Los descontentos en el 6-D

La oposición venezolana ha perdido 18 elecciones en 15 años. Sólo "ganó" el referendo consultivo sobre Reforma Constitucional, que perdió el gobierno porque estaba planteado de manera estrafalaria: de 2 ó 3 puntos importantes de la consulta (reelección indefinida del Presidente y cargos de elección popular, nuevas divisiones territoriales, etc.) por obra y gracia de diputados y espontáneos pasaron a ser 69 (!), incluyendo la propuesta de nombrar a Caracas "cuna del Libertador y odalisca enamorada a los pies del sultán enamorado y todos los lirios del valle y los pajaritos cantan las nubes se levantan", o una ridiculez semejante. Aprovecho para informar que el cerro El Ávila se sigue llamando oficialmente así, y sólo el parque nacional pasó a llamarse Waraira Repano...

Y la oposición también estuvo cerca de ganar contra Maduro, candidato relativamente nuevo y poco rodado, con el triple competidor (y perdedor) Capriles, en una campaña excesivamente corta en un país conmocionado por la muerte del Comandante, a menos de un mes de la impolítica devaluación de la moneda por Giordani (en política peor que un economista sólo un ingeniero) que sabiéndose despedido quiso despedirse con una gracia que resultó morisqueta.

En todas las otras elecciones, la oposición ha sido víctima de su arma más poderos, que son los medios de comunicación nacionales e internacionales, tan efectivos que la llevan a creer sus propias encuestas y mentiras, hasta llegar confiados a la votación sólo para sufrir el desengaño de una nueva derrota. En estas próximas elecciones parlamentarias del 6D, los medios han insistido en la importancia decisiva de "los descontentos", aquellos chavistas que han decidido castigar a la revolución para vengarse por las dificultades e incomodidades cotidianas causadas por el desabastecimiento de productos de primera necesidad.

Una vez más la derecha desprecia al pueblo al punto de creerlo ignorante y negar su toma de conciencia política que es el principal legado de Chávez. Como si la gran mayoría de los "descontentos" no supieran o intuyeran que gran parte del problema viene de la misma oposición. Ponen todos sus huevos en una sola canasta, creyendo que los famosos "descontentos" le aportarán el millón doscientos cincuenta mil votos de ventaja que obtuvo el chavismo en la última elección de alcaldes y gobernadores. Pero resulta que no porque si bien es cierto que hay muchos descontentos, también lo es que la gran mayoría dice que no por eso dejarán de votar por el chavismo, o menos aún votarán por la derecha. "Yo estoy descontento pero no soy idiota"..."yo estoy bravo con el gobierno pero no por eso voy a votar por los escuálidos"..."Estoy disgustado con Maduro pero p'atrás ni para coger impulso..." En el peor de los casos podría esperarse abstención entre los bolivarianos, pero que estaría más que compensada por la abstención escuálida, que el analista opositor Luis Vicente León llama "peligro mortal" para la derecha.

Para empeorar las perspectivas electorales de la MUD, dos efectivas aunque tardías medidas del gobierno, el cierre de la frontera con Colombia y los "operativos de liberación y protección" (OLP) contra el hampa y el paramilitarismo en las zonas populares, han mejorado la imagen de Maduro y han devuelto la esperanza de que ya tocamos fondo en el deterioro de las condiciones de existencia y ahora sólo podemos mejorar.

Pero lo que determinará el resultado de las elecciones del 6D es la calidad de los candidatos, que se definió en las elecciones primarias de ambos bandos: mientras el chavismo innovó con 50% de mujeres y de jóvenes, la oposición repite con sus diputados actuales, más algunos empresarios y -a última hora y a regañadientes- mujeres para llenar la cuota que les impuso el nuevo reglamento electoral. Si a esto sumamos la revelación de repugnantes conversaciones telefónicas entre jefes opositores rebosantes de misoginia, racismo y homofobia, la mesa está servida para una nueva derrota electoral de la MUD.

Pero al menú opositor para las parlamentarias del 6D hay que añadirle las amenazas abiertas o veladas sobre lo que harían en el supuesto negado de obtener la mayoría en la Asamblea Nacional. Unos anuncian un golpe parlamentario tipo Paraguay (que en Venezuela sería anticonstitucional) para sacar a Maduro, otros juran que van a revertir las leyes sociales, los más ilusos ya se ven privatizando industrias y servicios básicos. Pero su imprudencia e impudicia va más lejos: anuncian la apertura de la frontera en alianza con Uribe, y el incalificable Ramos Allup plantea abolir el 12 de Octubre como Día de la Resistencia Indígena y reponer la derrocada estatua de Colón, para lo que debería derribar la del heroico cacique Guaicaipuro.

En pocas palabras, una victoria parlamentaria opositora reanudaría los crímenes y latrocinios de los partidos tradicionales, despertaría los demonios y fantasmas del obsceno pasado que la Revolución dejó atrás. Eso explica la popularidad de la expresión popular que se escucha cada vez más al hablar del 6D: "Palante que patrás espantan".



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Eduardo Rothe


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