La revolución, nos enseñó Hugo Chávez, cree en los ciudadanos. Trabaja para que tengan la mejor vida posible. Por eso apostamos a la presunción de buena fe en todas las actuaciones que se realicen ante la administración pública.
Se deberá tomar como cierta la declaración de las personas interesadas, salvo que exista prueba en contrario. A tal efecto, los trámites administrativos están siendo rediseñados para lograr el objetivo propuesto en la generalidad de los casos.
Estamos instalando la Cultura de la Buena Fe. Somos un pueblo de gente correcta. No hay que desconfiar como método, por el contrario, debemos crear la responsabilidad social de no delinquir, no fraguar documentos y decir siempre la verdad. Para eso estamos configurando un Estado generoso con el decente e implacable con los que intenten violar las normas, tanto de adentro como de afuera de la administración.
Defenderemos siempre la consigna de que el usuario siempre tiene la razón y haremos todo para satisfacerlo solo con buen servicio, como hicimos en las instituciones donde trabajamos anteriormente. Derrotaremos a los gestores corruptos y sus aliados internos.
El ciudadano dejará de ser un rehén del funcionario de turno. Estamos disponiendo que los órganos y entes de la administración pública no puedan exigir, para trámite alguno, la presentación de copias certificadas actualizadas de partidas de nacimiento, matrimonio o defunción.
La bancarización de los pagos da transparencia y comodidad a los vecinos. Se difundirán las tarifas vigentes para que las personas conozcan los importes de liquidación y pago de tales obligaciones, y así evitar sorpresas y sobreprecios parasitarios.
En la administración pública se abstendrán de exigir algún tipo de prueba para hechos que no hayan sido controvertidos, pues mientras no se demuestre lo contrario, se presume cierta la información declarada o proporcionada por la persona interesada en su solicitud o reclamación.
Creo en la buena fe de mis compatriotas. ¡Unidos desburocratizaremos el Estado! Lo juro.
Un gran abrazo.
Dante Rivas