"Como dijo Su Santidad, el Papa Francisco, la diplomacia es un trabajo de 'pequeños pasos'. Y estos pequeños pasos han ido sumándose para dar una nueva esperanza al futuro de Cuba. "Nuestro cambio de política en relación con Cuba tiene el potencial de poner punto final a un legado de falta de confianza en nuestro hemisferio; desmorona una excusa ficticia para imponer restricciones en Cuba; defiende los valores democráticos; y extiende una mano de amistad al pueblo cubano", señaló el mandatario Barack Obama en una nueva visión hacia Latinoamérica en el proceso democrático que se ventila para abrir la isla antillana al mundo.
El embargo, por ser una ley, sólo puede ser retirado en su totalidad por una decisión en el Capitolio, donde hay un grupo de férreos defensores de esta medida histórica. En particular, dos pesos pesados en el Senado que defienden el embargo son el demócrata Robert Menéndez, de Nueva Jersey, y el republicano Marco Rubio, de Florida. Pero la oposición al embargo es creciente en la sociedad estadounidense. Las encuestas reflejan que incluso la mayoría de los cubanoestadounidenses quiere su fin. Más de la mitad (52%) quiere el fin del embargo, según una encuesta del año pasado de la Universidad Internacional de Florida. En 1991, el apoyo al embargo era 87%.
Existe el interés de un viraje económico hacia Cuba prestándole ayuda suficiente para la activación de sus empresas, es un cambio binacional en la historia que conllevó cincuenta,(50) años de bloqueo. Le dio instrucciones a John Kerry para estrechar lazos en temas como salud, migración y respuesta de emergencias, como de remesas en dinero.
Muchos países democráticos aspiran que Cuba abra las puertas al sector privado y democrático para lograr su autodeterminación y poder cumplir con sus actividades políticas.
Los cubanos, esperan abrir una nueva política que tienda más hacia la democracia. Esperan por Venezuela, ven las cosas con más rigor y menos entusiasmo, nadie desea desviar su mirada de Venezuela, siendo el diálogo muy importante. Los hechos obligan a una reflexión sobre sus efectos en la territoriedad. Debe existir un respeto sobre los actos constitucionales y la ley, obviada por muchos agentes del oficialismo que se niegan a una aplicación de la contraloría social y terminan por decirle crisis.
