Trincheras de Ideas

El 23 de enero y la marea bolivariana

La apoteósica celebración del 23 de Enero este 2015, a 57 años de aquella importante gesta, fue sin dudas una contundente victoria del bolivarianismo y del chavismo y una primera bofetada en el nuevo año a la radícula ultra derecha fascista que tuvo la ilusión de querer apropiarse de aquella victoria popular como entonces sí lo hizo la oligarquía con la traición de la imposición del infame Pacto de Punto Fijo.

Aquella victoria contra la violenta y represiva dictadura de Marcos Pérez Jiménez que culminó el 23 de enero de 1958 fue posible, sin la menor duda, gracias a la organización, movilización y la acción de calle del movimiento popular, de la Junta Patriótica que presidió el inolvidable líder Fabricio Ojeda, del heroísmo de la aguerrida militancia del Partido y la Juventud Comunista, de la izquierda de AD que dirigían –sin la derecha betancourista que era un obstáculo– entre otros, Simón Sáenz Mérida, Moises Moleiro; la izquierda de URD que dirigían entre otros Fabricio Ojeda, José Vicente Rangel, Amilcar Gómez; del MOSIAN que dirigían jóvenes aguerridos y combativos como Alí Paredes, Ricardo Tascón, Nelson Madero, Iván Gómez. A ello se agrega la participación de militares progresistas, de izquierda algunos, centristas otros con un arraigado sentimiento nacionalista anti dictadura como el coronel Hugo Trejo. Se produce, por primera vez en Venezuela una alianza cívico-militar que permite el accionar contra la dictadura desde mediados de 1957, y su derrocamiento definitivo el 23 de enero de 1958.

La jornada conmemorativa de este 23 de enero tuvo una multitudinaria participación del pueblo bolivariano y chavista como no lo esperaban la derecha golpista, la oligarquía y sectores del imperialismo quienes han pretendido imponer la matriz de opinión que el presidente Maduro no tiene apoyo popular.

La marcha y concentración del pueblo chavista partiendo de la simbólica urbanización 23 de Enero, marchando por la avenida Sucre y concentrándose entre el distribuidor de Pagüita, las inmensas escalinatas del Calvario hasta las fuente de la Plaza O’leary en El Silencio, fue apoteósica, como las más grandes del período del presidente Chávez en la avenida Bolívar. Llena de combatividad, de consignas contra la oligarquía hambreadora que le declaró la guerra económica a ese pueblo que en las calles de Caracas y de las principales ciudades de Venezuela, condenó a los enemigos de Patria, a los distribuidores y dueños de grandes almacenadoras, a los que esconden los productos de primera necesidad y generan la escasez, suben groseramente los precios buscando crear el descontento en la población, la ira que pueda crear las condiciones para un estallido social.

Pero los que marchamos y nos concentramos el 23 de enero de este año 2015 fue para conmemorar aquella victoria, no la traición posterior de Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba con su infame Pacto de Punto Fijo redactado como política para Venezuela en New York en 1957 bajo la mano imperial de Nelson Rockefeller, la Standard Oil Company, el Departamento de Estado yanqui y el imperio, quién, pretendiendo frenar el previsible ascenso de las masas populares en las luchas contra la dictadura y de la creciente influencia del Partido Comunista y la izquierda de AD que dirigía lo que quedaba de AD, sellaron aquel pacto y la política infame de entrega de la Venezuela posterior a la dictadura como en efecto ocurrió durante los 40 años del llamado puntofijismo, de 1958 a 1998.

Las fuerzas de vanguardia política a la cabeza del creciente movimiento popular, el Partido Comunista de Venezuela, la izquierda de AD y de URD, una vez alcanzada la caída del dictador no tuvieron la suficiente visión política para darle un giro estratégico a su política ante la nueva situación política y plantearse un política de toma del poder político. Como mínimo la Junta Patriótica debía formar parte de la Junta de Gobierno que surge a la caída del dictador Pérez Jiménez y no los representantes de la burguesía Eugenio Mendoza y Blas Lamberti que había medrado y se habían enriquecido aún más, como toda la burguesía financiera y parasitaria. Primer y grave error de la dirección de izquierda.

Pero no quedó allí la falta de visión de la dirección comunista y socialista de entonces. Cuando se estaban venciendo los contratos colectivos y, en aquel estado de agitación, la lucha de clases se agudizaba, la burguesía y la dirección de AD, Copei lanzan una maniobra política que se llamó ‘paz laboral’ y fortalecer ‘el espíritu del 23 de enero’, y las fuerzas de izquierda pisan el peine y llaman al movimiento obrero que en buena parte dirigen sindicalmente, a aplazar sus luchas reivindicativas y sociales ante la amenaza de un golpe de Estado y todos se deben plegar a la ‘paz laboral’ burguesa y el moribundo ‘espíritu del 23 de enero’, es decir, seguir siendo esplotados. Segundo y grave error de la dirección del PCV y las izquierdas de AD y URD, ya debilitadas por haber sido desplazadas por los dirigentes derechistas como Betancourt o Villalba que tomaron el control de AD y URD.

Aún en el exterior, el 23 de enero de 1958, Rómulo Betancourt puso como condición para regresar al país, nada más y nada menos que se disolviera la poderosa Junta Patriótica. No logró su objetivo en ese momento y regresó "victorioso" de su exilio dorado y la JP no se disolvió en ese momento pero fue minada, penetrada y desviada en sus objetivos hasta su disolución. Ingresaron a la JP, Raúl Leoni (AD), Lorenzo Fernández (Copei) y Andrés Boulton, por el sector burgués de la economía, entre otros. Tercer grave error político de la dirección revolucionaria, disolver el órgano de poder más poderoso construido en Venezuela hasta ese momento y que era el instrumento idóneo para la toma del poder que tenían las masas populares y construir un auténtico proceso revolucionario.

El llamado Pacto de Punto Fijo no es más que el Pacto de Nueva York, que se firma en el Club Atlético de esa ciudad norteamericana el 20 de enero de 1958 por Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Rafael Caldera. Presentes en Nueva York en el acto de la firma estuvieron el escritor colombiano Germán Arciniegas y el jefe de Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, Maurice Bergbaum. El Pacto es una política diseñada para la Venezuela posterior a la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez, concebida por sectores oligárquicos norteamericanos, como el propietario de la poderosa transnacional petrolera Standard Oil Company, Nelson Rockefeller.

Este Pacto tenía como primer objetivo frenar el ascenso del movimiento popular y el acelerado crecimiento del Partido Comunista de Venezuela y del movimiento socialista y de izquierda de AD y URD, además de construir una política pseudo democrática con lo que después se llamaría ‘democracia representativa’ y alinear a Venezuela junto a las políticas anticomunistas y guerreristas de los Estados Unidos, y frenar el desarrollo autónomo e independiente del país atándolo aún más a la dependencia petrolera.

Ya próximas las elecciones de diciembre de 1958 la oligarquía, a través de la dirección de los partidos AD, Copei y URD sacan del congelador al Pacto de Punto fijo como política de los sectores centroderechistas con expresa exclusión de los comunistas, socialista y movimiento popular. Este compromiso se firmó el 31 de octubre de 1958, y se llamó Pacto de Punto Fijo porque se firmó en la casa de Rafael Caldera que quedaba en la avenida Solano, en una maniobra mediática se le comenzó a llamar Pacto de Punto Fijo.

¿Qué hicieron las fuerzas revolucionarias ante ese giro político estratégico de la derecha que anunciaba su aislamiento político de no ganar las elecciones la izquierda que apoya a Larrazábal?

No concibieron una política para enfrentar en la calle la política sectaria y excluyente que representaba aquella alianza derechista y los peligros que encarnaba para el movimiento popular como quedó demostrado en las décadas venideras. El PCV, pese a ser el gran excluido de aquel pacto o alianza, lo apoyó, incluso la insurgencia contra un gobierno que traicione al pueblo.

El 23 de enero debe ser estudiado por las nuevas generaciones revolucionarias y sus importantísimas enseñanzas políticas e históricas. La inmensa mayoría de los miles y miles de patriotas que marcharon ese día, por ser jóvenes en su inmensa mayoría, no conocieron ni vivieron aquellos días que tienen mucho que ver con lo ha acontecido y acontece en el presente revolucionario venezolano. No pocos actores de entonces traicionaron sus ideales, ex revolucionarios incluso como un Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff o Américo Martín hoy abrazados a la extrema derecha fascista y al imperialismo opresor.



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Humberto Gómez García

Director de la revista Caracola. Pertenece al Movimiento de Medios Alternativos y Comunitarios (MoMAC). revistacaracola.com.ve

 humbertocaracola@gmail.com      @hgcaracola

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