Al cumplirse el primer año de tu cambio de escenario, quiero contarle al mundo el ser maravilloso que fuiste y el ejemplo que nos diste a todos los seres humanos.
Cuando un revolucionario sienta que debe ser conservador o demasiado prudente, tema emprender cambios profundos, padezca el síndrome de "no podemos", sea mordido por el gusanillo del miedo, o dude ante el coqueteo de la burguesía; debe inspirarse en ti porque Venezuela hoy es libre por tus batallas heroicas.
Sin valentía, no habrías salido de Sabaneta para hacer realidad los sueños de tu niñez porque Caracas suponía más riesgos; ni entrado a la Academia Militar ni organizado un grupo de oficiales bolivarianos para restituir la soberanía porque los gobiernos represivos del Puntofijismo podían encarcelarte o desaparecerte.
No te habrías jugado la vida en las épicas rebeliones de 1992, que conquistaron los corazones de millones de venezolanos esperanzados en salir del neoliberalismo y la corrupción, porque era difícil un triunfo militar en Miraflores y morir fusilado era probable.
Tampoco habrías organizado el primer partido revolucionario triunfante en nuestra historia ni luchado por la Presidencia de Venezuela porque parecía un disparate desafiar a la derecha que ya había aplastado a todos los candidatos del antisistema en elecciones. Además, según la vieja izquierda domesticada, lucía conveniente postergar tu revolución y “acumular fuerzas” haciéndote diputado al Congreso.
Otro, ante el golpe y el sabotaje petrolero de 2002, se habría entregado a la burguesía y al imperialismo pues anteriores presidentes que se alzaron contra esos poderes fueron derrocados.
Si tú no hubieras sido Chávez, no habrías impulsado la nueva Constitución, ni rescatado Pdvsa ni la FANB, ni creado misiones, ni Socialismo del siglo XXI ni Poder Popular, ni unidad latinoamericana.