Marzo se presenta como un mes de hondas confrontaciones civiles después del coletazo del 6D, alargado por una oposición que marcó el "vamos con todo para sacar a Maduro" contra "Maduro no renuncia" del chavismo, resistente de manera contundente con cinco millones de votos duros, a pesar de la intensa campaña mediática antichavista en su contra en este proceso.
La oposición auto limitó su promesa para "sacar a Maduro en un plazo de seis meses", lo cual le enreda el juego en estos momentos, ya que no previeron la articulación constitucional de la promesa ofrecida, puesto que ahora esta luce, además de inviable, engorrosa para su aplicación e inconcreta por las múltiples y variadas opiniones de los sectores opositores, que no se ponen de acuerdo sobre cómo aplicar la "Salida", por ello desvanece el plan contra el TSJ que puso en claro la competencia constitucional de esta Asamblea.
Sin embargo por el sector del PSUV y el GPP pareciera no salir del trauma ocasionado en las elecciones pasadas, aun y cuando el presídete Maduro accionó los 14 motores para superar la crisis económica que hizo perder el poder adquisitivo de la moneda nacional y que sigue molestando a los millones de seres que siguen buscando en intensas colas los productos para la vida diaria de los venezolanos.
Esta es una realidad insoslayable, que afecta la calidad de vida de todos, pese a los esfuerzos del presidente para que esto se minimice con firmeza; sin embargo se ve pero no se siente; trabaja intensamente pero los resultados aún no se concretan en la cotidianidad del pueblo. Mientras tanto los históricos sectores económicos de la especulación fortalecen sus largos y efectivos tentáculos, a pesar de la lucha contra la corrupción emprendida por el ejecutivo.
Héctor Rodríguez, brillante joven, jefe de la bancada de la Patria en la AN, señaló acertadamente que uno de los defectos a superar por quienes dirigen la revolución es derrotar la soberbia que embarga a buena parte del "liderazgo revolucionario", y esto es tan cierto como el sol que aparece cada mañana. El liderazgo de la base se nota ausente en las luchas de la calle al lado de los necesitados; no ejercen su poder pedagógico, supervisor y controlador de las políticas implementadas por el presidente; solo se limitan a estar presentes en las movilizaciones. No hacen el trabajo de compartir la cotidianidad del pueblo a su lado y en su defensa, parecen invitados y observadores del "cómo va la vaina".
Es hora que la dirigencia revolucionaria salga a la calle para compartir con la dirigencia local sus luchas y ansiedades; involucrándose y aclarando sus dudas; atacando las perturbaciones al proceso como nos enseñó Chávez, con valentía y amor, de manera unitaria e identificando a los enemigos del pueblo, que están incluso infiltrados en el proceso. Enfrentando a quienes sabotean el proceso sean militares o civiles corruptos, para que el estado sin dilación neutralice los ilícitos con prontitud, y eficacia.
Otro aspecto es la ineficiencia e ineficacia gubernamental en todos los estratos, nacional, regional, municipal; llena de bizarras burocracias con una treintena de pasos para otorgar permisos y licencias que alientan y benefician únicamente la corrupción. Pero repito allí de estar la mirada escrutadora de los partidos y el pueblo organizado, quien debe tener peso para advertir y frenar tantos vicios heredados de esa cultura rentista, consumista y paternalista que hoy queremos erradicar.
Marzo es un mes de revitalización del pensamiento revolucionario, y no es casual que se cumplan tres años de la siembra de ese ser humanamente maravilloso que nos regaló la vida, Hugo Chávez Frías dejó un legado para concretarlo y si es posible adelantarlo, con fe y amor pero con mucha sinceridad en cada uno de nosotros. ¿Perderemos esta oportunidad, o dejaremos que el juego siga trancado?.