A 232 años de su nacimiento, es muy bueno recordar a Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco, en un viaje a nuestras raíces revolucionarias de clara orientación fundamentalmente bolivariana.
Es que participamos de la idea que a Simón Bolívar se lo honra de verdad trabajando por la Patria. No es solo un grito o una flor junto a su estatua, es muchísimo más. Es asumir el compromiso de declararse BOLIVARIANO. De sentir en las entrañas, en el mismo corazón, con la mente clara, que tenemos un reto diario de ser mejores personas, eficaces ciudadanos, productivos servidores públicos, cualquiera sea la trinchera tricolor que nos hayan asignado.
No hay espacio para la flojera ni para los echadores de carro. Mucho Menos para los chismosos, que el propio Papa Francisco los definió como "terroristas".
Volver a las fuentes, significa recargar pilas en los pensamientos inmensos y muchísimo más grandes si pensamos en el medio mínimo en que se pergeñaron. Con tecnología cero. Sin medios. Solo fortalecidos por la alta educación de nuestro Líder máximo.
Es una máxima de moral republicana este concepto suyo "Dichosísimo aquel que corriendo por entre los escollos de la guerra, de la política y de las desgracias públicas, preserva su honor intacto." Es decir un rezo por la honestidad. Una sanción a los corruptos de cualquier color.
En los talleres formativos de nuestro talento humano inculcamos esta visión de Simón "Las buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas de las leyes; y el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad".
Y cuando hablamos de Democracia, la definimos con Bolívar "El sistema de gobierno más perfecto es aquél que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política." De eso se tratan nuestros esfuerzos. De hacer todo bien para que la Felicidad sea plena y al alcance de todos nuestros vecinos. Sin exclusiones. Sin preferidos ni postergados, por cualquier razón. Bien lo dice nuestro mágico artículo 21 de la Constitución: "Todos los ciudadanos son iguales ante la Ley".
Redondeo mis despedida identificándome una vez más con el Libertador: "Juro por el Dios de mis padres, juro por mi patria, juro por mi honor, que no daré tranquilidad a mi alma, ni descanso a mi brazo, hasta no ver rotas las cadenas que oprimen a mi pueblo por voluntad de los poderosos."
Un abrazo bien grande.