A pesar de las dificultades operativas y deficiencia de recursos, todo iba bien en las acometidas que Samán propiciara desde la difunta INDEPABIS.
Puede decirse que se convirtió esa institución, en un despojo de la revolución con incontables dolientes que en su esencia no aprueban tal acaecimiento. Y si no, véanse en el país los infinitos gritos de protesta revolucionaria por tal circunstancia. Porque Samán, hizo un profundo esfuerzo para defender los derechos de los venezolanos en la adquisición justa de los bienes y servicios. Y el resultado fue exitoso a pesar de las limitaciones. Pero, y parece una ventisca de tribulación que a la revolución en alguna mala hora le mana, le dio por finiquitar a indepabis probablemente sin evaluar sus conquistas y menos sus consecuencias inmediatas.
Una apresurada ley de Costos y Precios se exhibe como desordenado epitafio. Una ley repleta de vacíos y lagunas que muy probablemente la hagan inaplicable. Una ley que no muestra vestigios de estimulación a su acato. Por eso en la etapa de transitoriedad se vislumbra desconcierto.
Es probable que ni siquiera al propio Samán se le haya consultado sobre el contenido y la aplicabilidad de esa ley. Y en todo caso, nadie más que Samán pudo haber sido la pieza clave para darle prosecución a los planes que en ese tema ya se venían desarrollando. Pero ya es claro que una porción de la revolución no quiere nada con Samán. Su acometividad le molesta. Su ideal le perturba. Su sencillez le aburre. Vaya que contrariedad. Y por eso está ocurriendo una avalancha de incrementos de precios que al parecer nadie puede frenar.
Un kilo de queso blanco, de ese que desmigaja el pueblo para rendir su dieta, ha pasado en un mes de cien a ciento cuarenta bolos. Ya el espanto de indepabis no espanta. El dinamismo de un emprendedor equipo que Samán venia conformando quedó impávido, inerme, desconcertado. No se sabe qué podría ocurrir en el futuro de cientos de esos trabajadores. La incertidumbre acosa. El desgano invade los ánimos.
Menos mal que de la rectificación que Chávez impulsara aún quedan importantes aprestos. Y en el tema de los costos y precios es necesario impulsar esa rectificación para retomar el camino que Chávez iniciara.
Una señora llorosa decía en una cola de un supermercado que sentía que su chavismo se fue con Chávez. Porque uno recuerda con nostalgia que Chávez contuvo incólume y con fuerza el precio de la dieta básica por varios años para beneficio de su pueblo. Pero son sólo recuerdos. Y si después del estrangulamiento de indepabis y la echada de Samán, no se produce rápido una alternativa válida que en justicia controle toda esta situación, cuando la revolución tenga que recurrir a un Samán cualquiera, a lo mejor sería tarde y la revolución, mal que le pese, tendría entonces que lamentarse.