En América Latina y más concretamente en Venezuela, con la revolución bolivariana ha ocurrido la superación de la democracia representativa; la masificación y discusión de los asuntos públicos; la reapropiación de las capacidades individuales y colectivas de organizar, planificar y ejecutar en un proyecto social común y la gran inversión social producto del uso de la renta petrolera. El pueblo, ha alcanzado “mayoría de edad”, ha emergido el poder popular desde la base social, y la organización comunal, donde se invoca permanentemente el Estado de naturaleza igualitario y la unidad pueblo-gesta contenida históricamente en la estructura micro-social endógena, el modelo de las comunas, inspirado en los pueblos originarios.
Es paradójico y contradictorio que Europa, aún teniendo, en la modernidad tardía ricas teorías y elaboraciones conceptuales, desde Habermas hasta John Rawls o Norberto Bobbio, en materia de democracia, y que han redactado nuevas constituciones llamados pomposamente “Tratados” -sin promover, claro está- un proceso constituyente, como importante espacio geopolítico y geoestratégico, se quede sin futuro. Esa es la tragedia histórica y el karma que tiene por legitimar el neoliberalismo como doctrina universal –sin tomar en cuenta entre otras, resultados adversos en referéndum o las protestas de los indignados- sin darle espacio a otras formas de relaciones económicas y modelos productivos como el comercio justo y no-lucrativo, les aleja un futuro promisor.
En Europa, las luchas que han protagonizado nuevamente -y desde el 2005 los jóvenes franceses- y hoy contra el paquete neoliberal Grecia, Portugal, España e Italia, sigue siendo la referencia fundamental, para las luchas sociales cargadas de una gran fuerza y redención política cultural y social. Solo el retorno de la inmanencia la combatividad del movimiento político, social y cultural, esas fuerzas vivas que enfrentaron en el ayer a los fantasmas del pasado fascista, al “socialismo realmente burocrático” y a la ideología del globalismo. puede cambiar el panorama.
La vía de la contestación, el descontento es la clave de la movilización, polivalente que como la vivida en esas recordadas semanas del 2005, en las calles de Paris, o el movimiento de los indignados en Europa , y el auge del movimiento PODEMOS en España, puedan hacer florecer el enfrentamiento contrahegemónico a las nuevas antinomias nacidas a la sombra del capitalismo monopolista en ebullición, lease: las psicopatologías de la antipolítica, el escepticismo, la política de lo peor, la conciencia radical desventurada, el consumismo y el fanatismo por las nuevas tecnologías . Esa Europa admirada, se niega en forma tardía a reducir esas conquistas de seguridad social al sentido más menguado y pragmático, por ende, dormirse en los laureles los alejaría de un futuro sano para las nuevas generaciones.
j.lopezmujica@laposte.net