Inteligencia versus estupidez

En artículos anteriores me he referido a mi libro Antología de la estupidez en formato electrónico (e-book) en el cual muestro el empeño del hombre en destruir nuestro planeta Tierra, la gran casa prestada que costó más de 4.500 millones de  años en conformarse. La reiterada estupidez de los humanos es la responsable de tal cataclismo. Como consecuencia de los insólitos hechos que estamos viviendo en Venezuela, producto de la indigencia mental de algunos grupos opositores, estoy tentado a ampliar el libro, con la certidumbre que duplicaré el número de páginas (400 pag.), secuela de las innumerables invencibilidades cometidas por los guarimberos y por quienes los apoyan. Antes de entrar al concepto generador (emulando a los Robertos en su programa Como ustedes pueden ver) me obligo hacer ciertos comentarios previos.

Desde que aparecieron grupos humanos congregados en sociedad sus conductas estuvieron determinadas por las recomendaciones y orientaciones de los dioses o profetas, de los héroes y de los genios. Entre los primeros me permito nombrar a Hércules, Baco, Orfeo, Osiris, Krishna, Zaratustra, Buda, Jesús, entre tantos. En realidad, concibo que todos ellos encarnan un único personaje revestido con túnicas diferentes.

 Imposible negar que el mundo se fue desenvolviendo (ojo, no afirmo progresando) sobre la base de continuas equivocaciones. Porque hasta los dioses y sus hijos (los profetas)  se equivocaron al crear una ser tan imperfecto como los seres humanos y en el peor de los casos, condenaron a su hijo al holocausto, sacrificándolo por una humanidad iletrada que nunca entendió los mensajes de los evangelios  y mucho menos, sus doctrinas. De los héroes, aquellos que luchaban para que un pueblo ampliara o defendiera sus fronteras, quizás para algunos, los vencedores eran unos titanes, pero para los perdedores, aquellos no fueron más que unos asesinos: es el caso de Alejandro, Darío, Julio César, Napoleón, Bush, Netanyahu, entre tantos eventuales triunfadores. Lo mismo puedo decir de ciertos genios, me refiero a los que nunca debieron revelar deletéreos conocimientos, evitando así que tales discernimientos fueran utilizados en la destrucción de una parte de la humanidad. Quizás por esto en la antigüedad existieron las sociedades herméticas.

Con lo anterior quiero demostrar que si aquellos seres que dominaban los arcanos de la vida, los enigmas de la bizarría y los misterios de la ciencia se equivocaron, que podemos pensar de lo que pueden hacer los individuos que se desenvuelven entre los espasmos de la estupidez.

Lo peor de los estúpidos es imaginar que todos los seres humanos se comportan como ellos, a pesar de que cuentan con todo un sistema de tecnología para obligar a las personas a pensar en futilidades. Cavilo que los estúpidos son como los locos: no se dan cuenta de su estupidez. Esto me viene al sitio donde almaceno remembranzas al percatarme de las actuaciones de Obama, sus secuaces de la OTAN y el grupo de reducidos lameculos de la OEA. Durante toda la vida los conspicuos demócratas gritaban a viva voz que la forma de dirimir cualquier conflicto  era mediante el voto popular, este era el fundamento de la democracia. Con el advenimiento de los gobiernos democráticos suramericanos no comprometidos con el imperio yanqui (Nicaragua, Salvador, Venezuela, Brasil, Bolivia, Ecuador y Argentina) descubrieron que el sufragio no es suficiente para calificar a un gobierno como democrático. Así mismo, me obligo a denunciar lo que está ocurriendo en Ucrania. Para el desmantelamiento de Yugoslavia y lo más reciente en Sudán, la ONU recurrió al referéndum para, mediante una acción separatista, crear gobiernitos vasallos a las grandes empresas transnacionales financieras y energéticas. Pero en la actualidad divulgan en la prensa comprometida que el referendo de Ucrania viola los tratados internacionales. Sus embajadores en la ONU llegan al colmo de gritar, cómodamente repantigados en sus sofás, que las armas no es la mejor vía para dilucidar un conflicto. Parecen olvidar, los sagaces plenipotenciarios, los infaustos y luctuosos sucesos de Irak, Afganistán, Libia, Siria, Palestina, entre los más recientes y los otros, que mi memoria prefiere no recordar. Ciertamente, cada quien es libre de ser estúpido, pero no piensen que los demás están obligado a serlo.

En lo que respecta a lo que está sucediendo en Venezuela, en mi concepto, la estupidez humana rebasa la raya roja de la escala con la cual se miden dichas  cotas. Ciertamente, creo y estoy convencido que las experiencias tienen significado cuando se aprende algo de estas, en caso contrario, no son más que  acontecimientos insustanciales. Los científicos saben mucho al respecto; a punta de ensayo y error, de repetidas comprobaciones, infinitas demostraciones y reflexiones acreditadas  los doctos en la materia llegan al conocimiento en sí del objeto, al descubrimiento de una ley o al invento de un artilugio. Los opositores venezolanos han pasado por múltiples derrotas: casi dos docenas de pérdidas de elecciones. Así mismo, por reiterados fracasos en intentonas de golpes de estados en sus diferentes modalidades (golpe militar, guarimba, guerra financiera, guerra económica, huelga petrolea, guerra mediática, entre otras) y sin embargo, los intransigentes se la pasan repitiendo e insistiendo en los mismos reveses.

Actualmente los líderes de la Mud se encuentran entrampados y no saben cómo salir de la guarimba escatológica que ellos mismos crearon, transmutada luego en pesadilla, tanto para ellos como para la clase media donde la oposición obtiene más votos. Hoy claman sus dirigentes por un diálogo. Imagino un diálogo entre Platón y Nerón, entre Confucio y Atila, entre Sócrates y Herodes, entre Heidegger y Hitler, entre Boves y Andrés Bello, entre Morales y Simón Rodríguezciertamente no puede existir un coloquio entre dos que no tienen un vértice común, es decir, donde no existe un tema de encuentro. No hay elementos de coincidencia entre la señora María Machado, Leopoldo López, Henrique Capriles y el pueblo de los antiguos excluidos, dado que, ni siquiera los tres primeros están arropados bajo la manta de la patria venezolana.  No puede existir diálogo con individuos que pretenden dirimir diferencias con piedras, quema de propiedades, desforestación de avenidas, asesinatos selectivos, bombas molotov, secuestros de comunidades enteras, violación al derecho al libre tránsito, mentiras repetidas, desinformación mediática, robo indiscriminado, guayas estranguladorasPareciera que los opositores desconocen la esgrima del ingenio, el combate de argumentos, duelo en una conversación, la lucha con la dialéctica y la disputa con reflexión. La inteligencia y la estupidez están separadas por un gran vacío y los opositores irracionales no advierten que el organismo social donde ellos militan, junto a la irracionalidad de ciertos fanáticos de la clase media, se desmorona paulatinamente debido a sus aciagas actuaciones y que con el tiempo desaparecerán. Imposible que aquel vacío se colme con más estupideces.  Buenos el culantro pero no tanto.

El gobierno de los EEUU y sus aliados nacionales e internacionales conocen perfectamente que en Venezuela los desquiciados no están destrozando ciudades (obvio peleando o luchando) por la inseguridad, ni por el desabastecimiento, ni por la violación de los derechos humanos, ni por la libertad de expresión y por nada de las mendaces denuncias de la prensa comprometida. Tampoco está en juego la democracia, aquí lo que está en juego es la mayor reserva internacional de petróleo resguardada en nuestro subsuelo. No adivino quiénes son los más estúpidos los parados frente a guarimba condenados a repetir las estupideces del twitter, del facebook y de otros medios alienantes o los vecinos que apoyan la barbarie que los perjudica. Algún especialista en el comportamiento humano, o alguno de esos ínclitos sabedores de política deberá explicar cómo es posible tumbar un gobierno auto secuestrándose, gaferoleando perdón caceroleando, jóvenes tomándose fotos cerca de GNB con sus escudos para publicarla en el facebook, vertiendo basura pestilente y escombros dentro de una comunidad, gritando consignas banales y acostándose en un colchón en el medio de la calle para protestar por la celebración del carnaval. No me jodan señores.

Es la lucha de estupidez versus la inteligencia, el bien contra el mal, la verdad contra la mentira, la paz contra la guerra, la sabiduría contra la ignorancia, la luz contra la oscuridad, la templanza contra la intemperancia  y la vida contra la muerte. Por fortuna los venezolanos contamos con el legado de mi comandante Chávez quien recibió de Bolívar el relevo de la eternidad con la misión de traspasarlo a nuevos líderes para así consolidarlo a perpetuidad.          



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Enoc Sánchez


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