En verdad que no anda nada despistados quienes sostienen que lo extraordinario se convierte en rutinario, y lo que era atractivo termina siendo un hecho cotidiano que pierde lo novedoso. Por ejemplo, caso concreto son las Misiones Sociales, las que comenzaron generando enormes expectativas en los ciudadanos de bajos ingreso per capital, y ahora a muchos de sus beneficiarios les cuesta aceptan las bondades que han sido alcanzadas por el Estado social. ¿Y será que el diablo cuando se ensaña con tanto odio, también se dedica a buscar a sus víctimas?
Entre la sarta de disparate que vociferan quienes se han dejado disociar por la propaganda engañosa, está decir que desabastecimiento, especulación y acaparamiento son culpa del gobierno, como si el Presidente Maduro fuera dueño de supermercados, abastos y bodega, hoy desgraciadamente en manos de inescrupulosos hampones, quienes haciéndose pasar por comerciante, ahora se dedican a atracar a las amas de casa. Hasta acá va la necesaria defensa del ciclo histórico, que en más de quince años se ha esmerado en edificar el bienestar de todos los venezolanos.
Pero como no todo lo que brilla es oro, y en la Viña del Señor hay de todo un poco, ahora necesarias son las críticas y autocriticas constructivas. Y viendo que las cosas no andan bien en el país, como consecuencia de la rabiosa agresión del imperialismo con sus lacayos nacionales, entonces uno que procura tener los pies sobre la tierra, se pregunta: ¿Cómo podrá levantar cabeza un gobierno enfrentado a la más despiadada guerra económica, si algunos de sus principales asesores son su peor verdugo?. ¿Si zapatero a su zapato, por qué darle responsabilidades a quienes por ansias de protagonismo, se comportan como un showman de mal gusto?
En fin, si de algo podemos estar completamente seguro, es que cuando los pueblos ven que está vacía la cesta de las esperanzas, es porque la historia ya perdió sus encantos.
