Ya causa indignación la fastidiosa perolata de esos comunistas de salón que pretenden ser más papistas que el Papa. Admitimos que comienza a inquietarnos el hecho de que a cada rato los corredactores de la desaparecida sección "Grano de Maíz", se empeñen ahora en buscarle la quinta pata al gato, pues pareciera que intencionalmente prefieren ignorar que Nicolás Lenin era de los que advertía que "el socialismo no es un dogma ni un símbolo de fe, sino una guía para la acción revolucionaria". ¿Quién ha dicho que la historia de los pueblos se concreciona en forma rectilínea como el monorriel, y que sus actores están impedidos de ver para los lados porque sufren de torticolis?
A la temeraria pregunta: "¿Con cuál careta se presentaran el 5 en el Cuartel de la Montaña?", respondemos que con la misma entereza moral con la que hemos enfrentado la más feroz de las conspiraciones promovida por factores externos e interno, que juraron en 1998 que recurrirían a las más sucias armas con el fin de sacar de circulación nuestra primera experiencia socialista. Conociendo el viacrucis que hemos enfrentado en estos últimos 17 años, alguien podría poner en tela de juicio que después de 1830, no ha sido fácil desafiar a una espantosa vorágines de apetitos de esa burguesía parasitaria que hipoteco nuestra soberanía a cambio de enriquecerse a costa del empobrecimiento de las grandes mayorías.
A los criticones de oficio le advertimos que si el país llegara a caer en las garra de esas alimañas que nunca cambian, puede dar por seguro que para los fascistas no existen chavistas buenos y malos; y que en el mejor de los casos serán las cárceles o el destierro el lugar reservado para que se reúnan quienes tratan de construir la nueva sociedad sin ninguna clase de complejos y aquellos que no llegaron a comprender que el socialismo no se edifica trasplantando mecánicamente otros modelo, pues cada nación tiene sus propias peculiaridades.
Y en cuanto a que "la revolución fue capturada por el capitalismo", aconsejamos dejar la pereza mental y meterle la lupa a experiencias exitosas como las de China, Rusia, Bielorrusia, Correa y Viet nan del Norte, para que así se convenzan que la sociedad de los iguales no se erige necesariamente sobre una tupida montaña de quijotismo, ni tirándole peos a la luna porque los hacedores de la historia siempre tuvieron los pies sobre tierra firme. Entonces, ¿Quiénes llevan la careta? Lo demás son cuentos de camino y conversaciones de arriero.
Y para redondear el cuento cabe preguntarse: ¿Sera que Toby Valderrama y Antonio Aponte se dejaron contagiar del "izquierdismo como enfermedad infantil del comunismo"? ¿O no?