Conmovida, sin explicaciones coherentes para los actos vandálicos, la sociedad cumanesa va de un lado a otro, nos apresuramos en busca de bienes y servicios faltantes, hoy las colas en las pocas panaderías lucen más largas, probablemente muchos de estas personas en las colas eran parte directa o indirecta de los saqueadores. Algunos establecimientos comerciales están abiertos bajo resguardo de la GNB y otros cuerpos de seguridad. La ciudad en su conjunto trata de volver a la cotidianidad, a la calma.
Los "comerciantes" y "empresarios" sopesan el valor de lo perdido, de lo saqueado, de las acciones vandálicas, irracionales, de generación de caos, de terror, no de busca de alimentos, definitivamente no. Ellos, comerciantes y empresarios, para quien escribe, deben estarlo pensando bien, muy bien. ¿Son o no parte fundamental del problema? El caos, el terror, el estado demencial al que se llevó a la ciudad cumanesa, de inestabilidad emocional y social, tiene que ser correspondido, debe tener una lectura bien cuidadosa. Su actividad productiva y empresarial no será posible en ese clima sea cual sea el gobierno que por vía de la violencia pretenda llegar al poder. Eso de andar preñados de buenas intenciones y pensamientos, de promoción de estas situaciones debe definitivamente quedar desterrado de sus inventarios. El pacto de convivencia social se ha roto y no deberían seguir abusando de los consumidores, de los venezolanos, de la sociedad a la que se deben.
Por su parte, en rueda de prensa los rostros de "lideres" opositores muestran sin duda, como en el pasado, angustia, desesperación, pérdida de control de la situación. Los acontecimientos delincuenciales ocurridos hace 24 horas en Cumaná parecen haberlos colocado contra la pared y apresurados dan un paso al frente. ¡La situación se les fue de las manos! Los delincuentes no sólo atacaron instalaciones públicas como se sospecha del plan, atacaron propiedades privadas que nada tenían que ver con comida. Destruyeron una guardería con niños dentro. Los terroristas no tienen color ni ideología política, ellos son un instrumento que una vez con poder defenderán sus intereses y esta dirigencia opositora, en un gobierno devenido de la violencia y la intervención extranjera, la única manera de detenerlos es la muerte. El caos, terror con más terror.
La Ciudad de Cumaná, 24 horas después de ser sometida a acciones terroristas, está y quiere volver a la calma, ¡hagámoslo posible!