No aceptar que la crisis de nuestras instituciones tiene un carácter cíclico-estructural, es como las ilusiones de un tonto creyendo que con solo cambiar el sofá, cesa la causa de la infidelidad. Aunque moleste a quienes estrepitosamente saltaron en garrocha de la cuarta a la quinta republica para seguir saboreando las mieles del poder, les advertimos que tienen sus días contados porque está en proceso una revolución dentro de la revolución, o sea, una evolución en la situación. Parangonando la historia, los últimos acontecimientos en pleno desarrollo y que están alterando la paz nacional, son pitazo de alerta que anuncian con claridad meridiana la gestación de algo parecido a lo ocurrido en diciembre de 1908, solo que esta vez, las circunstancias y los actores son diferentes.
Hoy, Venezuela siente fuertes dolores de parto, y no admitirlo seria como incurrir en el pecado de los positivistas, cuando niegan la existencia de leyes dialécticas que mueven la locomotora de la historia. De manera que así escandalice a propios y extraños, la única gran verdad, es que el país está a punto de dar a luz una nueva criatura republicana; y que bajo ningún respecto debe interpretarse como involución, pues el proceso chavista llegó al punto del no retorno.
Estos nuevos retos que lógicamente corresponde a la realidad cambiante, en ningún modo podrían considerarse como “el cierre del ciclo histórico iniciado en 1998”. Solo a un fracasado, frustrado y saltador de talanquera como Pompeyo Márquez, se le puede ocurrir presagiar el derrumbe del poder del pueblo organizado. Como es sabido, ese renegado de la izquierda siempre ha sido pájaro de mal agüero, por lo que no debe extrañarnos que salga con su ridícula apreciación de que los naturales obstáculos de una sociedad en acelerada transición, se resuelven “sustituyendo el gobierno de Maduro”. Por suelte, deseos no empreñan, y gracias al nuevo Estado el pueblo adquirió conciencia para inmunizarse contra el retorno de los brujos puntofijistas, esa pandilla de asaltantes que en cuarenta años no dejaron hueso sano en ninguno de los órganos del poder publico.
Y para que se bajen de esa nube y no sigan haciéndose planes imaginarios creyendo que podrán retroceder la historia, el ecosonograma precisa que la criatura no tiene ningún parecido con la maloliente partidocracia de AD, COPEI y sus derivados. Alabado sea el señor.