La historia política de Venezuela conoce cuatro acontecimientos importantes, el primero en 1776 cuando se reconoce la juricidad territorial del futuro país, el segundo que implicó la ruptura con la corona española es también conocido como el periodo independentista, quizás el más cruento, ya que duró de 1810 a 1823; el tercero ocurrido en 1859, asomó la posibilidad de conquistar el poder con los pobres y la respuesta de la burguesía fue asolar durante cinco largos años el territorio nacional, el cuarto lo constituye el advenimiento del chavismo como opción posible frente al capitalismo. Es importante señalar que esta opción ha sido legitimada mediante el voto en estos últimos catorce años.
El primero acontecimiento pasó inadvertido por su naturaleza jurídica, el segundo resquebrajó los cimientos del poder monárquico.
Comenzó como un escarceo de blancos criollos contra peninsulares y la carga se enderezó cuando los mantuanos cobraron conciencia de que sin una alianza sólida con los pata en el suelo no llegaban a ninguna parte; el tercero tuvo lugar a finales de la quinta década del siglo XIX bajo el grito sonoro de Federación y fue reprimido por los poderosos casi al nacer. El cuarto acontecimiento lo estamos viviendo en primera persona en estos albores del milenio con una experiencia social que va por su décimo cuarto año desafiando a los Goliat. Estamos en los actuales momentos siendo blanco de una arremetida de parte de la alianza foránea imperial, de la vecindad de los Paracos y uribistas y del acoso de la derecha criolla, desesperada, porque mediante la vía electoral le resulta cuesta arriba llegar al poder y oyendo malos consejos hace una suerte de batido de oscuras experiencias anteriores para intentar derrocar el gobierno de Maduro y de paso aplastar el movimiento revolucionario, Esta vez vienen con todo su arsenal mediático, de inmensos recursos financieros, con respaldo de servicios de inteligencia de poderosas naciones y mercenarios bien pagados para hacer el trabajo sucio con el propósito de probar la solidez y unidad del movimiento revolucionario y por supuesto el temple del Pueblo de Venezuela.
Al igual que en 2002 pretender someter al venezolano a las penurias más indecibles con tal de satisfacer sus ambiciones. Con gran frustración la derecha se dio cuenta que no pueden derrotar al chavismo por la vía electoral, democrática, y se empeñan entonces en moverse por terrenos peligrosos que todos sabemos cómo empiezan pero nadie sabe cómo terminan. Ahí mismo a lo largo de nuestra frontera occidental está el ejemplo de Colombia aún sumergida en una guerra no declarada que empezó en 1948 con el asesinato de un hombre progresista como lo fue Gaitán a manos de la godarria más oscura que pervive en Bogotá. Son los mismos que en 1830 asesinaron al Presidente de Colombia la Grande, el Mariscal Sucre, y sometieron al escarnio al Padre Bolívar.
A los revolucionarios de esta Patria nos queda una sola opción, movilizar al Pueblo, a su vanguardia y a sus hijos en uniforme, para defender el legado del Comandante Infinito. No podemos bajar la guardia, necesitamos entrar a la ofensiva, para desmontar este golpe. Vamos a derrotar el fascismo para poder construir la Patria Grande!
Derrotemos el apocalipsis social que quiere imponer la derecha. Venceremos ¡