Evocamos a la Viena de Karl Krauss, del siglo XX. Un texto del mismo título, donde este escritor denunciaría los desmanes de la llamada "opinión pública" o "doxa". Como escritor y periodista checo, Krauss enfrentó el dominio simbólico y mediático encarnados por los periodistas "corporativos" y trabajadores intelectuales, rasgos que fueron enunciados en Europa también por el filósofo Teodoro Adorno.
Hace varias semanas, la desventurada ignorancia y desconocimiento musical de un periodista venezolano, en un periódico de circulación nacional, se hizo presente. Llamamos la atención porque no solo tuvo la osadía de abordar a Gustav Mahler, sino que su texto se mostró en sintonía con una línea editorial empeñada, en desdeñar de los valores trascendentes que encarna este músico insigne. Su propósito fue desvalorizar de manera póstuma y frenar la reverberación que tiene y tendrá la literatura sinfónica y el legado humanístico de Gustav Mahler en la niñez y juventud musical venezolana.
Leemos un "océano de amplitud y un centímetro de profundidad". Una "noticia bibliográfica" del resumen de un tratado musical, terminó en un laberinto "comunicacional". Todo Mahler?: el periodista redactó lo superficial y banal, tratando de "descontruir" –anti- Derrida- la sordidez o lo seudo-bukowskiano. Sin argumentos, dibujo el terreno de menudencias extra musicales, los comentarios racistas, xenófobo, misóginos y moralistas. Ojo: no se pueden obviar la excelencia creativa, el scherzo vigoroso, los adagiettos, la exposición de un nuevo lenguaje de sus procedimientos técnicos, que fueron materias del biógrafo La Grange. Además el compositor A. Schömberg dedicó su Tratado de Armonía a Mahler.
El ascenso de la difusión planetaria de la vida y obra mahleriana no ha cesado. Desde 1920 en Ámsterdam y los 60 en Estados Unidos y luego en la Latinoamérica, donde reside la cúspide y epicentro interpretativo, esa la representa Venezuela, su Sistema de Orquestas, Dudamel y la pléyade de jóvenes directores.
