Las declaraciones del Papa Francisco me acercan a él. Aunque renuncié al catolicismo por consideraciones doctrinales, pero también por la posición política de la “Iglesia”, me siento cerca de este Papa que no duda en llamar las cosas por su nombre, a su estilo. Condena (sin darle su nombre de “capitalista” e “imperialista”) al sistema dominante: desenmascara su motivación materialista y egoísta, la fetichización del dinero, el uso de las guerras para sostener un sistema inaguantable, promueve el humanismo, el mundo multipolar (una globalización que enriquezca, en sus palabras) y no ve contradicciones entre ser revolucionario y ser radical. Nos llama a ir a la identidad. Un mensaje muy cerca al “chavismo”. Y estoy seguro que muy cerca a opositores honestos que no se dejan manipular. Ambas partes tenemos un “enemigo” común. Veamos sus declaraciones:
El papa Francisco advirtió ayer (13/06/2014) que el sistema económico mundial es inaguantable pues puso en el centro al dinero en lugar de colocar al ser humano. En el centro debe estar el hombre y la mujer, y todo lo demás debe estar a su servicio; pero nosotros hemos puesto en el centro al dios dinero, expresó en una entrevista al diario español La Vanguardia.
“Hemos caído en un pecado de idolatría del dinero”, precisó Francisco, quien consideró incomprensible la existencia del hambre mientras, contradictoriamente, se bota comida. “Cuando usted ve fotografías de chicos desnutridos en diversas partes, no se entiende.
Creo que estamos en un sistema mundial económico que no es bueno. La economía se mueve por el afán de tener más”, expresó.
En opinión de Francisco, se aplica una cultura del descarte de los jóvenes cuando se limita la natalidad y de los ancianos porque ya no producen y se afecta el futuro, porque los chicos, dijo, van a tirar con fuerza hacia adelante y los ancianos dan la sabiduría y la memoria. Al mismo tiempo expresó su preocupación por el desempleo entre los jóvenes: “Alguien me dijo –apuntó– que 75 millones de jóvenes europeos menores de 25 años están en paro”. Eso “es una barbaridad. Descartamos una generación por mantener un sistema económico que ya no se aguanta y hace la guerra para sobrevivir, como han hecho siempre los grandes imperios”, puntualizó. El Sumo Pontífice opinó que en lugar de una Tercera Guerra Mundial se hacen guerras zonales y se venden armas para sanear “las economías idolátricas, las grandes economías mundiales que sacrifican al hombre a los pies del ídolo del dinero”.
“Este pensamiento único nos quita la riqueza de la diversidad de pensamiento y por lo tanto de un diálogo entre personas”, expresó Francisco, para quien la globalización bien entendida es una riqueza. Una globalización mal entendida –subrayó– anula las diferencias. Es como una esfera, con todos los puntos equidistantes del centro. Una globalización que enriquezca es como un poliedro, todos unidos pero cada cual conservando su particularidad, su riqueza y su identidad.
Interrogado sobre valoraciones que lo identifican como un revolucionario, consideró que la gran revolución es ir a las raíces, reconocerlas y ver lo que tienen que decir el día de hoy. No hay contradicción entre revolucionario e ir a las raíces, apuntó. La manera para hacer verdaderos cambios, dijo, es la identidad: No se puede dar un paso en la vida si no es desde atrás, sin saber de dónde vengo, qué apellido tengo, qué apellido cultural o religioso tengo.