Si en tiempo del Imperio Romano hubiese descollado la libertad de prensa, por allá en el 48 a.C., se conocería alguna nota de prensa reveladora de las tropelías financieras (corrupción lindante al delito) del aristócrata Pompeyo. El héroe de la guerra contra la Hispania (hoy España) se guardaba la mitad del presupuesto destinado para la guerra. Este capital se lo entregaba a un prestamista para aprovechar los altos intereses sobre tales depósitos ofrecidos por el especulador, evidentemente para su beneficio personal. También hubiesen sido noticia los chanchullos parlamentarios de Julio César (100 a.C), el vencedor de Pompeyo en la batalla de Farsalia. El héroe triunfador de la guerra de las Galias aprovechó su fortuna, producto de los saqueos, para comprar alguno que otro senador para alcanzar objetivos políticos. Como se ve la delincuencia política es de vieja data.
En los basurales de la historia se encuentran detalles de cierta estafa que, por lo increíble, prefieren no recordarlas. Una de estos fraudes es el de los Estados Pontificios del Vaticano, llamada también la "Donación de Constantino". Durante mucho tiempo se admitió como una verdad que el rey Constantino I, a través de un decreto apócrifo fechado en el año 300, aceptó al papa Silvestre I como soberano y legaba al Vaticano la ciudad de Roma, las provincias de Italia y el resto del Imperio Romano del Occidente. Pero como la mentira tiene las patas cortas es imposible mantenerla durante muchos años. En el 1440 (trascurridos 1140 años) el humanista Lorenzo Valla descubrió que tal donación era una falacia, que el documento presentado era espurio dado que el análisis lingüístico del texto y además, el papel utilizado no se correspondían al del año 300. Son numerosas las pillerías a los que nos tiene acostumbrado el Vaticano, vale recordar la del banco Ambrosiano (1982) y la presunción del blanqueo de dinero en el banco del Vaticano, el cual es utilizado por las mafias de EEUU y de Italia. Cosas de la sagrada política.
La primera contrabandista y narcotraficante del mundo fue la reina Victoria del Reino Unido. No tengo intención de ofender a los caballeros y damas inglesas. Tal acusación pareciera más bien una blasfemia contra una encumbrada y aristocrática cortesana (q.e.p.d). En verdad, esta imputación no viene de mi pensadora ni de mi mala intención, los causantes de esta imprecación son los libros de historia. Son estos los que describen las dos guerras del opio (1839 y 1842) entre la China y el Imperio Británico. Los motivos de estas fue el empeño de este último de contrabandear opio en los barcos de la Real Compañía de las Indias Orientales (propiedad de la corona) desde la India hasta la China para imponer el consumo de la droga en este país. Las ofensivas se generaron ante la oposición del gobierno chino de la entrada de esta droga nociva. Nada ha cambiado hasta hoy, la droga es un buen negocio de los gobiernos, por ejemplo, el de mayor consumo (EEUU) y los banqueros blanqueadores de capitales.
Nadie puede imaginar a un rubio banquero suizo, tan blanquito él, con sus ojos azules o verdes, tan bien vestido, bien hablado y sumamente elegante metido en negocios turbios confabulado con las autoridades del gobierno helvético. Muy pocos periódicos comentan las chapucerías del "oro nazi" u el "oro del Reich". Este tesoro no era más que el noble metal decomisado en toda Europa a los hijos de David y luego remitido diariamente, en maletas cargadas con ocho o diez quilos de oro, directamente del Reichsbank (Berlín) hacia Zúrich (Suiza). Ciertamente, la pillería de los políticos suizos no cambió y por eso en sus bancos existen las cuentas numeradas para proteger a los blanqueadores de capital, a los políticos corruptos, a los narcotraficantes y todo bicho que se presente con fortunas sin partida de nacimiento. Bribonadas encriptadas.
Estamos acostumbrados escuchar a los presidentes de EEUU como sumos pontífices de la democracia, de la probidad administrativa y de la libertad. Así mismo, se consideran los policías del mundo dedicados a resguardar la honestidad y la moral de todos los habitantes del planeta. Por eso lo del espionaje global, providencia para evitar el terrorismo. Generalmente, tal como ocurre con el emperador Obama, a los políticos gringos no les importa la historia y mucho menos las verdades derivadas de esta. Si algunos saben de trapacerías políticas y financieras son los gobernantes de USA. Uno de sus botones, como muestra, es el caso de Irán-contras. Este asunto destaca la ayuda recibida por la contra nicaragüense para combatir el gobierno sandinista de la época. Este socorro, durante el gobierno del presidente Reagan, provenía de la CIA, del contrabando de armas desde Irán y el tráfico de drogas vinculado con los exiliados cubanos en Miami. Una vez descubierto todo lo referente al tráfico ilegal de armas y del blanqueo de capital, el presidente Bush (padre) indultó al exsecretario de Defensa Gaspar Weinnberger y otros cinco funcionarios implicados en el caso. Hipocresía tras hipocresía.
La droga es un buen negocio que mueve tanto dinero como el petróleo, por eso los gobiernos y sobre todo el de EEUU participan de los beneficios de la comercialización de los estupefacientes. No es coincidencia que las naciones donde hay bases militares norteamericana (Colombia y Afganistán) son los paises de donde parten toneladas y toneladas de narcóticos. De seguro, son muchas las manos metidas en este negocio productivo, partiendo desde los productores protegidos por las bases militares gringas, seguido por los banqueros, los distribuidores, ciertos políticos, funcionarios corruptos, entre otros. Me obligo a pensar que de la única parte de donde salen millones y millones de dólares para pagar la droga es de las taquillas de los bancos. Así mismo, los receptores del dinero proveniente de las ganancias por la comercialización de las mal llamadas sustancias prohibidas, consumidas por más cuarenta millones de personas en USA, son las entidades financieras supuestamente supervisadas por los gobiernos. Réditos subrepticios.
Es casi imposible agotar acciones y nombres donde es palmaria la delincuencia política. Inadmisible olvidar a Bush (hijo), Hilary, Tony Blair, Asnar, Sarkozy entre otros tahúres quienes se confabularon para robarse el petróleo de Afganistán, Irak y Libia. Para tal fin financiaron y entrenaron a un grupo de criminales para asesinar millones de seres humanos y destruir poblaciones enteras. No solo se robaron el petróleo, también despojaron a Libia de sus fondos depositados en los bancos norteamericanos y europeos. El robo es un delito en cualquier parte del planeta.
Lamentablemente los delincuentes políticos se multiplican y dejan herederos perversos. Todavía los cuerpos de los muertos de Libia, Afganistán e Irak no se han enfriado y el mundo observa con estupor las actuaciones en Siria de Obama, Rajoy, Erdogan, Cameron, Hollande y sus socios de la OTAN. Estos forajidos de manera descarada negocian con otros bandidos, el estado islámico, para obtener petróleo barato contrabandeado por el gobierno de Turquía y conspiran descaradamente con esta cáfila de asesinos para derrocar el presidente de Siria. Venezuela, Argentina y Brasil reguarda en su seno una caterva de delincuentes políticos carentes de escrúpulos. Estos bandoleros negocian con narcotraficantes, con representantes de gobiernos extranjeros, con banqueros lavadores de dinero, con empresarios de dudosa probidad, con paramilitares criminales…solo para entregarle sus patrias al mejor postor.
Para finalizar copio un párrafo de la obra "Del espíritu" de Claudio Adriano Helvetius (1715-1771).
"En los países civilizados, el arte de la legislación no ha consistido frecuentemente más que en hacer concurrir una infinidad de hombres al bienestar de un pequeño número, a tener para ello a las multitudes en la opresión y en violar respecto a estas todos los derechos humanos".
Los "papeles de Panamá" nos muestran el talante de algunos supuestos dirigentes, estos falsarios encontraron en la política un medio para conseguir más dinero, sin importar las consecuencias derivadas de sus trapacerías políticas. De esto sabe mucho Macri. Como ve estimado lector, la historia no enseña nada, ni a los políticos ni tampoco a millones de electores.