El Departamento de Estado, indignado, le ha reclamado a los jefes de la oposición que de seguir en marcha el fortalecimiento de Chávez, se verá obligado a dejarlos de lado y buscar más bien una acción militar. Es decir, no seguirán enviándoles fondos para que se pierdan en estupideces, malas acciones, ridículas declaraciones sin asidero en la masa y la total incapacidad para captar poder dentro de las Fuerzas Armadas. Los jefes de esta depauperada oposición han llegado preocupados: una acción militar sería como provocar la hecatombe dentro de sus filas, porque entonces Chávez enfrentando una guerra directa tendría poderes extraordinarios plenamente justificados, y entonces el llamado juego democrático y el uso a mansalva de los medios de comunicación se perdería. Ya estaría totalmente descubierto sin poder moverse de modo que no muestren su adhesión a la intervención norteamericana.
La movilización de la reserva sería total a nivel nacional, se prepararían los frentes de batalla. Quedarían los jefes fascistas de la oposición ante el pueblo como unos viles y canallas lacayos y tendrían todos que dejar el país. En tal
situación acabarían siendo intervenidos por el Estado los canales terroristas, Globovisión y RCTV, por lo menos. Ante tal cuadro, los jefes fascistas de la oposición idearon la estrategia ridícula de exigir ahora que el conteo de votos fuese manual: uno a uno, echando por delante otra vez la máxima de “ni un solo paso atrás”. Saben que si se hiciera manual, pues igualmente serían arrasados, pero no importa, el asunto es joder al máximo y si se llegara al caso de que el CNE admitiese que fuese manual, entonces de nuevo al monocorde llanto de regar por el mundo que la elección será mil veces más fraudulenta que
cuando era automatizada, que si Chávez gana o arrebata. Ya me imagino ese
título en El Nacional el día anterior a una supuesta elección manual: “Chávez gana o arrebata” Sencillo. La idea de lo manual, claro, provino de SUMATE, que se ha convertido en el cerebro de la sofocada oposición.
Fausto Masó, el “Masuo” como le dicen algunos, uno de los sesudos analistas de la oposición, envía los siguientes signos: “Como van las cosas quizá sea imposible ganar las elecciones en los pocos meses que faltan para diciembre, arrastrando el peso de una oposición dividida que ni siquiera ha decidido participar. Pero sí se puede aprovechar la campañan electoral para que surja un contrapeso al poder del Gobierno, emplear este año pues en crear un movimiento popular con músculo”. Añade este personaje una perla mortal que ya está en juego por parte de la oposición fascista: “Aunque se retirara a última hora, si este posible candidato movilizara antes a la oposición, ya le daría un “parao” a Chávez. Caso contrario ante el espectáculo de debilidad, contradicción y palabrería de la oposición, no hay razones para que no aplaste los medios, o impulse una reforma urbana. Quizá esta sea la última oportunidad de constituir una gran fuerza democrática, cono músculo, dirigida por un líder, no por un comité”.
La oposición sabe que no cuenta con ningún líder, y que éste no puede ser un intelectual o un científico sacado del IVIC, de la UCV o de la USB que sería una salida educada y académica más que todo para exportarlo al mundo y decir que un sabio se enfrenta a un “troglodita tirano déspota” como Chávez. Por ahí podría ir la cosa. Es patéticamente trágica-cómica esa búsqueda de un líder que se diluye entre el tránsfuga Petkoff (que jamás le caerá bien a la oligarquía ni
mucho menos al pueblo), “viejo, con plancha dental nueva, cacofónico, terrorista arrepentido”, otro viejo como Oswaldo Álvarez Paz, bilioso y llorón que no pudo ganar cuando COPEI era fuerte, ahora mucho menos y un Manuel Rosales acobardado, mingón y veleidoso, sin discurso ni punch para conseguir el voto más allá de del Zulia. En fin, la situación está clara, se avecina una intervención militar de los EE UU, y hay que estar preparado.