Cuando vemos tantos jóvenes y adolescentes signados por la delincuencia es bueno preguntarnos de dónde vienen. Por qué han asumido un sistema de vida tan riesgoso en el que muchas veces pierden la libertad y hasta la vida. Al hacerlo veremos que mayoritariamente provienen de hogares sin padres, de padres con antecedentes penales o de pésima conducta familiar. No falla. No hay familia constituida y funcionando como tal. Se perdieron los valores. Es necesaria la responsabilidad paterna. Sin dudas es la hora de los padres de verdad. ¡Es la hora de los padres!
Por eso este domingo, como miles de compatriotas, hice un alto para honrar al socio indispensable de nuestras madres para darnos la vida y sentí la necesidad de volcar de manera sincera, directa, como siempre, mis sentimientos y reflexiones sobre tan bella jornada y nuestra patria.
Don Cosme Rivas, mi padre, me hizo ver la vida con fortaleza y realidad. Me enseñó algo fundamental e innegociable que me fortalece moralmente: la honestidad total. Un estilo que se agranda en las tempestades para extraer la fuerza necesaria para timonear sin temores y así superar las dificultades de cada día, cualquiera fuere su tamaño.
Aprendí en las arenas de Playa Parguito que debíamos cultivar el positivismo que nos permitiera decir siempre "No hay imposibles". "Somos más fuertes que la dificultades que puedan acosarnos". Comprobé lo hermoso que es tener amigos. Practicar la solidaridad. Jugar en equipo. Administrar el esfuerzo.
Estoy persuadido de que cualquier hombre puede convertirse en padre, pero no todos pueden ser llamados papá, porque así solo se les llama a los que con amor y valentía asumen el difícil reto de sacar adelante a una familia entera.
Hoy, como padre, trabajo para ser el mejor amigo y consejero de mis amados hijos. Para ser su consuelo en la tristeza y decirles que siempre estaré junto a ellos cuando necesiten aliento para continuar luchando y resistiendo por una vida y una patria mejor.
Con el tiempo descubrí al Padre de la Patria: el gran Simón Bolívar, quien me incorporó valores trascendentes, que me esfuerzo por poner en práctica cada día porque son hermosos sentimientos tricolores que me motorizan cada mañana para salir a construir futuros que hoy parecen fantasías y luego se materializan en servicios y obras para todos.