Vida Cristiana

Capitalismo y el Vaticano, fragmentaron el mundo entre Occidente y Oriente

La Guerra Económica en el Capitalismo, ya constituye una afirmación de intensidad y los debates actuales reflejan un nivel de intolerancia para los conflictos que han de venir por el desempleo y el desabastecimiento a todos los niveles del Estado.

Hay que proponerse y acabar con la expresión de los países capitalistas en base de la calidad de vida del mundo y razonamiento para desarrollar un programa de trabajo que le permita al pueblo ser eje de una buena calidad de vida, porque el humanismo rompe con los esquemas sociales,

Estamos frente a un mundo desconocido, donde millones de mujeres y niños, buscan su valor real en los productos regulados por el gobierno bolivariano de Venezuela, son atroces colas que generan un motor de ofensas al régimen que nos gobierna en la actualidad.

Hace apenas dos siglos que el hombre pertenece a sociedades fundadas en el trabajo. Aunque las sociedades esclavistas o feudales hicieron su valor esencial del desprecio por el trabajo, eso no impidió que el trabajo fuera el fundamento de la vida social. Ni los ciudadanos libres de Atenas, ni los patricios romanos, ni los caballeros medievales construían los monumentos que los inmortalizaron, sino que fueron el producto del trabajo de millones de esclavos. O sea que el trabajo ha sido una categoría ‘eterna’ y no una invención reciente.

Al igual que el hombre primitivo, el ser humano actual está obligado a medirse con la naturaleza para poder satisfacer sus necesidades, además de conservar y reproducir su vida. Algo que ha existido en todas las formas de sociedad y bajo todos los tipos de producción. Desde una visión ética puede considerarse que existen necesidades artificiales y naturales, pero nadie puede decir donde terminan las naturales y comienzan las artificiales. Por lo que el ser humano nunca podrá prescindir de la actividad que le permita sobrevivir, conservarse y prevalecer.

Aunque la estructura de la sociedad digital actual, va eliminando al trabajador asalariado mediante el uso de nuevas tecnologías, el trabajo fundamental para que el ser humano pueda sobrevivir nunca desaparecerá. Solo irá tomando las formas que le imponga el desarrollo de las nuevas ciencias, pero se irán eliminando todas las formas de dominio sobre las clases de menores ingresos que todavía existen en todo el mundo y de alguna forma habrá una sociedad más libre, aunque pasarán muchos años para que los dueños de las riquezas lleguen a pensar que existe la posibilidad de un mínimo grado de igualdad entre todos los seres humanos.

En relación a las Monarquías del Golfo, éstas se enfrentan al régimen sirio a través de los grupos rebeldes. Arabia Saudita, Catar y Kuwait son los financiantes de la oposición y tratan de mantener la mayoría sunita en Siria en contra de la minoría alawita (que son chiitas) y al mismo tiempo buscan contrarrestar la influencia de Irak en el Medio Oriente. Mientras tanto, las monarquías petroleras libran entre ellos una guerra de influencias fuera de Siria por el control de la representación de la oposición y en el campo de batalla sirio entre los diferentes grupos rebeldes.

Aunque el criterio de calificación de los occidentales hacia los chinos era altamente despectivo y negativo hace apenas unos años y se señalaba que ‘trabajar como chino’ era una situación terrible, sin ningún apoyo del Estado, ni del empleador; ha sido la propia codicia neoliberal de los occidentales la que desplazó sus empresas hacia el Lejano Oriente y esa ha sido la verdadera causal de la decadencia de Occidente.

No hay duda de que África seguirá siendo víctima del coloniaje de las grandes potencias y Latinoamérica enfrentará grandes crisis políticas y financieras antes de que se incorporen al nuevo orden mundial. Sobre todo Brasil que es un enorme territorio con grandes riquezas minerales y energéticas que está en disputa entre China y los Estados Unidos desde que la iglesia evangélica volvió a tomar el control de la mayoría de la población brasileña.

Aunque China fue una nación mucho más antigua que todas las naciones de Occidente, la historia de su gran desarrollo actual es mucho más reciente que la del Mundo Occidental. La política económica de China más moderna se fundaba al principio en la dirección que llevaba la política industrial, agrícola, monetaria y comercial que estaba a cargo del Gobierno, con la asistencia de los demás poderes y del Comité Central del Partido Comunista. Sin embargo, sin que hubiese un cambio de rumbo visible, los altos líderes políticos previeron la necesidad de transformar su economía para adaptarse a las tendencias internacionales dominantes.

De acuerdo con la historia, casi siempre, la potencia colonialista usaba su fuerza bélica para facilitar los procesos de explotación, por lo que las barreras del lenguaje y de los mitos colectivos se acentuaban. Entonces se prohibía el empleo de las lenguas locales y se trataba de imponer la religión de la nación colonizadora. No obstante, existen diferentes grados de dominación, de destrucción cultural, de resistencia, de supervivencia y de adaptación de la cultura al establecerse el contacto entre las etnias diferentes.

Acorde a la mayoría de los analistas del colonialismo, las naciones occidentales casi siempre intentan reconstruir la cultura original de la nación colonizada de acuerdo a su propia visión de dicha cultura e ignorando que sus propios modelos culturales son inadecuados para aplicarse en países fuera de la civilización occidental. De modo que esa readaptación de la cultura colapsada es una forma prejuiciada de ver los mitos ajenos que se denomina ‘subculturización’ que ahora mismo predomina en todo el mundo occidental.

Por otra parte, la definición de la cultura occidental no es concluyente y puede albergar una gran cantidad de elementos contradictorios que inclusive pueden oponerse entre sí y aún en contra de la ideología fundamental. En función de su desarrollo tecnológico está la discriminación que se hace de los países de Europa del Este y de Latinoamérica que son considerados inferiores a los Estados Unidos, Canadá y algunos países de Europa Occidental.

Aunque en el mundo actual han ido desapareciendo las expresiones de dominio a través del poder bélico de las grandes potencias, la competencia por el liderazgo económico, comercial, financiero, tecnológico y científico se ha acentuado y ha quedado muy claro que solo dos grandes potencias disputan el liderazgo mundial en este momento: las denominadas Naciones de Occidente y China. Por lo que resulta interesante investigar la forma en que se han creado ambas potencias y la evaluación de sus posibilidades en un futuro inmediato.

La división definitiva entre Oriente y Occidente la ocasionó el cisma de la religión cristiana que para entonces ya era la religión oficial del Imperio. La facción cuya sede era Roma reclamaba la ubicación del papado en dicha ciudad, mientras que Bizancio se rebelaría creando un cisma definitivo en la Iglesia Cristiana. Mientras que las iglesias orientales quedaron en territorio bizantino y se expandieron hacia Rusia, la iglesia occidental se expandió inesperadamente hacia América.

Como América fue colonizada por potencias europeas occidentales, también forma parte del denominado ‘mundo occidental’. Así como Australia y nueva Zelanda en Oceanía hay además naciones que reclaman su condición histórica de Occidentales, como Israel, Turquía, Sudáfrica y Filipinas debido a que fue colonia española y luego de los Estados Unidos.

Hay países occidentalizados en Europa Central y Oriental que estuvieron bajo el régimen comunista de la Unión Soviética y en condiciones parecidas están los casos de Japón y de Hawái. En la mayoría de los países latinoamericanos hay fuertes influencias europeas, con cristianos católicos o protestantes y con ascendencias europeas.

Con un alto nivel de influencia europea están Argentina, Chile, Uruguay y Costa Rica; a un nivel medio están Colombia, Venezuela, Brasil y México, mientras que a un bajo nivel de influencias europeas quedarían Perú, Bolivia, Paraguay, Ecuador y Centro América. El hecho fundamental es que al margen de los procesos de colonización y de los procesos de desintegración de los mitos religiosos, en todos los países de Occidente existe un residuo común de la Iglesia Cristiana que sigue siendo el principal elemento que origina la inestabilidad política y la fragmentación social de toda esta enorme porción del mundo.

En los hechos, la vieja Europa muere de vejez. Necesita urgentemente de trabajadores, estudiantes y personas que vivan, trabajen, consuman y sostengan a un sistema cercano al colapso total. Europa requiere de trabajadores y de mano de obra de todo tipo, ya que ahora mismo está paralizada a pesar de ser una de las regiones más dinámicas del mundo. El problema se agravará en los próximos meses y años. A la pobreza y al hambre nada las detiene: ni las alambradas ni las medidas policiales extrema.

Por otra parte Oriente Medio es un polvorín lleno de odio, guerras, violencia y terrorismo. El Magreb es una sombra de lo que fue y sus famosas primaveras árabes siguen encubiertas con el mismo autoritarismo y despotismo de siempre. Mientras que Ucrania y la vehemencia permanente de Rusia provocan oleadas de inmigrantes y los Balcanes siguen inmersos en un estancamiento económico y social que los paraliza y aunque son candidatos a ser miembros de la UE en el futuro próximo no parece que reaccionarán.

Paradójicamente, mientras Europa envejece y no cejan los flujos migratorios de gente joven, su respuesta es la xenofobia, la negación, la exclusión y la expulsión a quiénes vienen de fuera. Mientras cobran mayor fuerza los partidos de ultraderecha y el populismo demagógico de algunos líderes que levantan muros protectores y alambradas contra los migrantes que generan el aplauso de las mayorías. Realmente Europa requiere de cientos de miles de inmigrantes para poder asegurar y desarrollar su actual sistema económico y de bienestar social.

Pero faltan valor e ideas para que el inmigrante no sea concebido como una amenaza o como una persona que quitará las fuentes de trabajo a los nacionales. La Europa del futuro inmediato requiere de esos inmigrantes, pero por desgracia las mafias humanas carecen de compasión y de sentimientos y nada sucederá si los europeos continúan mirando hacia el lado de la indiferencia, la arrogancia y la soberbia.



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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