El paraíso es un término conocido desde hace miles de años. El hombre ante el miedo a la muerte y en su afán de eternizarse por lo siglos de los siglos aceptó estoicamente lo que le ofrecieron las diversas religiones. Para tal fin todas doctrinas inventaron el alma (el Ka de los egipcios), una especie de efluvio intangible, inodoro, incoloro e invisible el cual, después de difunto, el portador de aquella esencia se dirigirá hacia un lugar etéreo. Los sacerdotes inventaron la existencia de una comarca ideal donde el alma de las personas purificadas del pecado deberá gozar eternamente de la compañía de Dios o de los dioses, según ciertas religiones. Es por eso, que el Antiguo Testamento hace referencia a un sitio donde Dios situó a Eva y a Adán conocido como el Jardín del Edén o el Jardín de las Delicias, el lugar donde el alma de los bienaventurados goza perpetuamente de las bondades del Creador. Luego que los primeros humanos violaron el compromiso con el Eterno, el Implacable lo expulsó del edén, así mismo, los condenó a vestirse, a trabajar y a ser explotado por los viles empresarios.
Indudablemente, no todas las almas podrán disfrutar eternamente de presencia de Dios o los dioses, solamente los que en su vida terrenal fueron buenos o simplemente aquellos elegidos por un tribunal celestial presidido por el inquisidor san Pedro, según la religión católica. Este Jardín del Edén, tiene diversos nombres de acuerdo con el dogma. También se le llama cielo, paraíso, ataraxia, nirvana (las religiones orientales), Olimpo (los griegos), Yanna (o jardín para los musulmanes), el Campo de Aaru (los egipcios), entre tantos términos que tienen las doctrinas para premiar a quienes se portan bien en la tierra y el infierno, para los que hacen de su vida un relajo eterno. Es decir, al paraíso viajarán los buenos y al infierno, los malos.
Cabe pensar que en el cielo o paraíso existen almas unificadas por un solo comportamiento y que respondieron a los lineamientos dictados por la doctrina de la fe. Me imagino el paraíso como un lugar aburridísimo, donde todo el mundo habla de los mismos temas y sobre todo, de la bondad de Dios por mantenerlos en su pensión celestial. Algo similar a los clubes de la gente rica donde sus afiliados conversan siempre de lo mismo (de los dólares) y por lo general, se reúnen para beber caña, a renegar de Chávez y del presidente MM.
De acuerdo con lo anterior la mayoría de las personas que tiene algo en común tienden a reunirse en clubes, cofradías, peñas, asociaciones, entre tantas formas de hermandad para sentirse bien, es decir para encontrase con sus iguales. Una especie de paraíso terrenal, no para estar con dios, sino un local donde disminuyan la intensidad de sus pasiones y deseos, fortalecerse entre ellos ante las adversidades de la vida, para buscar momentos de equilibrio y conseguir momentáneamente la felicidad. Es su ataraxia para hallar la tranquilidad, la serenidad y la imperturbabilidad de su razón y de sus sentimientos.
Los ignorantes son un grupo bastante numerosos en las sociedades del mundo entero. Para eso existe la televisión, el medio que contribuye a estupidizar a los humanos, al igual que las redes sociales, los celulares, las tabletas y los nuevos artilugios de tecnología de punta, que en vez de ayudar a conformar una sociedad más instruida, el efecto resultó todo lo contrario.
Similar a los bienaventurados, los limpios de alma, los ignorantes deben buscar un lugar un sitio etéreo, una ataraxia donde ubicarse para descargar el apremio emocional y alcanzar momentáneamente la felicidad. Felizmente la encontraron entre ciertos grupos de la clase media. En la actualidad estamos en presencia de una sociedad cuyos miembros exhiben, sin rubor alguno, el pendón de la decadente ignorancia.
No piensen que es un invento de este escribidor que exhibe su título de doctor en ignorancia. Es por esto que puedo evaluar a quienes hacen gala de la membresía del club de los que permanecen en un eterno ayuno intelectual. Actualmente los humanos, manejados por un sistema de información planificado por los empresarios de la tecnología, se volvieron anónimos e impersonales y se convirtieron en un instrumento para que los ricos se hagan más ricos mediante el consumismo desaforado. Los humanos dejaron de serlo y su forma de expresarse no es más que la banalización de la existencia, contribuyendo tal comportamiento a la pérdida de si mismo.
Mi estudio está basado en la conducta de mis iguales (los ignorantes) ubicados en su paraíso, la clase media profesional, con los cuales estoy obligado a compartir. Parece mentira que el cerebro humano que contiene kilogramo y medio de sustancia pensante, con más de diez mil millones de neuronas y cada una de esta establece entre diez mil y cincuenta mil contactos con las células vecinas, así mismo, que puede recibir hasta doscientos mil mensajes, sea tan mal utilizado por ciertos grupos de ignorantes que pululan dentro de la clase media profesional.
Basta pararse en la cola de un banco, dentro de un supermercado y en la fila de un cine para escuchar cada barbaridad, que mi cerebro, con amplia capacidad para recibir mensajes, se obliga a rebotar tales informaciones. Juzgo que dentro de este paraíso de la ignorancia existen “expertos” de todo tipo. Por ejemplo, escucho “peritos” en finanzas que anuncian que el gobierno de MM va imponer el uso de doble moneda, una equiparable al dólar y otra sin valor; los “futurólogos” son abundantes, mucho mejor que la sibila Adriana Azis que jamás pegó una premonición. Estos adivinos(as) aseguran que se lo que se avecina en el 2015 es de terror y que lo mejor sería que todos los venezolanos abandonemos el país a riesgo de una hambruna colectiva. Tenemos “versados” en educación quienes aseguran que los médicos cubanos no cumplen con los paradigmas elementales de un especialista de la salud; los “duchos” en materia petrolera vaticinan que el combustible llegará a diez dólares el barril, lo que le impedirá a gobierno de MM regalar el oro negro a China y a Cuba. Ni hablar de los “entendidos” en materia laboral que le están sugiriendo a las madres de venezolanas que, a manera de evitar que la materia gris de sus hijos se les pudra ejerciendo su profesión en Venezuela, lo mejor sería enviar sus cajas pensantes hacia exterior, seguramente allí podrán trabajar de mesonero, lavaplatos, cuidador de carros, entre otras de las ocupaciones dignas del cerebro fugado. Los “especialistas”, en materia alimenticia es lo que sobra en este paraíso de ignorantes; estoy harto de escucharlos sentenciado que en el supermercado no se consigue nada, mientras que en los anaqueles observo complacido ricas zanahorias, pepinos, lechosa, patilla, ocumo, yuca, casabe, tomate, repollo, espinaca, y gran cantidad de productos pertenecientes a la flora y fauna de nuestras tierras fértiles.
La vocería de los miembros del paraíso de los ignorantes se encuentra en los escritos de los feibuc y en los mensajes de textos de los celulares. Estas barrabasadas dejarían atónito y sonriente a cualquier niño habitante de un barrio de Caracas o del interior del país, los mismos que si conocen la realidad de lo que está ocurriendo en nuestra patria, constantemente atacada y agredida por la oligarquía pedigüeña.
Los miembros del paraíso de los ignorantes no logran identificar al enemigo, su adversario no es gobierno del presidente MM, su verdadero contrincante es el dueño(a) del automarcado que aumenta los precios a como le da la gana, el mismo que acapara los productos; el distribuidor que mercantiliza los comestibles para crear una escasez artificial; los que manejan el ficticio dólar paralelo para atacar nuestra economía y resquebrajarla; los raspacupos que conviven dentro del paraíso de los ignorantes; los banqueros que roban a los ahorristas como les da la gana; el imperio de los EEUU que intenta apoderarse de nuestra materia prima o, para pagarla a un precio irrisorio; los dueños de la clínicas cuyos médicos adquirieron un título de galeno para exprimir a los pacientes; los laboratorios farmacéuticos que esconden las medicinas para encarecerlas; ciertos rectores de la universidad autónomas quienes le impiden el ingreso de sus hijos a dichas casa de estudios; los medios de comunicación privados que embrutecen a sus hijos; las cadenas de comidas chatarras que enferman a los venezolanos; los fabricantes de gaseosas que envenenan a las personas; la prensa comprometida con la oligarquía que mediante una falsa información estresan a sus lectores, oyentes y televidentes, entre tantos de los enemigos, que la membresía del paraíso de los ignorantes, no logra distinguir por su evidente carencia de instrucción; los mismos que piensan que su inopia intelectual constituye su fortaleza.
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