De fracaso en fracaso y sin interrupción alguna, la oposición no encuentra cuál de los disfraces le quedaría mejor para atrapar incautos. En su desesperado afán por pescar en río revuelto, primero nos inventaron la fulana Coordinadora Democrática, con lo que creyeron sería fácil meternos gato por liebre; y a la vez, desvincularse del desprestigio de viejos partidos que apestan a cadáver descompuesto. Pero como la mentira tiene patas corta, el nuevo fracaso no se hizo esperar. Como es sabido, el fallido golpe de Estado y el criminar paro petrolero, pronto se encargó de hacer que muriera al nacer ese adefesio que se hizo llamar pomposamente Coordinadora Democrática. Hoy, la historia se repite con la Mesa de la Unidad Democrática, menestrón político, de efímera vida que ni siquiera llego a cañón sucio, pues al igual que la CD también la MUD nació con plomo en las alas. Incluso, hay quienes las han comparado como gallera en pueblo fronterizo.
Esa Sexta Republica que propone Omar Barbosa, es como para cagarse de la risa. A simple vista, se trata de un pote de humo, cuya finalidad no es otra que distraer al público con respecto a la guerra a cuchillo que se ha venido librando en el seno de esta oposición, cada vez más desquiciada y suicida , con la que pudiéramos escribir la crónica de una muerte anunciada. Por tanto, ¿Cómo creerle a una clase política que en cuarenta años no supo proporcionarnos un sistema republicano, a la altura de los nuevos tiempos? Por cierto, hasta Gonzalo Barrios, uno de los principales cómplices de la republiqueta adeco-copeyana, no le quedo más remedio que curarse en salud, condenando en su “imperfecta democracia” los vicios que llevaron a la sepultura a la Cuarta Republica Puntofijista.
Por ello, consideramos que menos que propuesta seria y responsable, esa demagógica Sexta Republica que nos anuncia el ex gobernador zuliano, es otra mamarrachada de quienes perdieron toda credibilidad, y ahora no encuentra en que palo ahorcarse. De ahí, que condenemos esa nueva burla con la que pretenden sorprender la buena fe de los venezolanos, aclarando que en hora buena son pocos quienes se traguen el cuento de una nueva Leyenda del Dorado, pues leyendas como esas solo se reservaron a pueblos sabios e hidalgos como nuestros indígenas, quienes de manera innata supieron marear a españoles y portugueses durante los aciagos tiempos de La Conquista. Pregunta obligada: ¿Hasta cuando la oposición apátrida, nos querrán ver la cara de pendependeguayabita?