Desde hace tiempo ya que quería escribir este artículo, sobre todo desde que tuviera la oportunidad de terminar una obra literaria que tenía pendiente y la cual me llevó a pensar inmediatamente en nuestro comandante. Sólo que al intentarlo, los artículos que resultaban –sin siquiera haberse acercado al final- quedaban excesivamente extensos por lo que desistí. Sin embargo, en vista a que estamos en semana de elecciones y he visto tantos artículos ya sea a favor de la abstinencia, del apoyo a una nueva alternativa para rescatar el proyecto Chavista –a la cual me sumaré–, ambos promocionando de manera modesta su decisión en el compromiso asumido individualmente; o, por otro lado, del apoyo a los "candidatos de Chávez", que en su mayoría (ojo, algunos también expresan su postura individualmente) la promocionan casi como un deber para no cuestionar nuestra calidad "revolucionaria" o pronosticando el cataclismo, pensé que sería bueno distribuir el contenido de ese artículo según cada ocasión que se me presente para ello, en este caso teniendo en cuenta algunos eventos y afirmaciones relacionadas al destino de eso tan polémicamente tratado como el "Chavismo".
Primero lo primero; la obra literaria que abordé recientemente y su relación con el comandante, pues se trata de un antecedente que ya unificaba a la figura de Cristo con el socialismo, y no sólo eso, sino que ya veía detrás de su asociación un "proyecto originario" (Chávez), y que se puede resolver, para no darle muchas largas, en un impulso humano que sin duda derrumba y vence por completo al tan mencionado y defendido como una "inexorable cualidad" humana por el liberalismo: el egoísmo. Aquel trata por supuesto del "humanismo", o para designarlo en términos Freireanos: "La vocación ontológica" del ser. Este último impulso es tan inherente a nuestra naturaleza humana como nuestra tendencia a competir por la supervivencia, por supuesto, que en una educación y cultura para la domesticación y deshumanización, justamente la primera inclinación se busca amilanar a través de la naturalización de las metas simples, irracionales y el conformismo, con lo que se puede frenar el motor de la historia (dicha "vocación"; Sí, sí, lucha de clases. Lo mismo con Zoom-out). Como ese impulso es innegable, se aplaca promocionando la competitividad y el egoísmo como única posibilidad del potencial humano para la transformación del mundo, y cercenando por diversos medios la posibilidad de que dicho impulso pueda desarrollarse con libertad real.
Lo curioso es que en esa obra, donde Fedor Dostoievski nos coloca a dos hermanos, uno ateo por ser crítico riguroso al dogma y el otro resolviendo sus inquietudes espirituales a través del camino religioso, hablo de Iván y Aleksei Karamazov, en su diálogo ya se nos hace mención de las "eternas cuestiones", en las que los jóvenes que se reunían en los bares, siendo desconocidos muchas veces, parecían "perder" su tiempo. Sin embargo allí señalarían que, justamente, y ambos lo consentirían, esa inquietud que los hacía abocarse –a los jóvenes- al vínculo con Dios y a la inquietud por el socialismo son en realidad "la misma cosa". Por algo son "eternas"; en esencia, lo que cambia es la forma. ¿Y no lo señala Gramsci ya en esa extendida frase donde apunta que "ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica"? Dónde subyace esa contradicción si no es justamente en la vivacidad de esa vocación ontológica que en los jóvenes es más evidente y viva, que los hace ser, aunque bellamente ingenuos, idealistas, osados, aventureros, éticamente comprometidos y rebeldes (y así hay viejos con espíritu joven, y jóvenes que sucumbiendo a la usurpación del "ser más" por el "tener más", propiciado por el capitalismo en su tergiversación de la vocación ontológica, han envejecido.). En el fondo ambas afirmaciones –la de los hermanos Karamzov y la de Gramsci- se sustentan en un mismo aspecto subyacente, y ese aspecto, esa materia que es la verdadera fuerza del socialismo, Chávez la tenía muy clara. Con esa consciencia derribó todo tipo de categorización que se cierne sobre las expresiones parciales de ese impulso humano, con lo que fue capaz no sólo de asociar a Cristo, sino al mismo Bolívar y hacerle afirmar que en el mundo hay sólo dos grandes sistemas: el capitalismo y el socialismo.
En esa afirmación Chávez muestra su comprensión de las dos fuerzas antagónicas de la historia, que me atrevo a llamar una como "resiliencia histórica" –entendida la "resiliencia" como la propiedad de los sistemas de asimilar perturbaciones para volver a un estado original–, donde se incluyen todas las actitudes individuales que en la historia han dado fuerza a los poderes de turno para defenderse de las transformaciones (desconfianza, reacción, conservadurismo, represión por parte de subordinados, intereses individualistas) y de alguna manera poder sobrevivir a las fuerzas de cambio (En puntos críticos apelan a hacer concesiones para evitar la transformación definitiva, dándose más tiempo y usurpando discursos humanistas y solidarios, para quebrar la vocación y dispersar así su fuerza motriz original, dándose una nueva oportunidad de instaurar una nueva forma para el mismo "equilibrio");y la otra que en definitiva constituye la fuerza del progreso derivada de esa vocación ontológica (reflejada en el humanismo –unión, solidaridad, fraternidad, amor- radicalismo de pensamiento y rebeldía en la acción), ésta última que incluso ha dado a luz al mismo estado burgués en la superación de la "situación límite" (Freire) particular.
Chávez logró vencer el "focalismo" (término también Freireano) del pensamiento sectario (tanto de izquierda como de derecha) que al no ver cómo las ideas o eventos no encajan con manuales y libros religiosos, despotrica contra ellas y las tilda de erradas o "falsas". Por supuesto, una cosa es un regla, una teoría, y otra una observación atenta que se ciñe a indicios probables para observar que tan desviado está la realidad de un proyecto ideal, por lo que no queda descartado usar el saber para evaluar en sentido dialógico (someter a su vez a juicio esa misma evaluación) para poder criticar la misma pertinencia de las acciones, reglas o teorías mismas.
Todo esto lo señalo porque no es extraño ver a algunos pensadores de derecha, ante el señalamiento del concepto indefinido, aún, del "socialismo bolivariano", respondiendo que "no existen indicios que demuestren algún vínculo de Simón Bolívar con el socialismo", y del mismo modo, incluso peor, los hay mofándose de la vinculación de Cristo con el socialismo. Actitud que puede estar incluso dentro de los dogmáticos de izquierda que apelan a este tipo de criterio focalista, siendo incapaces de penetrar en los aspectos más subyacentes y humanos detrás de estas afirmaciones. Puedo mostrarles algunos de esos humildes antecedentes que hallé en ciertos apartados de los Hermanos Karamazov. En el primero Miusov se dirigía a los presentes para contar una anécdota, en ella relata la oportunidad que tuvo de conversar con un perseguidor francés de socialistas que trabajaba para el zarismo:
«No era enteramente un policía, pero dirigía toda una brigada de policía política (…) Pero yo le comprendí perfectamente. Se trataba de los socialistas revolucionarios, a quienes perseguía en aquel tiempo, dicho sea de paso. No les hablaré más que de una observación muy curiosa que escapó a aquel señor. "En resumidas cuentas –me dijo-, no tememos mucho a esos socialistas, anarquistas, ateos y revolucionarios, porque les vigilamos y estamos al corriente de sus andanzas. Pero hay entre ellos algunos individuos DIGNOS DE SEÑALAR, aunque su número sea reducido; son gente que cree en Dios; son al mismo tiempo SOCIALISTAS Y CRISTIANOS. ES A ELLOS A QUIENES TEMEMOS MÁS, PUES SON UNA RALEA TEMIBLE. Un socialista cristiano es mucho más temible que un socialista ateo» [Mayúsculas son mías]
Ya mencioné la conversación de Iván Karamazov con Aleksei, ahora apuntaré al pequeño Koila, que me recordó casi textualmente a Chávez en el plan de la patria, y por otro lado, en dicho extracto también se sugiere tácitamente una especie de denuncia al tradicional dogmatismo. También comienza a decirnos mucho del Chávez que incluye a Bolívar en la designación de NUESTRO socialismo:
«¿Por qué supone usted –Kolia dirigiéndose a Aliocha- que he de haber leído todo esto en algún sitio, o que alguien me lo ha enseñado? Soy completamente capaz de haberlo aprendido yo solo, me basta mi razón [Como imagen, este niño refleja un principio fundamental del socialismo, y es la creencia en el potencial del hombre para tener consciencia de la realidad y, con ello, alcanzar la capacidad para transformarla. Sin esta creencia, sin esta confianza en el ser humano en general, el socialismo carece de sentido]… Además –continúa Kolia-, yo no soy enemigo de Cristo. Tenía sentimientos muy humanitarios, y si hubiera vivido en nuestra época, NO CABE DUDA DE QUE SE HUBIESE UNIDO A LOS REVOLUCIONARIOS, representando junto a ellos un papel muy importante. ES INDUDABLE.»
En un mismo trasfondo, tanto Chávez como Koila –o Dostoievski- ya superan las barreras de la categorización histórica por épocas y aspectos puntuales –culturales específicos: ideológicos, económicos, políticos y filosóficos- de cada contexto particular, y justamente van de manera holística a ese aspecto humano y a la fuerza inherente e invariable a su condición como hombres, por supuesto, manifestado en sus épocas según las circunstancias y contextos: Freire lo explicaría de una manera sencilla; la vocación ontológica del ser, manifestada a través de la problematización del mundo, comenzando por la propia problematización de su entorno –estos son los jóvenes rusos en la taberna-, los conducirá progresivamente a la problematización de la "situación límite", y una vez sucede esto, se concibe el "inédito viable" (Aquello que aún no se ha hecho, pero es realizable y necesario para el desarrollo histórico). Con esto no se le puede pedir peras al olmo, Cristo y Bolívar son socialistas al corresponder a esa vocación ontológica como potencial humano y lograr vencer con su praxis (acción con reflexión; Freire) las barreras que hasta el momento se hallaban "naturalizadas" en la consciencia de un gran sector domesticado, ambos permitiendo avanzar tanto espiritualmente como políticamente a las sociedades de dichos contextos.
Hoy, todo aquel que refleje ese espíritu que pretenda revelarse contra el capitalismo, al concebirlo al igual que Einstein como "la causa de todos los males", responde a una consciencia crítica que de algún modo ha problematizado la realidad, no de manera focalista y en fragmentos aislados, sino como entramado complejo de parcialidades interdependientes, es decir, como todo. Así, constituyéndose el capitalismo en nuestra situación límite mundial, dada la "globalización", fácilmente puede concebirse como "socialista" a esos espíritus cristianos, pues trata de un partidario de que se ha sumado a uno de esos "dos únicos grandes sistemas".
Como el pequeño Koila, así Chávez nos dice sobre Bolivar: "NO CABE DUDA, DE QUE SI BOLIVAR HUBIERA VIVIDO EN NUESTRA ÉPOCA, SE HUBIESE UNIDO A LOS REVOLUCIONARIOS, JUGANDO UN PAPEL IMPORTANTE JUNTO A NOSOTROS. ES INDUDABLE". Y se ve de modo bastante claro al exponer su argumento en forma de interrogantes en el segundo objetivo del plan de la patria:
«La felicidad, la mayor suma de felicidad posible. Ahora, díganme ustedes, después de 200 años casi que nuestro padre lanzó esa frase, ese, esa conceptualización de lo que él llamó el mejor sistema de gobierno, uno pudiera decir el mejor sistema político ¿verdad? El mejor sistema social, el mejor sistema económico, él lo dijo como gobierno, es el sistema incluso ¡Cultural de los valores! , ¡Éticos!, la cultura. En el mundo hay sólo dos grandes sistemas, dos proyectos, uno el capitalismo y otro el socialismo. ¿Alguien en el mundo, cree que el sueño de Bolívar de darle a nuestro pueblo la mayor suma de seguridad social, la mayor suma de estabilidad política y la mayor suma de felicidad posible sería valga la redundancia en el capitalismo, alguien lo cree?»
Lo que quiero lograr con esto, es que el chavismo no se deje amedrentar por los politólogos, ni experimentados dogmáticos intelectuales de izquierda, que usan su conocimiento para condenar tajantemente y cuestionar nuestro carácter revolucionario. Ellos lo que hacen es buscar agentes causales de las incongruencias entre la realidad y el proyecto, y esto es, culpar personas, sin considerarlas a su vez como consecuencias de otras incongruencias más profundas –no digo con esto que haya que excusarlas-. Me interesa esto porque detrás del accionar Chavista, más que una ideología hay un aspecto humano del que he tenido la oportunidad de ser testigo, viéndolo padecer en otros según sus propias contradicciones individuales; por supuesto, que justamente el fracaso actual –fracaso, error, no "muerte"- del Chavismo se debe en mucho a la falta de formación aunada a ese espíritu recién despierto en el grueso de la revolución, en el pueblo; formación que bajo ningún concepto puede ser "bancaria" (Freire) como se ha pretendido, sino que debe obedecer a la necesidad DEL MOMENTO de ese mismo espíritu humanista que lo empuja a la indagación. Necesidad despertada, así sea como posibilidad (posibilidad que se verá truncada si gana la derecha. A esta posibilidad, más que a las personas en sí, es que se abocará su política de reversión del proceso y de nueva domesticación para contrarrestar la "liberación progresiva de las consciencias"), en revolución gracias a Chávez, y del que, quizás ignorantemente, pienso que los mismos revolucionarios de antaño pareciera se han atribuido más ínfulas de las que deben a la hora de juzgar el Chavismo.
Particularmente, yo soy de los Chavistas que conoció una nueva alternativa, una nueva posibilidad histórica gracias a Chávez –pues así no la enseñara él directamente, permitió la libertad necesaria para que ese pensamiento se desestigmatizara y pudiera florecer en las consciencias; Creó circunstancias propicias para su aprendizaje y fue partícipe incluso en su enseñanza- y así son muchos los que apenas se están introduciendo, desde el corazón, a una nueva posibilidad humana, al humanismo, durante esta década. Desde mi situación me parece que puedo decir a esas personas, compatriotas, que están asumiendo autoridades intelectuales indebidas, que es gracias a Chávez que ellos mismos están en el mapa de la consciencia política e histórica del pueblo, por lo que me parece injusto que se juzgue al chavismo sin siquiera intentar comprender su situación y poniéndonos como sujetos pares de su propia formación, trayectoria revolucionaria y tendencias particulares a la hora de juzgarnos.
Aclaro, este artículo va dirigido, más que a articulistas particulares, a tonos, a sólo eso, tonos, matices. Esto es importante, pues mucho ha enriquecido a mi perspectiva las lecturas de articulistas polémicos como el mismo Roland Denis o Toby Valderrama, incluso Heinz Dieterich, por ejemplo. Sin embargo me parece a veces que se han excedido con el tono de sus afirmaciones. Su formación y el compartir de esas opiniones por supuesto que son bienvenidas, incluso aún más que eso, necesarias, justamente por el mérito que les concede el haberse cultivado a través de la experiencia y la investigación, pero a veces podrían resultar poco pertinentes y convenientes los tonos de algunas afirmaciones, puesto que desmoralizan en la confusión y sectarizan en la indignación a este socialismo emergente y Robinsoniano (innovador). Socialismo como potencia que no es leninista-marxista-comunista-taoísta-trotskista-Dieterichsista-etceterista; que es un socialismo si se quiere "esencialista" y humanista, un SOCIALISMO CRISTIANO BOLIVARIANO y que nace, o puja para salir de la matriz, durante esta década. ¿Cómo no esperar tropiezos de algo que está emergiendo y que fue anunciado por los poetas –que como diría Mercedes Sosa, son "profetas"- un siglo atrás? El socialismo "peligroso": Chávez fue, y es, peligroso; su pueblo es peligroso, nuestro "silencio" no lo puede ser menos para el futuro poder opresor-domesticador que se instaure o que está en riña por el poder.
Así, a todos aquellos que puedan sentirse confundidos y amedrentados, sigamos el ejemplo de nuestro comandante cuando, como nos relata Javier Bardieau al citar al mismo Dieterich en su artículo "Socialismo del siglo XXI; Dieterich "el concepto", Chávez su "polarización"?" –Artículo muy rico en el que vale la pena detenerse con atención y no simplificándolo en lo que voy a usar ahora-, reaccionaría ante las críticas de éste, reiterando "varias veces, molesto: En Venezuela el socialismo es y será cristiano y bolivariano". Y además teniendo siempre presentes la insistencia de la culturización (espiritual, política, ética, filosófica) que nunca está ausente en los discursos del comandante (y están presentes tanto en el plan de la patria como en el golpe de timón), por ejemplo, y así nos solicita la lectura como un ejercicio que todo revolucionario debería, y debe, poner en práctica. El presidente está consciente, verdaderamente, de la relación dialéctica entre la transformación cultural y material de un pueblo para la verdadera construcción del socialismo, y no peca de situar a una transformación como el producto o consecuencia de la inducción de la otra.
Basta decir todo esto para tratar de defender cualquier decisión que se tenga respecto a la participación de las elecciones del 6-D, pues, aunque yo votaré por marea socialista en Aragua, en la condición actual no es posible responder pertinentemente sino con la mayor sinceridad y auto-convencimiento de que en efecto se está tomando la decisión más apropiada. Condición que justamente refleja lo que es el carácter vivo del Chavismo, no entendido como el deseo de la continuidad rigurosa de un proyecto secular –en todo caso, el Chavismo sería milenario-, sino a la unión de un pueblo que se ciñe, más que al convencimiento ideológico cientificista de un proyecto de nación "socialista", o a la devoción partidista y ciega propia del sectarismo, se une en la divergencia por el sueño común humanista de alcanzar una sociedad más justa, encaminado por primera vez con una idea de mayor trascendencia que aquellas metas dispersas a las que nos acostumbraba el conformismo liberal, éste que subordina la vocación ontológica, desviándola en metas disgregadas, intrascendentes, inocuas y banales.
Así pues, la situación actual es el reflejo inexorable de la liberación repentina de esa vocación ontológica una vez ha sido durante décadas domesticada. Ahora ante numerosas amenazas puede estarse viendo confundida y es justamente nuestro trabajo evitar que esa confusión culmine en respuesta menos convenientes para nuestra postura en el más grande de los dos proyectos históricos. Tratemos de no pegar gritos al que recién está explorando un nuevo saber –me incluyo- como al pobre incauto que pasea un bazar siendo acosado por los vendedores de distintas zapaterías y al que más nunca le quedan ganas de pasar por allí… tampoco hay que cerrarle las santa marías, y la invitación que se le haga no puede ser imprecándolo. Y es mi propia situación lo que me permite apuntar que no trata de una crisis por "caducidad" o "senectud", menos de un "rigor mortis" como quieren hacer ver algunos –casi que se unen a Maria Corinazi, la más rancia en discurso y verduga prematura del Chavismo-, sino que trata de una crisis por "novicios" y por tanto como consecuencia de nuestra condición "vulnerable".
Esa confusión se refleja en la diversidad de respuestas que se están dando dentro del Chavismo, cosa que paradójicamente no implica una debilidad sino una fortaleza, pues delatan un profundo inconformismo consecuente de ese espíritu cristiano bolivariano, y también delatan el germen del pensamiento crítico; eso quiere decir que no estamos incurriendo en el pensamiento sectario propio de la derecha, que aún cuando está consciente –porque lo están, lo que seguramente les debe doler a las aspiraciones mesiánicas de sus líderes- de que "son la misma mierda de siempre", no son capaces de actuar en consecuencia de ello, por lo que de ellos no se verán grupos emergentes tratando de recuperar su proyecto de… derrotar al Chavismo… así como son muy pocos de ellos los que votarán a regaña-dientes, ni siquiera con la esperanza de la rectificación de que al ganar los líderes harán algo distinto a lo que han venido haciendo; no, ellos quieren volver a la cuarta y derrotar al chavismo, punto. A sabiendas de la mierda inherente al hecho de volver, pero que consideran mejor que cualquier otra cosa inventada o "inventable". Ese sentimiento pesimista, resignado y conformista es lo que los une en realidad.
Hasta aquí llego con este primer artículo porque no deseo extenderme mucho más, todavía quedan muchas cosas por decir, pues mi intención considera que quizás podría intentar defender cada una de las posturas con argumentos –aspiro que sólidos- . Así, sin ser mi postura, empecé por aquella de los que sí votarán por los candidatos de la patria, justamente señalando que el principal rasgo genético de nuestra revolución no es una unidad por proyectos ideológicos socialistas concretos, al menos por el momento, sino que nace con el afloramiento de una tendencia de nuestra naturaleza humana, el revivir de la esperanza que menciona el mismo Freire, y nuestra inclinación natural por la belleza y la trascendencia. Por supuesto, este sentimiento nace en revolución –donde sólo puede emerger a plenitud- con un compromiso, y es justamente un compromiso con la formación y la culturización contra-hegemónica, la cuál es indispensable si queremos una herramienta capaz de blindar a esa vocación ontológica, mantener viva nuestra necesidad "por ser más", y evitar incurrir en la dispersión y la domesticación de la fuerza revolucionaria original, hoy todavía presente.
Cierro aceptando que para este compromiso es indispensable la vieja izquierda, pues sin duda alguna ella ha sido fundamental para el surgimiento del Chavismo, incluso desde el mismo momento que le sirvieran a Chávez como objeto de persecución y problematización de la realidad cuando nos confiesa que perseguía guerrilleros y se hacía muchas preguntas entonces; de alguna manera u otra, ya sea en su insistencia, perseverancia o lucha, los tradicionales izquierdistas han sido fundamentales para el surgimiento de esta fuerza que se debe regir por un principio enteramente Robinsionano, y de la cual Chávez deja nos deja las señas para su orientación, que debe ser primeramente una "revolución espiritual, política y cultural" que abarque "lo económico". Ellos tienen la obligación de contribuir y no de sabotear. No quiero por eso menospreciar la perspectiva de muchos de quienes incluso yo mismo he aprendido.
Sí, hay muchos temores que se ciernen sobre nosotros al ver cómo se debilita el proceso… EN EL PODER, pero la victoria está en la cultura, donde, a mi parecer, cada vez que un Chavista dice "soy Chavista y no madurista", o se abstiene de votar, o vota esperando rectificación, o vota por una alternativa, restando protagonismo al personalismo y dando prioridad al proyecto, en todos estos casos hay un chavista que muestra la huella indeleble e intacta de esa fuerza original, en otras palabras, Chávez está intacto, y esto es algo que les va a doler a todos los aspirantes a opresores, que deben estarse frotando las manos como las moscas, pensando que el pueblo AHORA es vulnerable. Y aunque aún no lo siento vulnerable, si justamente no tomamos consciencia la situación actual entendiéndola como una consecuencia de esa condición que llamé "novicia" (lo que demostraría que no somos los hijos de una vieja izquierda, en todo caso, ¿nietos?... si no que somos los hijos de algo más reciente), será cuestión de tiempo si nos descuidamos para que la resiliencia histórica construya en el país un nuevo PSOE-PP y tendremos que esperar algunas décadas para que el Chavismo nuevamente tenga oportunidad (lo que también es inevitable, lo que podemos es saltarnos la pausa).
Abordaré también la verdadera gloria y esperanza de las aspiraciones opresoras (multicolor): los sectarios (también multicolor), que son incapaces de dudar por un segundo del "dirigismo" (Freire) y ven con ojos brillosos a sus amos cuando les hablan. Sin embargo, más vivo está Chávez que nunca en los venezolanos (también multicolor), pues ni los mismos opositores se han dado cuenta de que Chávez también ha calado en ellos generando dos tipos -la única categorización que, pienso, es pertinente hacer- de Venezolanos: Venezolanos "pendejos", y "no-pendejos", y esto va más allá de si votan, no votan, votan por tal o cuál, sino que reside en la propia actitud respecto al voto y la perspectiva de cada uno sobre los líderes a los que votaran. Y en esto, estoy absolutamente convencido, somos la mayoría.
Me queda pendiente además dejar claro a qué me refería con "el silencio del Chavismo", adelantando que no es jamás un silencio pasivo ni subordinado, sino en cambio propio de nuestra idiosincrasia: sagaz, artimañoso y hasta estratégico. Seguiré redactando y esperaré ver este artículo publicado antes de enviar el siguiente.
Richard Niño
«En el socialismo, se pregona y tenemos que pregonar con el ejemplo, con los valores morales y espirituales del socialismo, del humanismo, los que somos cristianos del cristianismo verdadero; y con esos valores, con esa inspiración suprema construir en Venezuela, continuar construyendo —ya dije— el socialismo del siglo XXI, en lo político. Y en lo político hay un centro de gravedad fundamental para que en el ámbito de lo político, continuemos construyendo un verdadero sistema socialista. Me refiero, al poder popular, sin poder popular verdadero, ORGANIZADO, FUERTE, CONSCIENTE no habría socialismo.»
H. Chávez Frías