El pueblo llano ha sido el combustible de la revolución, y ha tenido un gran olfato estratégico.
Muchas veces oigo críticas al comportamiento del pueblo, por ejemplo, el caso de los motorizados, críticas que muchas veces comparto, sobre lo indisciplinados que son, cómo se convierten en un poder que pasa por encima de las leyes y abusa del resto, peatones y conductores de otro tipo de vehículos.
Es verdad. Pero eso es una mera expresión de nuestra cultura, nuestra idiosincrasia, o para ser más preciso, es un indicador del sistema biopsicosocial en que vivimos. La motocicleta es sólo el elemento material o tecnológico que los convierte en grupo social. Los conductores de otro tipo de vehículos también expresan ese bochinche, pero no tienen la suerte de disponer de una moto, que es más propicia para ello, es más versátil, puede meterse por todos lados. Los peatones, aunque llevan las de perder, también hacen de las suyas.
Pónganme una moto (en Venezuela), y seguro que cambio de comportamiento.
Posiblemente con cualquier otro medio material o tecnológico se podrádemostrar que lo utilizamos en forma también muy particular, a la venezolana. Uso el caso del tránsito automotor como ejemplo para argumentar, lo que puede luego generalizarse.
Así somos, no quiero justificar este comportamiento, sólo quiero que lo entendamos.
Nuestra sociedad, y el socialismo que pretendemos construir (y cualquier otra sociedad alternativa que alguien quiera construir en Venezuela, de izquierda o de derecha) estará montado sobre el sistema biopsicosocial existente. De él partimos, y se trata de crear los mecanismos de transformación para ir de aquí hacia allá, trascendiéndolo.
Mi profesor de matemática en la universidad, un italiano, siempre me decía que a él le encanta la espontaneidad (y hasta el bochinche) del venezolano en contraste con lo oxidado del europeo, que de aquí podrá surgir una sociedad mucho más desarrollada (en todo sentido). Eso me recuerda lo que Bolívar dijo en Monte Sacro: La civilización que ha soplado del Oriente, ha mostrado aquí (en Europa) todas sus fases, han hecho ver todos sus elementos; mas en cuanto a resolver el gran problema del hombre en libertad, parece que el asunto ha sido desconocido y que el despejo de esa misteriosa incógnita no ha de verificarse sino en el Nuevo Mundo.
No trato de idealizar el comportamiento de nuestro pueblo. Tampoco escribo con actitud sarcástica. Solo digo que debemos partir de lo que tenemos, valorándolo. Así como podemos criticar el comportamiento de los motorizados, también debemos destacar con orgullo y respeto su papel fundamental, y hasta heroico, en la defensa del proceso revolucionario. Esos mismos motorizados que hacen rabiar a un conductor de vehículo de cuatro ruedas y a los peatones, han arriesgado hasta la vida en las situaciones más difíciles que ha atravesado la revolución venezolana. Y son parte del pueblo humilde que demuestra a diario los actos más hermosos de solidaridad (eso es el socialismo).
Si adoptásemos sólo la crítica, buscando lo perfecto, caeríamos en el mismo error que comete una y otra vez la oposición, de pensar que la realidad es lo que tienen en su cabeza, que el mundo fantasioso que se han construido en su imaginación es la realidad, y en base a ese sueño planifican sus acciones, y fracasan, fracasan y seguirán fracasando.
Y por todo lo contrario, Chávez tuvo éxito.
Por eso la crítica irreflexiva que se le hace al proceso revolucionario, desde la oposición, pero también desde adentro, opera bajo este mismo mecanismo ilusorio, de olvidar la realidad, o suplantarla por el mundo perfecto que tienen en el plano de los deseos. No es que no sean ciertas muchas de esas críticas, pero se trata también de valorarlas sobre el sustrato de nuestra realidad, de comprender lo que está pasando, y entonces combatir los errores, no por la vía del castigo de aquellos que se consideran perfectos sobre los considerados por ellos imperfectos, sino del crecimiento personal y social para ir superando, paulatinamente, el sistema biopsicosocial que nos ha encadenado. Toda nueva sociedad se monta sobre la anterior, trascendiéndola, pero sobre la anterior, no sobre el aire.
Queramos o no, los motorizados (y los cito como un ejemplo para concretar miargumento) son parte de nuestra sociedad, y por tanto parte activa del proceso revolucionario. El socialismo en el Siglo XXI lo haremos con ellos, o no lo haremos.