Mejor que quejarse es hacer

Estamos viviendo tiempos de gran exigencia social. La prioridad es lo humano, con la ayuda inmediata y directa a quienes están sumergidos en necesidades de atención imperiosa. Eso es lo que caracteriza -y da tanta valoración nacional e internacional- a nuestras misiones.

Debemos ser extremadamente cuidadosos en la administración de los bienes públicos para mantenernos fuertes y más si se tiene en cuenta la nueva realidad petrolera. Por suerte el Presidente todos los días nos dice cuando anuncia una obra o acción: "Tenemos los recursos" y de inmediato los adjudica.

"Refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa, protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad y el bien común", como ordena nuestra Constitución, es una tarea para valientes, dispuestos a dar la vida si fuere necesario en esa noble misión tan alta en valores: dar una verdadera batalla multisectorial para consolidar la independencia conquistada por nuestros próceres.

En el Servicio de Registros y Notarías (SAREN), cuando aparece algún flojo de oficio, le decimos: "Mejor que quejarse es hacer. Accione o deje el sitio para alguno de los muchos compatriotas calificados que están esperando la oportunidad de ingresar para sumar". Los resultados son visibles: la productividad aumentó, hacemos más y mejor con el mismo personal y dotación. Generamos miles de documentos de mejor calidad, en tiempos infinitamente menores a los de hace 10 años. La gente se va conforme, con su documento en mano y sin pasar los tormentos o extorsiones que caracterizaron otros ciclos.

La quejadera es un triste deporte nacional, francamente negativo, que termina deprimiendo a sus promotores y contaminando a los que todavía logran engañar. Sin embargo, la mayoría sabe que sí se pueden hacer las cosas si hay voluntad, eficiencia, capacitación, control de gestión y, sobre todas las cosas, patriotismo.

Lo que debemos hacer quienes tenemos responsabilidades públicas es predicar con el ejemplo. Ser los primeros en llegar y los últimos en irnos del trabajo. Motivar a nuestra gente. Planificar bien y después operar. De esa manera no se falla y entonces sí se ve que el dinero asignado alcanza muy bien.

Recomendación: Dejar la quejadera y poner sus mentes y corazones a latir con ritmo de pueblo.



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Dante Rivas


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