En los últimos días se ha puesto de manifiesto una significativa campaña de íconos de la farándula a quienes se atribuye la condición de “internacionales”.
Nombres como el de Rihanna, Madonna, Ricky Martin, Marc Anthony, Arjona, Alejandro Sanz y algunos locales como Crisol Carabal, Ana Karina Manco y otros, se han sumado a la campaña que ha orquestado el gobierno de Estados Unidos contra Venezuela.
Luce lógico que estas voces de la farándula enfrenten al gobierno venezolano precisamente porque estos llamados “artistas” representan con fidelidad y son notables íconos de la decadente cultura capitalista que tanto ha depauperado los valores del buen vivir.
Cabría preguntarse cuál es la motivación real que determina las declaraciones de gente como Madonna, que seguramente no tiene la menor idea de la ubicación de Venezuela y mucho menos de sus perfiles socio culturales.
El proceso bolivariano que se construye en Venezuela constituye el surgimiento y desarrollo de un paradigma pleno de especificidades y articulado por ejes y matrices fundamentados en la equidad, la justicia, la solidaridad, la paz, el amor, la inclusión y la construcción de gestiones de gobierno determinadas por una democracia profunda en la que el pueblo decide realmente quien gobierna.
Nada más alejado de los antivalores de la sociedad capitalista que la apuesta por el pueblo y la justicia que se hace posible en el desarrollo de la revolución bolivariana, lo que explica, por supuesto, que desde su propia génesis el imperio estadounidense haya tratado de destruirla.
La arremetida contra Venezuela que hoy articula el imperialismo, incorpora a sus actores predilectos: por un lado resucitan presidentes títeres como los de Panamá, Colombia, Perú y el saliente de Chile, que luego de recibir instrucciones de EEUU dan inicio a peticiones intervencionistas contra nuestro país para configurar la plataforma de agresión militar extranjera contra el pueblo venezolano.
También se profundiza el financiamiento a sectores antinacionales de la oposición en función de que profundicen acciones de traición a la patria y se lancen a las calles para el asesinato de venezolanos en un intento de generalización de violencia que justifique la intervención militar de los enemigos de Venezuela.
Todo esto necesita una notable difusión y es allí donde las corporaciones mercantiles dedicadas a la comunicación de masas han jugado un papel estelar en la tarea de internacionalizar la mentira. Los mercenarios de la comunicación son en la sociedad de hoy el ariete de la burguesía y de la oligarquía internacional.
La presencia vergonzosa de miembros de la farándula sumándose a la campaña contra Venezuela es lo único novedoso en la aplicación del libreto intervencionista que siempre es tan mecánico y repetitivo que ya se ha popularizado el guion de cómo EE: UU y sus lacayos trabajan para derrocar gobiernos.
Es lógico que la gente de farándula que tanto ha vulnerado la dignidad y la condición transformadora del arte, haga armas contra la revolución bolivariana. Es natural que aquellos que funcionan como agentes de venta y comercialización del capitalismo no sientan ninguna afinidad con una revolución que propicia y propugna los valores de la tradición de los pueblos y que se empeña en la salvación del planeta y en el desarrollo de una sociedad mundial de paz y libertad.
La anécdota central del centimetraje que se publica en el mundo alrededor del desempeño de esa llamada farándula internacional alude a su militancia extrema en la banalidad, la superficialidad y el vicio, del que Madonna y Rihanna son figuras paradigmáticas y quienes además, constituyen frentes de difusión del capitalismo que también los ha convertido en mercancía, como a los perfumes, la ropa y los automóviles que promocionan.
Es lógico entonces suponer que este tipo de gente no comulgue con una revolución que hace de la cultura y del arte un fundamento para la transformación de una sociedad capitalista en una sociedad socialista, igualitaria, democrática e incluyente.
Es lógico deducir la razón por la cual estos “artistas”, se prestan con tanto gusto para mentir y presentar a un gobierno democrático y respetuoso de los derechos ciudadanos, como si fuese una dictadura.
Es natural que estos “artistas” pidan paz, mientras apoyan e intentan convertir en héroes a los asesinos opositores que decapitan motorizados y disparan, golpean e insultan a todo aquel que tenga la desgracia de atravesárseles en el camino.