Con la misma responsabilidad social de siempre he asumido la Dirección General del Servicio Autónomo de Registros y Notarías (Saren), desde donde acompañamos a plenitud al Presidente en este nuevo combate contra la corrupción, que no termina en la captura del corrupto.
Lo importante es cambiar el sistema que estimula la corrupción: el burocratismo con sus procesos y requisitos engorrosos. Sustituir al corrupto o al ineficiente no es suficiente, se debe hacer toda una revisión de la forma como se vienen gerenciando o administrando las instituciones que atienden directamente los trámites de los usuarios.
"Sin moral pública no puede existir la República, ni hay libertad. Moral y luces son los polos de una República. Moral y luces son nuestras primeras necesidades". Así se expresaba el Padre Libertador en Angostura y sin duda a partir de tan genial reflexión nació en mí esa pasión por una vida con dignidad y una repugnancia extrema a cualquier acto de corrupción: pública, privada o mixta.
En definitiva, se trata de una filosofía funcional auténticamente revolucionaria -como lo pedía el comandante inmortal- que requiere de hombres y mujeres probos capaces de destruir esa red tenebrosa tejida durante 40 años por mafiosos que se habían apoderado del Estado en beneficio propio.
Ese método se basa en algo clave: "El usuario siempre tiene la razón". Como ya lo hemos aplicado en otras instituciones, donde eliminamos cuevas de corrupción indescriptibles, aplicaremos la tecnología y buenas prácticas que nos permitan tener trámites con procesos más cortos, rápidos, seguros y menos gravosos.
Mientras más difícil se diseñe un trámite más se potencia la corrupción. Por eso nuestra solución fue sencilla y punzante: hacer todo lo más accesible y fácil posible para el usuario. Eso sí golpeó duro a la corrupción y eliminó de raíz a los gestores corruptores. Esto es lo que estamos programando desde la Autoridad Única.
Como siempre actuaremos con justicia y firmeza, desenmascarando en flagrancia a los delincuentes, quienes serán sancionados como marca la Ley, dejando como mensaje vital a todos los trabajadores el destino que tendrían al incurrir en errores de ese tipo.
Súmense a la batalla por la dignidad y juntos, con honestidad, ganaremos esta guerra contra la corrupción.
Compatriotas: ¡Los honestos somos muchos más que los inmorales! Tengo mucha fe en ustedes. ¡Venceremos!