Nadie que se precie a si mismo cedería su turno en las puertas del cielo, y mucho menos cuando se trata de un líder probado en el ruedo y que sabe como se bate el cobre. Con Nicolás Maduro se van a echar tres quienes piensan que enfrentarlo, es más fácil que soplar y hacer botella. El solo hecho de haber sido aventajado discípulo de Chávez, constituye la mejor razón de peso para que podamos medir en su exacta dimensión las cualidades y destrezas del hijo de nuestro Comandante eterno. Lo demás es cuento sabido por todos.
Fracasado los demás intentos de derrocar la revolución, ahora la ultraderecha por instrucciones expresas de EEUU, cambió de formato y se propone llevar a cabo una estrategia que en otras ocasiones les proporcionó mejores resultados a corto plazo, pero que no tardó en derrumbarse por aquello de que la mentira tiene patas cortas. Nos referimos al doloroso caso de la Nicaragua en la década del noventa del siglo XX. En aquella ocasión se valieron de un ejercito irregular que llamaron la Contra, obligando entonces a que el Presidente Daniel Ortega aceptara medirse en elecciones con Violeta Chamorro, esposa del periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, dueño y director del medio impreso La Prensa, muy admirado por valiente oposición al régimen de Anastasio Somoza Debayle. Además, Pedro Joaquín se destacó como líder de la Unión Democrática de Liberación, lo cual le costo la vida durante la sanguinaria dinastía de los Somoza en la nación centroamericana.
Aunque en circunstancia y con actores diferentes, esta vez la CIA, la NED y otras ONG incondicionales del imperialismo, se han propuesto agotar la paciencia de los venezolanos mediante el empleo de guarimbas y barricadas. El fil ulterior no es otro que fatigar a la población, hostigarla, sacarla de sus cabales, e inducirnos a pensar en opciones distintas a Nicolás Maduro y el PSUV. Y los hipócritas de la MUD son tan atrevidos y malvados que no se conforman con 41 inocentes víctimas del terrorismo y perdidas que ascienden a de 15 millones de dólares, sino que además tramposamente pretenden en guerra mediática convertir a Nicolás Maduro en chivo expiatorio, acusándolo de ser la causa del conflicto que hoy está afectando la vida institucional del país. Por cierto, como dato curioso de la historia, en 1899, el entonces Presidente Ignacio Andrade, víctima de sus propios generales del liberalismo amarillo, fue llevado por la fuerza al Puerto de la Guaira. Después de rendirle los honores correspondientes a su alta investidura, el depuesto mandatario les dijo: Me rinden los honores quienes hoy me echan del país.
Por suerte, ni Maduro es Andrade, ni la Venezuela de finales del siglo XIX se parece en nada a la de comienzo de siglo XXI. Hoy, ejercito y pueblo organizado, en pacto de sangre decidieron llevar adelante el proyecto que nos lego Hugo Chávez. Por ello, aclaramos a los traidores de la patria que pierden su tiempo tratando de disputarle al pueblo las puertas del cielo, pues los revolucionarios hace años que dejamos atrás el zoquete. Por lo tanto, cualquier intento rastrero de acabar con nuestros sueños, estará condenado al más rotundo fracaso. En todo caso, allá los apátridas si insisten en darse cabezazos como el sapo contra la pared.