En 1998 irrumpía una nueva era republicana, trayendo consigo serias dificultades, pues no es fácil desafiar el imperialismo y sus lacayos nacionales. No por azar los estudiosos de la historia científica han coincidido en que el nacimiento de la VR fue un parto doloroso y traumático, Y decimos que a su vez represento una prueba de fuego, porque su accionar trastoco viejas estructuras que se habían originado en tiempos de la colonia. Hasta las piedras saben que desde 1830, nuestra rudimentaria economía impidió que la sociedad se asomara a la civilización; y que el pueblo oprimido se convirtiera en verdadero protagonista en la construcción de su gran destino. Y porque con hidalguía los venezolanos decidieron brillar con luz propia, también su propósito vino acompañado del valor de aceptar el reto de interrogar el destino y darle respuestas a la posteridad. Se preguntaría Miguel de Cervantes en su célebre Don Quijote: ¿"Si los perros ladran, es porque estamos llegando"? ¿O no?
Reflexionando con sentido crítico y autocritico, reconozcamos que el Estado socialista no ha logrado cuajar porque está en pañales. Tampoco es menos cierto que ese viejo andamiaje político-administrativo del capitalismo enerva las iniciativas dirigidas a impartir justicia social; y como si fuera poco, la clase reaccionaria aún no ha cesado en su locura de querer latirle en la cueva al novísimo proceso bolivariano. De modo que sería necio negar que el chavismo este mas enredado que perro con tres bolas, y todo porque el alto gobierno prefiere derrochar tiempo tendiéndole puentes a un dialogo imposible, en vez de ejercer con pertinencia el principio de autoridad en toda la extensión de la palabra.
No desatina el ex mandatario uruguayo, José Mujica, cuando afirma que en Venezuela hay exceso de democracia, y quizás sea esa una de las motivaciones para que la oposición se empalague confundiendo libertad con libertinaje. Y como bueno es cilantro pero no tanto, a la final las circunstancias obligaran a consultar el "cesarismo democrático" y el "gendarme necesario" de Don Laureano Vallenilla Lanz, porque ningún gobernante por muy demócrata que sea será tan pendejo para dejarse arrebatar en sus narices la puerta de la historia. Es por eso que decimos que si la oposición se emperra en desconocer las reglas del juego democrático, entonces no le sale ni pan ni agua.