Cuando se anuncia al país “como extraordinario evento histórico” --así fueron las palabras del presidente Maduro- es porque se trata del nacimiento de una instancia, que recoge el anhelo de generaciones, hoy circunscritas al poder popular.
Después de tantos ensayos y errores, nos acercamos a esa la valoración de lo cultural, en su significado transversal: del hacer, el quehacer, el sentir del ser humano, el venezolano como ser social creativo, consciente y comprometido. Más allá de las virtudes, aptitudes y destrezas singulares, están las vocaciones y perfil de una actividad regenerativa que reporte la concreción y construcción de lo espiritual y anticipación de esa sociedad que queremos.
Se ha reconocido la acción sostenida, de una gerencia cultural en tiempos de Revolución Bolivariana, pero deben buscarse los resultados significativos, que es hoy el desafío: visibilizar las creencias de los pueblos; promover una verdadera transvaloración (siguiendo a Nietzsche) de los valores; expandir el legado intelectual y humanista de Hugo Chávez; impulsar la cristalización de una nueva hegemonía, como se ha dicho colectivamente, en el III Congreso de Cultura, más bien diríamos que, una contra-cultura emancipadora, insurgente, sublime y subversiva.
En el Consejo Presidencial de la Cultura, definido por el presidente Maduro como “un espacio de encuentro, dialogo y construcción” debe albergar una nueva praxis revolucionaria; espacio autocrítico; en constante re-examen, con una elaboración planificada y evaluación efectiva de las políticas públicas, emanadas desde las comunas, grupos de cultores, estudiantes, profesionales, artistas y profesores, en el tiempo pautado, con una práctica de compromiso y certeza cuantificable y verificable. El Consejo Presidencial de Cultura se reunirá 14 de noviembre de 2014 y debatirá temas desde lo organizativo, el funcionamiento, hasta el Foro –ampliado- permanente de Escritores, Pensadores e Intelectuales del siglo XXI.