Los oposicionistas no ceden un ápice a la razón, aunque tratan de jugar con mano zurda. Se inscribieron para la elección de diciembre pero no se los vio en ajetreos electorales. Siguieron descalificando al árbitro y al sistema blindado que dirige, preparándose para gritar fraude y lanzar otra escalada de violencia.
Ellos no tienen una sola palabra positiva para el país, para el porvenir, la justicia social, el desarrollo soberano, la unidad multinacional planteada por los fundadores como condición sine qua non del logro de independencia y fortaleza.
Ellos funden en una sola armazón mediáticamente potenciada los males heredados (delincuencia común y de miembros de cuerpos armados, carestía inducida, servicios traumatizantes, burocratismo, corrupción, etc.) y las nuevas perversiones que con tanto dolor y profusión de sangre les ha padecido desde hace quince años Venezuela.
Y aunque chillen, sólo este Gobierno puede vencer estos y aquellos males y ha comenzado el camino hacia ello; porque su base es el Pueblo, y únicamente el pueblo organizado y consciente, ejerciendo su control y marchando hacia una sociedad educada en los valores patrióticos y éticos y en el sentido del deber social, sólo pueblo y gobierno consustanciados serán capaces de erradicarlos.
Lo más grave de la infamia apenas dibujada, sobrecogedora del ánimo y la decencia, es que eso ha sido acometido y se acomete para servir a una oligarquía inepta e insaciablemente depredadora y a sus amos imperialistas, que tras un siglo de saqueo e imposición de gobiernos sumisos y antipueblo, no aceptan la soberanía y autodeterminación de Venezuela y pretenden controlarla para aprovechar su estratégica ubicación en el corazón de Nuestramérica y seguir esquilmando su petróleo y sus recursos minerales, hídricos y biológicos.
Apátridas: ¡Otra vez el Pueblo cantará gran victoria con las banderas de Bolívar y Chávez! ¡En tres días!