Dudo mucho que Carlos Andrés Pérez (CAP) conociese a Enrique Stanko Vráz, el explorador checo que recorrió Venezuela entre 1892 y 1893. Decenas de fotos descubrieron Venezuela a los centroeuropeos gracias a ese viaje. El segundo gobierno de CAP coincidió con la caída de los gobiernos comunistas de los países del Este. Una peregrina idea hizo que su gobierno crease una Comisión presidencial, presidida por el millonario checo-venezolano Hans Neumann, para traer técnicos de las exrepúblicas comunistas para «colonizar» el interior del país.
Hans Neumann, que declaró una vez que uno de sus defectos fue el no haber nacido en Venezuela, sería el encargado de buscar en Checoslovaquia, Bulgaria o Hungría los voluntarios que hiciesen fructificar un país al que sus ciudadanos no podían hacer crecer.
Esta idea, muy extendida desde el comienzo de la vida independiente de las repúblicas latinoamericanas, venía del falso mito estadounidense según el cual los colonos blancos y protestantes eran los únicos responsables del desarrollo estadounidense.
Pero el simple hecho de ser europeo no es suficiente para desarrollar nada. Esa idea propia del mito de Tarzán, según la cual un bebé blanco perdido en la jungla llega a ser el «rey de la selva» mientras los negros después de siglos siguen siendo comidos por los leones, al parecer no fructificó en Checoslovaquia.
Los cuatro excomunistas despistados que aceptaron la «invitación» del «generoso» gobierno de CAP ni aguantaron las tórridas temperaturas del interior ni aprendieron español. Hubo dos que salieron en el periódico, perdidos como en la película «Lost in traslation». Después vendría la masacre económica y física del pueblo venezolano a manos de CAP y su gobierno: Naim, Roosen, Gessen, Hausmann, Del Valle Alliegro etc, la crisis financiera de Caldera y la toma del poder por el pueblo venezolano con el gobierno de Hugo Chávez.