A veces debemos aplicar los frenos para que no nos confunda lo urgente y lo torne más valioso que lo importante. Dentro de estas prioridades fundamentales está la familia y en ese marco resalta la figura de nuestros padres: verdaderos maestros, ídolos, valientes e indispensables para recargar fuerzas cuando las necesitamos.
Por eso, este domingo, como miles de compatriotas, hemos hecho un alto para honrar al socio indispensable de nuestras madres para darnos la vida; y sentí la necesidad de volcar de manera sincera, directa, como siempre, mis sentimientos y reflexiones sobre tan bella jornada y nuestra patria.
Don Cosme Rivas, mi padre, me hizo ver la vida con fortaleza y realidad. Me enseñó algo fundamental e innegociable que me fortalece moralmente: la honestidad total. Un estilo humilde que se agranda en las tempestades para extraer la fuerza necesaria para timonear sin temores y así superar las dificultades de cada día, cualquiera fuere su tamaño.
Aprendí en las arenas de Playa Parguito que debíamos cultivar el positivismo que nos permitiera decir siempre "No hay imposibles". "Somos más fuertes que la dificultades que puedan acosarnos". Comprobé lo hermoso que es tener amigos, practicar la solidaridad, jugar en equipo y administrar el esfuerzo.
Estoy persuadido de que cualquier hombre puede convertirse en padre, pero no todos pueden ser llamados papá, porque así solo se les llama a los que con amor y valentía asumen el difícil reto de sacar adelante a una familia entera.
Hoy como padre trabajo para ser el mejor amigo y consejero de mis amados hijos, para ser el consuelo en la tristeza y decirles que siempre estaré junto a ellos cuando necesiten aliento para continuar luchando y resistiendo por una vida y una patria mejor.
Con el tiempo descubrí al Padre de la Patria: el gran Simón Bolívar quien me incorporó valores trascendentes, que luzco a pecho descubierto porque son hermosos sentimientos tricolores que me motorizan cada mañana para salir a construir futuros que hoy parecen fantasías y luego se materializan en servicios y obras para todos. Luego vino el padre de la Revolución, y me abracé a Hugo Chávez convencido de que tenía una misión que cumplir junto a él. Hoy sigo en esta tarea maravillosa que es interminable.
Cosme, Simón, Hugo, gracias por todo lo que me han dado. Los quiero mucho.