Saben ustedes hermanos y hermanas que el actual mausoleo del padre Libertador es una admirable extensión del antiguo Panteón Nacional, hoy ocupación alfarera de la revolución bolivariana. Fue inaugurada el 14 de mayo del 2013 por nuestro Comandante en Jefe Nicolás Maduro Moros, conmemorando el Bicentenario de la gloriosa Campaña Admirable. Es una evocación y contraste hermoso de la modernidad con la vetusta estructura de la otrora Iglesia de La Santísima Trinidad, construida cuando éramos colonia en 1744. La venerada iglesia mantuana se desplomo en gran parte, debido al terremoto de 1812; posteriormente el templo fue reconstruido por órdenes del Presidente Guzmán Blanco para convertir la estructura del antiguo santuario en un panteón: el Panteón Nacional, sitio en el que descansarían los restos mortales de los personajes ilustres del país. La razón para esa decisión se debió a su ubicación y a sus antecedentes históricos. En consecuencia el 28 de octubre de 1876, en memoria del onomástico del Padre de la Patria Simón Bolívar, se trasladaron en suntuosidad solemne, sus respetados vestigios a este aposento de la patria. Confieso que cada vez que venimos a este recinto sagrado nos sentimos pequeños y recogidos en los más diáfanos sentimientos y genuinas reminiscencias. Este excelso lugar es expresión de la majestad de la creación que el Todopoderoso nos permite para reconocer lo sublime, lo hermoso, lo bello, lo sagrado, el amor y el respeto y la grandeza de nuestra historia; desde su pasado heroico y su pretérito enaltecedor, hasta los sueños y proyectos del futuro. Es conmovedor siempre visitar y compartir como hijos de nuestro Padre Bolívar este Panteón Nacional, donde reposan los huesos y polvos celestiales de nuestros ancestros y libertadores; de mujeres y hombres insignes de la patria venezolana, de ciudadanos y ciudadanas ilustres, de verdaderos combatientes y guerreros. Aquí está sembrada gran parte de la pureza del gentilicio venezolano. Lo que amamos nunca muere, es un sentimiento imperecedero. Nuestro pueblo creyente, íntegro y respetuoso dice en su inmaculada afirmación que la vida no se apaga, que es eterna y es expresión infinita del amor. Más allá de cualquier sosiego, este mausoleo del padre Libertador es un aposento que transmite paz y serenidad. Aquí sentimos el silencio de los siglos y su manto de gran espiritualidad; es un lugar donde habita lo sublime, la eternidad y el amor de un pueblo. Por eso decimos con fervor patriótico, como llama y fuego sagrado: ¡Bolívar Vive! ¡La lucha sigue! Venceremos.