Comienza el mes en el que la Derecha toma la Asamblea y no hemos visto los cambios radicales que el pueblo ha venido exigiendo. Han seguido los mismos ministros, algunos brillantes pero otros de una mediocridad evidente. Las estructuras del Gobierno no han recibido el sacudón que amerita la derrota del pasado 6D. Pero tal como lo afirmó de una manera precisa el Periodista Eleazar Díaz Rangel, de todas las instituciones responsables de la derrota, la que menos parece preocupada por transformarse es el Partido de la Revolución, el PSUV.
Luego del 6D el PSUV se hizo una reunión con las bases quienes hicieron sus respectivas críticas, luego se dio la reunión extraordinaria del III Congreso y después se sumaron a las vacaciones colectivas, como si la Revolución tuviera horario de oficina. No es aceptable que quien debiera liderizar el proceso de transformación radical de nuestras políticas públicas, quien debiera estar preparando al pueblo para las batallas que se avecinan, haya pasado a descansar y a disfrutar de las vacaciones decembrinas.
Pero más allá de las críticas en la actuación del PSUV, más bien llama la atención la gran cantidad de planteamientos que se han hecho a través de las redes sociales, de las asambleas populares, de las reuniones de base y de las expresiones emitidas por pensadores que defienden el Chavismo. En casi todos se puede ver la necesidad urgente de que el Partido deje de ser sólo una máquina electoral y se convierta en un Partido-Movimiento, tal como lo expresara el propio Comandante Chávez.
El PSUV no puede ser un Partido-Gobierno, en el que sus máximos dirigentes son los mismos dirigentes del Gobierno. Y en donde los mismos vicios de nepotismo, burocracia y clientelismo son repetidos en el seno del Partido. Recordemos los tiempos del puntofijismo en el que los Gobiernos Adecos estaban bajo la crítica constante de Acción Democrática. Recordemos también como el Buró Sindical imponía agendas o censuraba acciones de Gobierno, independientemente de que fueran el partido de gobierno. Lo que sucedía era que había un cierto nivel de independencia entre el Gobierno y el Partido. Ni siquiera esto sucede con el PSUV.
Para transformarse en Partido-Movimiento, el PSUV debe deslastrarse de una gran cantidad de dirigentes que ejercen funciones de Gobierno y de Dirección Partidista, esto lo que hace es repetir las prácticas clientelares, de nepotismo y de burocracia en el Partido. Debe haber independencia entre el Partido y el Gobierno, y debe haber un proceso de continua supervisión de las políticas públicas y de la acción formadora y politizadora en el funcionariado del Gobierno.
El PSUV debe dar cumplimiento a sus estatutos en los que señala que la Patrulla "es el componente celular básico y primario del Partido y están vinculadas a las formas de organización del Poder Popular". Pero no debemos quedarnos sólo en las patrullas sectoriales, debemos impulsar también las patrullas territoriales (las cuales inexplicablemente no se han activado), las patrullas laborales, las del Trabajo Voluntario, las de Inspección y Seguridad, etc. Se trata de que el Poder Popular se desarrolle al máximo junto con la facilitación del Partido, quien aporte formación, visión nacional y de largo plazo, conciencia, ideología, ética y compromiso.
Por último, es importante rescatar y traer al debate actual "Las Cinco Líneas Estratégicas de Acción Política". Ese documento de enero de 2011, emitido por el Partido bajo el ojo sagaz del Comandante Chávez resume el planteamiento central de lo que debemos hacer para rescatar al Partido, como instrumento y no como fin, de la Revolución.