Las víctimas del capitalismo

Improbable mantener un recipiente de agua lleno eternamente sin que la fuente que lo abastece merme algún día y más aún, si existe un depósito del cual se extrae el fluido. En ese caso, es imposible mantener el primero perenemente colmado sin vaciar el segundo. Un doctor en ignorancia como yo, carente de las naciones elementales de las ciencias económicas, se le ocurrió tal símil para explicar lo que están haciendo los capitalistas con el planeta.

Indudablemente, desde hace cientos de años la única fuente de los capitalistas para acrecentar sus riquezas es la madre naturaleza. De esta han extrajeron oro, diamantes, esmeraldas, rubíes y otras tantas piedras preciosas simplemente para que las esposas y las amantes de los magnates exhiban sin templanza la fortuna con la que su bienhechor tiene a bien en premiarlas. Lo que desconocen las favoritas del benefactor es la depredación al cual ha sido sometido el medio ambiente para que ellas luzcan resplandecientes ante sus iguales. Ciertamente, esto lo vienen haciendo los capitalistas desde hace miles de años. Si a esto le agregamos la extracción de petróleo, hierro, cobre, estaño, carbón vegetal y mineral, madera, bauxita, plata, uranio, entre tanto minerales y vegetales, comprenderemos que ellos están agotando las reservas del planeta a expensa de la explotación y comercio que generan groseras fortunas. Pero no solo la aprovechamiento de los recursos minerales derivados de la pacha mama, a lo anterior debo añadir la contaminación de los ríos, el mar, los lagos, la tierra, el aire, la basura nuclear y cósmica, entre tantos elementos que infectan la pacha mama. Como se sabe, esta situación ha perdurado desde hace cientos de años y en el afán de riqueza de los capitalistas las continuas agresiones al medio ambiente no se detendrán. Con el tiempo, al igual que el depósito que le entrega fluido al recipiente, algún día estas riquezas se agotarán y lo único que quedará será un planeta yermo y desolado. Como se ve estimado lector, nuestro planeta Tierra es una de las grandes víctimas del capitalismo.

Secuela de la explotación desbocada de la madre naturaleza ciertas especies de animales han desaparecido de su hábitat natural, al igual que la destrucción de la tierras fértiles no perimirá que gemine semilla alguna y la explotación desmedida de las riqueza forestal acabará dentro de poco con enormes extensiones boscosas. Todo esto conlleva el cambio climático que nos permite concluir que la biodiversidad es otra de las víctimas del capitalismo.

Lo anterior es una nimiedad si pensamos en la existencia de más cinco mil armas nucleares apuntando hacia diversos puntos del globo amenazando mi presencia en la Tierra y la de mi prójimo. En caso de estallar dos tres bichas de estas (bombas nucleares), nuestro ADN se convertirá en polvo cósmico. ¿Alguien duda de que los capitalistas sean capaces de convertir en víctimas a todos los seres humanos que anidan en nuestro hermoso y errabundo planeta azul?

Las guerras entre los pueblos, propiciado por intereses diversos, nunca han parado y tampoco han resuelto nada. Desde la más extraña, como fue el de un problema de faldas, es el caso de la guerra de Troya por el rapto de Helena, o aquella conflagración entre dos países suramericano porque un juez cantó un gol por equivocación o también, por la delimitación de fronteras. Pero la gran mayoría de las guerras se han generado por intereses comerciales de los capitalistas, por ejemplo: por el control de mercados; por la dominación de rutas comerciales de navegación; por la imposición de productos de un país en otro; por la exigencia de monopolios extranjeros en otras naciones; por el control de las aduanas de una potencia en otro país más débil económicamente; por la intención de un país imperial de apropiarse de la las riquezas de otro, por el afán de la compañías transnacionales del crudo de apoderarse de las fuente energéticas del planeta; entre tantas de las razones exclusivamente mercantiles. No cabe duda que los grandes capitalistas invariablemente tendrán el respaldo de un gobierno imperial que conducirá a millones de jóvenes a combatir en una guerra, simplemente para que el gobierno de la nación poderosa defienda los intereses de los dueños del dinero. En este caso son los jóvenes las víctimas del capitalismo, quienes acuden a los combates desconociendo que muchos morirán y otros quedarán mutilados, meramente para que los capitalistas se hagan más ricos.

En una conflagración donde están en juego los intereses de los capitalistas los jóvenes no son las únicas víctimas, no podemos dejar de lado a los huérfanos, a las viudas, a los padres, a la familia y a todos aquellos seres vinculados a los masacrados en la barbarie. Queda claro que los pueblos, en general, también son víctimas del capitalismo. Y si a lo anterior le agregamos la destrucción de los patrimonios culturales de una población, se colige, además, que la cultura es víctima del capitalismo.

Lamentablemente a los capitalistas lo único que los conmueve es hacer dinero a montones y no tienen escrúpulos en inventar cualquier cosa con tal de acrecentar sus riquezas. Son numerosos los productos contaminados y elaborados por las nefastas fábricas de los llamados "alimentos" procesados, las conocidas comidas chatarras, las fábricas de gaseosas, las golosinas de altos contenidos de azúcar, nocivas sustancias químicas y colorante los cuales contribuyen a la obesidad de niños y adolescentes. Como se advierte los niños y adolescentes, asimismo, son víctimas del capitalismo.

Recién vemos, en los países de modelo neoliberal, a la policía desalojando a familias completas de su hogar y a la fuerza mediante un desahucio, a millones de obreros que han desmejorado y en algunos casos han perdido los logros sociales alcanzados tras cientos años de lucha, a jóvenes que no tienen acceso a la universidad ni tampoco consiguen empleo. No debo dejar de lado el racismo que recién está renaciendo en EEUU y Europa contra los hombres de color, contra los "inmigrantes ilegales", contra los latinos, contra los expatriados de Europa occidental, contra los homosexuales, entre los desmanes propiciados por una sociedad que mercantiliza hasta la religión y la sangre humana. Esto me hace reflexionar que la sociedad entera del planeta en víctima del capitalismo.

Me voy a detener en este párrafo en las maniobras del gran capital para acrecentar sus riquezas. La guerra es un necrófago negocio y por lo general son diversas empresas capitalistas las que sacan vulgares ganancia de estas lúgubres prácticas. En muchos casos son estas compañías quienes propician la indisposición entre dos gobiernos para sacar provecho antes, durante y después de la guerra. A manera de ejemplo revisemos las empresas que se hicieron más ricas durante el gobierno Nazi: Chase Bank, Ford, Rondon House, Kodak, Coca-Cola, Allianz, Novartis, Nestlé, BMW y General Electric, como se lee muchas de las citadas son firmas norteamericanas. Escogí al azar la guerra de Irak e investigué las empresas que lograron necrófagos dividendos y encontré: CACI, Ttitan, Betchel, servicios de defensas Aegis, Bateles, General Dinamics, Nour USA Ltd, Chevrón y la Exxon Mobil.

En el párrafo anterior aparece la Exxon Mobil entre los endriagos petroimperialistas que lograron excelentes beneficios a costa de los millones de muertos iraquíes, de poblaciones enteras destruidas y de una cultura arrasada. Lamentablemente la avidez de los rapaces capitalistas por sus ganancias no se detiene. Hoy Venezuela y Guyana son las posibles víctimas de una controversia que solo debe dilucidarse por vías diplomáticas y no por otros senderos. Sin embargo el titiritero mayor, la Exxon Mobil, puso su mira en el crudo ubicado en la zona de reclamación, el Esequibo, y para fines inconfesables se buscó al títere David Granger para que, con su vocería insensata, cobarde y apoyada, intente crear situaciones bélicas entre las dos naciones suramericanas. Estas prácticas no son desconocidas, dado que desde hace cientos de años las trasnacionales de la energía han propiciado guerras entre pueblos hermanos, simplemente para que sus cornucopias engorden con capitales provenientes de los sacrificios de sus pueblos. No permitamos que la bestia depredadora de la Exxon Mobil coloque sus pesuñas sobre Venezuela y Guyana convirtiéndolas en las nuevas víctimas del capitalismo devastador.



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Enoc Sánchez


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