Luego de la derrota del 6D, y después de casi dos semanas de debates y exigencias por parte del movimiento popular para que se hagan las rectificaciones necesarias, no hemos avanzado en prácticamente nada. Pareciera haber un temor en tomar decisiones por el "qué dirán" en la comunidad internacional o en el mismo país.
Más allá de los discursos, se nota una parálisis que algunos justifican por la época navideña. En las instituciones, ciertamente, las caras de alegría de los infiltrados y el ambiente festivo contrasta con las acciones que demanda el momento de crisis que vivimos.
Se han hecho innumerables propuestas que van desde la renuncia del Gabinete, hasta las convocatorias a las asambleas populares que empiecen a tomar el protagonismo. Igualmente, a nivel del Partido, la inacción es notable. En la primera semana se convocaron asambleas por circuito, en donde no se sabe qué pasó con las propuestas, luego se hizo la reunión extraordinaria del III Congreso, pero después de ahí quedó el silencio total. Salvo la honrosa renuncia de Aristóbulo Istúriz, más nadie ha tomado acciones.
Por lo tanto es el momento de proponer, de debatir y de movilizarnos. Rebasar al Partido y al Gobierno y que sea el movimiento popular el que presione por los cambios necesarios. Las grandes movilizaciones organizadas y tuteladas desde las instituciones y ministerios no son la respuesta. Manifestaciones en las que los oradores preguntan "¿…y donde están las mujeres?", "¿…y donde están los magallaneros?", "¿…y donde están los chavistas?" esas manifestaciones atentan contra nuestra inteligencia. Sin contar luego la fiesta, los grupos "culturales", la bebedera de cerveza y otros elementos que evocan las romerías blancas.
Basta de esas movilizaciones puntofijistas, es hora de un sacudón revolucionario, que al parecer la derrota del 6D no lo logró. Es momento de estremecer, desde las bases, la estructura del Gobierno y del Partido, que se sienta que, verdaderamente, estamos en Revolución y no bajo un Gobierno medianamente progresista que quiere quedar bien con Dios y con el Diablo. Que se perciba que se ataca de manera drástica el problema de la corrupción y que se metan presos a los especuladores, a las empresas de maletín que se robaron miles de millones de dólares y que se toman acciones contundentes contra los desestabilizadores y conspiradores. Basta de ver al Presidente quejándose de que tal dirigente lo ofendió o que tal persona hizo, pagó o sobornó. Basta de impunidad.
Para terminar, proponemos que de manera inmediata se activen las patrullas territoriales del partido en todo el país. Es inconcebible que tengamos las Patrullas Sectoriales activadas, pero que las Territoriales sigan esperando por directrices del Partido. Además se propone que se activen las Patrullas Laborales en todas las instituciones del Estado a lo largo de todo el país. Esas Patrullas Laborales deben ser comandadas por un delegado del Partido que NO trabaje en la misma institución. La Patrulla no sería para perseguir a los escuálidos en las instituciones, los cuales deben permanecer allí porque nosotros somos incluyentes y no nos comportamos como la Derecha. Eso sí, esos escuálidos no deben estar en posiciones de poder, de toma de decisiones o de generación de políticas. La función de las Patrullas Laborales es forzar a que la gestión del Gobierno sea orientada a favorecer al pueblo, a articular con el Poder Popular, a activar el Punto y Círculo, y sobre todo, a mejorar la eficacia y combatir la corrupción. Queremos tener un poderoso ejército Gobierno-Partido-Poder Popular enfrentado al Imperio y haciendo Revolución.
Tenemos poco tiempo, es momento de actuar. Por nuestra Revolución y en memoria de nuestro Comandante Eterno.