph Goebbels, nombrado por Hitler jefe de propaganda del NSDAP en 1930 y cuando el führer asumió el gobierno en 1933, ascendido a ministro de propaganda.
Sin caer en pasiones ni añoranzas acantonadas, es justo reconocer que este drama que todavía atormenta y fastidia nuestra paciencia, no debemos atribuírselo al Comandante, y mucho menos a Maduro quien apenas lleva un pelín de tiempo como mandatario. Por el contrario, gracias a la oportuna gestión de Chávez y ahora de Maduro, fue que Venezuela comenzó a dar señales de vida, porque de haber continuado el bipartidismo en el poder, hoy Venezuela seria un deplorable campo petrolero, saqueado y arruinado por unas trasnacionales que supieron cual era el talón de Aquiles de los politiqueros demagogos, quienes con su traición reforzaron nuestra dependencia económica, llegando a extremos que son inaceptables por naciones que no han perdido su dignidad ni el orgullo de ser libres.
De manera que son injustas y desconsideradas todas estas criticas que vienen haciendo, propios y extraños, contra los ministros de economía y finanza, pues ninguno de ellos nació con poderes divinos para curar en quince años, a un paciente llamado Venezuela, y al que adecos y copeyanos estuvieron a punto de matar con sus errática políticas, cuyas principales características fueron la corrupción galopante y la traición a los intereses patrios.
Una última recomendación a esos sabihondos y sesudos chavista que critican sin fundamento alguno: En boca cerrada no entran mosca, ahorrándose así hacerle el juego a la canalla que está chinguita por desmontar las conquistas sociales de la revolución bolivariana.