Quienes han vivido guerras, persecuciones, hostigamiento o han sido desplazados de sus tierras y hogares, saben que no hay un bien más preciado que La Paz. Los revolucionarios que vienen de las luchas contra el puntofijismo sienten una gran alegría por la Paz democrática y la seguridad social que vive la Patria. Pero también sienten una enorme angustia por el peligro de perderla y por la necesidad cotidiana de defenderla.
La Paz no sólo se expresa en la ausencia de guerras o persecuciones. También se expresa en la erradicación del hambre de nuestros estómagos y de la sed de nuestros conocimientos. Podemos decir que en Venezuela el pueblo come tres veces al día y tiene el acceso garantizado a la educación en todos sus niveles. Pueden gritar los de la oposición que el pueblo padece grandes colas producto del desabastecimiento programado y la escasez selectiva. Eso es cierto, pero quienes hacen esas colas, el pueblo en general, las hace porque tiene con qué comprar, aún en medio de la despiadada guerra económica a la que nos están sometiendo. Otros pueden decir que sus hijos no pudieron entrar a estudiar medicina en la UCV, cierto, pero la oferta académica en educación superior es inmensa y superior a la demanda que existe en el país. Obviamente, si todos piden entrar en medicina en la UCV no todos van a poder entrar.
Pero pensando como socialistas, en lo colectivo por encima de lo individual, entonces no podemos pensar en una Paz aislada. Es fundamental que en Colombia, por ejemplo, avancen los diálogos de Paz. Es importante que el cese al fuego unilateral de las FARC-EP sea acompañado por uno similar por parte del Gobierno. La Paz de Colombia es también la Paz de Venezuela. También es importante la Paz en Brasil y que cesen los intentos de Golpe de Estado contra el legítimo gobierno de Dilma Rouseff. Igual sucede con Ecuador y la feroces agresiones violentas que enfrenta Correa por parte de la rancia oligarquía ecuatoriana. Si nos vamos a Bolivia, vemos que siguen latentes las aspiraciones secesionistas de las burguesías que intentan crear un nuevo Estado en la media luna.
Podemos seguir enumerando situaciones que ponen en peligro la Paz regional, como el diferendo entre Chile y Bolivia por el acceso al mar, o las disputas territoriales entre Colombia y Nicaragua, o el clima de agitación que se vive en Argentina, o su justa reclamación sobre Las Malvinas. Sin embargo, de todas las amenazas que vivimos, en lo local y en lo regional, nada se compara con las pretensiones del Imperio contra nuestra nación.
Sólo mencionamos dos aspectos: por un lado la declaración de que Venezuela es una amenaza para los EEUU y por otra, el manejo de las transnacionales como la Exxon Mobile para desencadenar un conflicto guerrerista por parte de Guyana contra Venezuela. Esta última agresión tiene como ejecutor al títere David Granger, peón asalariado de la Exxon Mobile y colega de traidores como María Violencia, el Monstruo de Ramo Verde o la Capriloca. No hay que subestimar la intensidad del conflicto con el que los EEUU quiere deponer a nuestro Gobierno para imponer otro, lacayo, que le permita saquear nuestras riquezas. No debemos bajar la guardia ahora que los gringos saben que este pueblo va a derrotar inexorablemente, una vez más a la derecha apátrida del país en las próximas elecciones. Ya el camino para ellos no serán las elecciones de diputados, el camino será destruir La Paz.