Durante varios años, a través de Mercal, Pdval y por último los abastos Bicentenario, la revolución trató de llevar alimentos baratos, económicos y hasta de calidad a los venezolanos. ¿O acaso no recuerdan las famosas puntas uruguayas o la buena carne de Nicaragua? También, todas la cadenas de supermercados y abastos privados tenían los productos de la canasta básica subsidiados ¿Si o no? No sólo fueron alimentos lo que la revolución subsidió. De manera irresponsable tambien lo fue la ropa; (Nike, Adidas, Levi´s), la tecnología (celulares IPhone, Samsung, televisores, neveras), las benditas motos chinas hoy con miles de muertos encima, los carros: óigase bien ¡hasta los carros estaban subsidiados! O acaso no recuerdan la época en que la gente hacia colas, literalmente hablando, para comprar los vehículos que no llegaban a colocar en los concesionarios para exhibición, porque las famosas listas ya no lo permitían. Sucedió entonces que los demandantes empezaron a ofrecer dinero por encima a los dueños de los concesionarios para recibir el beneficio social de un Toyota subsidiado, cuyo tanque sería llenado con la gasolina más barata del mundo. Por supuesto, los rolos e vivos de los concesionarios no se hicieron esperar y montaron a través de testaferros sendos negocios donde vendían carros usados cero kilómetros más caros que los nuevos; no olvidemos al famoso empresario que especulaba pero daba empleo.
Imposible tampoco olvidar el subsidio a los viajeros. Con tarjetas de créditos primero con 5.000 dólares de limite, después con 3.000 dólares y hoy con 2.000. Nos convertimos en un país digno de estudio para los economistas. Fuimos los únicos en el mundo donde la gente salía de viaje y regresaba con más dinero del que se llevaba producto de raspar la tarjeta. Miles de millones de dólares se esfumaron por allí, entidades financieras, agencias de viajes, líneas aéreas y muchos más participaron del jolgorio. El famoso cupo electrónico y las inolvidables remesas familiares también contribuyeron a la quiebra.
Todas estas iniciativas funcionaron mientras teníamos los dólares, hoy los hermanos latinoamericanos no nos mandan ni unos cuantos kilos de sobre barriga o bofe. Sobre estas estructuras se montaron grandes mafias, muchos unos y otros se hicieron mil millonarios en bolívares y también en dólares. Parecía ser que el fin justificaba los medios.
Hoy, es otro gallo el que canta, no hay dólares y el precio de los productos que todos los venezolanos consumimos bien baratos están disparados tratando de alcanzar el supuesto justo equilibrio de rentabilidad para los productores. Mientras tanto, las estructuras burocráticas de Mercal, Pdval y Abastos Bicentenario (los que no están presos), están allí, cobrando sin trabajar. Ahora, después de haber recordado algo de lo que muchos no recuerdan, y otros se hacen los de Uslar Pietri (los pendejos) volvamos a los CLAPS.
He seguido con detenimiento el programa, los comentarios de la gente (no de los que entrevista VTV) y éstos no son lo más alentadores. Las bolsas de alimentos en algunos sitios han llegado quincenalmente, en otros mensualmente, unas contienen x cantidad de productos, y a otras les falta o les sobra algo en comparación con la anterior. En algunos sitios no ha llegado, ni llegará. Esto último me duele afirmarlo porque no me contenta, me da tristeza que el pueblo venezolano esté pasando hambre Presidente Nicolás Maduro.
El Estado no tiene la capacidad logística para mantener el programa y que de verdad logre sus objetivos, que es evitar que el pueblo pobre, los más humildes pasen hambre. Detrás de cada iniciativa como ésta, por muy noble que sea, están los vivos, que seguirán enriqueciéndose.
¿Qué hacer? La respuesta no es nada fácil. Si yo fuera Presidente, pero como no lo soy, le corresponde a usted Presidente Maduro, buscar las respuestas. Es mi humilde parecer que usted debe eliminar todas esas estructuras viciadas, hoy ociosas del ministerio de alimentación y debe liberar los precios, así sea acusado de neoliberal o capitalista. Pues, eso es preferible antes que lo acusen de la muerte de muchos venezolanos por hambruna. Con esto usted elimina el problema de los bachaqueros, parece que es la única forma de hacerlo.
Pienso que no habiendo oportunidad de ganar dinero en la reventa de productos, las colas desaparecerán y con ellas el constante y amenazante caldo de cultivo para un estallido social, grupos de personas fáciles de motivar por las fuerzas de la derecha. Ya no habrá más desabastecimiento, los anaqueles estarán surtidos y una buena parte de la población podrá adquirir los productos. Las colas de los Plan Suárez ya no podrán estar atormentando a los pobrecitos Rajoy a través de su Antena 3. Solucionado el problema del desabastecimiento (alimentos regulados). Ahora: ¿qué hacer con los millones de venezolanos que no podrán comer? Deles un subsidio. Sí, un subsidio, ¿qué cómo así? Bueno Presidente, un subsidio directo en bolívares a la cuenta de cada quien, dependiendo de la situación familiar el subsidio sería gradual y temporal, así el gobierno no tendría que estar repartiendo comida, y cada quien la podría comprar hasta en la bodega de la esquina sin ninguna complicación. Dirija todos los esfuerzos para lograr alimentar de esa manera a quienes más lo necesitan y no se preocupe por la vieja que derramó el arroz sobre los pies de Eduardo Samán, ni por bachaqueros, ni colas, ni nada de eso. Ahora, para esto necesita recursos, y es un asunto de economistas y de sensatez, de revisar el libro del debe y el del haber, que como diría Juan Vicente Gómez: "debe haber no, sino que hay carajo" CLAP hambre para hoy y también para mañana, lamentablemente.
Aprendiz de escribidor
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