Contraofensiva popular: boicot al consumo de alimentos de fantasía

Es impostergable una contraofensiva popular con el objetivo de apoyar el desmontaje de la intermediación despiadada en la agricultura, la especulación mercantilista, y la confiscación de parte del salario mediante el engaño, la publicidad y la educación desvirtuada para imponer productos de cuestionado valor nutricional y el valor alimenticio. Esta contraofensiva se configura en un boicot al consumo de aquellos alimentos y bebidas que son una farsa nutricional, y de paso propenden a saquear los bolsillos de los consumidores, especialmente presionando las preferencias de la población más vulnerable, niños y jóvenes.

No sé cuál sería la consecuencia legal de lograr que los colectivos sociales, las demás organizaciones del Poder Popular y en general la población sensibilizada por esta situación, participen en un boicot de esta naturaleza. Algunos colegas han manifestado que lejos de lo legal, puede ser muy útil en los procesos formativos de masas sobre nutrición y alimentación, y que parte de esto ya aparece en las redes sociales, especialmente contra las bebidas gaseosas, energéticas y genéricas para deportistas. Un refresco en envase de dos litros tiene un precio 5000 veces mayor que un litro la gasolina de 95 octanos. Un envase con bebidas energéticas genéricas para deportistas de 350 cc puede costar 3000 a 5000 veces. El contenido de nutrientes en ambos casos es despreciable y muy fácil de obtener en una alimentación balanceada. El caso de los refrescos forma parte de las llamadas calorías vacías, solo aportan energía de los edulcurantes. Lo que se gasta en estas bebidas, puede permitir un mejor consumo de jugos frutas en la familia. El caso de las bebidas alcohólicas es peor. Por allí se fuga una buena parte del ingreso familiar, ante la mirada discreta de las autoridades de la salud pública que bien saben las repercusiones de estas bebidas sobre los resultados de la violencia familiar y general, en el país. ¿Podría el gobierno disparar una campaña sobre este tipo de bebidas?

Pero, hay otros casos. Una nueva marca de yogurt, diluido hasta más no poder, si se compara con el yogurt sólido de Lácteos los Andes, ha penetrado el mercado en base a sabor y no en base a concentración de nutrientes esenciales. Las compotas son un delicado envase que contiene una mezcla de bajo valor nutricional de almidones modificados, pulpa de frutas diluidas y algunos aditivos vitamínicos. El contenido de agua de esos frasquitos es 85%. ¡Un negoción! No olvidemos la conseja aquella de quien trabaja con agua no pierde. Y mientras… ¿qué estamos haciendo para que esas compotas se preparen en casa con mejor base de frutas, más frescas y nutritivas? Se entiende que en el sistema de vida actual, citadino y estresante, la gente resuelve la alimentación de sus hijos con prisa, pero con poco sentido común. Todos caemos en esa trampa de la agitada vida de estos tiempos. Pero, esas benditas compotas también las consumen los niños de los apacibles territorios rurales, y para colmo, en esta guerra económica, las metieron en la lista de alimentos de primera necesidad. Hace aproximadamente 40 años, el Dr. Warner Jaffé, brillante científico escribió algo sobre estos alimentos de fantasía, para demostrar que el costo de cada caloría adquirida es muchas veces mal alto que el de las frutas naturales.

La lista de alimentos de fantasía se puede hacer en colectivos de análisis del sistema agroalimentario nacional, y estoy seguro que nuestra gente detectará las bolsitas de inflados de maíz de 25 gramos, amarillos de colorantes artificiales, cuyo precio es casi un 10 % de un salario mínimo. Los famosos diablitos, los análogos de quesos fundidos también serían parte de esta lista. A propósito de estos alimentos de fantasía, recuerdo una anécdota muy sencilla: me topé con un colega que había estado convaleciente de una enfermedad gastrointestinal que logró superar. Le pregunté cómo se sentía y me respondió: Muy bien, el médico me dijo que puedo comer hasta diablitos.

En síntesis, un boicot contra el consumo de alimentos de fantasía, como estrategia contra expoliadora del salario puede ser muy útil desde el punto de vista formativo.

No puedo escribir como un mentiroso inescrupuloso. Muchos de nosotros tenemos en nuestros cerebros guardados los sabores que esos alimentos de fantasía dejaron como gratos recuerdos cristalizados, que las publicidades engañosas taladraron nuestras neuronas, cierto es, verdades amargas; pero, siempre hay un momento para cambiar o al menos para apoyar una nueva conciencia social sobre los alimentos y bebidas.

Hay un sector de esta sociedad revolucionaria emergente, los agroecólogos, especie de militantes en una ciencia-religión que ve en la nueva cultura alimentaria una esperanza para otro mundo posible; ellos pueden ser la batuta que promueva esta parte de la revolución

¿Cuándo arrancamos?


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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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