Gustavo Dudamel con la batuta en ristre

Los símbolos, como sabemos,

son intocables”

Milan Kundera (República Checa, 1929)

 

Solange Ramírez y Oscar Dudamel se conocieron en los salones de la música. Ella se hizo profesora del canto, amaba la música en todas sus dimensiones. Es una hermosa mujer de tez blanca, oriunda de la Costa Oriental del Lago. Él se hizo trombonista, un larense de nacimiento y de corazón, perteneciente a una respetada dinastía de músicos. Las armonías con sus meandros, el amor con sus misterios y un niño prodigio fruto de su unión, fueron los puntos de enlace de esta pareja. Al niño lo bautizaron Gustavo Adolfo, como el gran poeta español.

Cuenta Solange que una mañana el niño jugaba en su habitación con un teclado, un pianito de juguete que le habían obsequiado, emitía notas en dos escalas. Ella en medio de su rutina como ama de casa, escuchó que salía una melodía bien articulada de ese precario instrumento de teclas, y subió entre el asombro y la curiosidad para ver qué pasaba. Al llegar confirmó que su hijo de cuatro años de edad, era quien lo tocaba, con una solvencia y talento innato, admirable. Allí comenzó el exitoso sendero por el arte de los sonidos para el niño prodigio Gustavito. Primero estudió violín en el conservatorio Jacinto Lara, luego entró al Sistema de Orquestas Juveniles creado por el maestro José Antonio Abreu. En paralelo estudió en el colegio católico San Pedro, donde disfrutaba por igual de los deportes y la música. Pero la música desde entonces fue su compañera infaltable, y él fue su amante fiel.

Gustavo Adolfo Dudamel Ramírez lleva sangre larense y zuliana en sus venas, sorprendió a sus compañeros de la orquesta de cámara en los años 90, cuando ante la ausencia del director, tomó la batuta y subió al podio, marcó y arrancó la pequeña orquesta, la dirigió con acierto, con inusual maestría. Fue una tarde de epifanía para la música de Venezuela y del mundo.

Su signo es acuario, el aguador que marca su vida, lo hace creativo, inteligente, con dotes especiales para descifrar las corcheas y negras de las partituras y con ellas transmitir sentimientos. Es un innovador, un visionario.

Gustavo avanzó por la senda musical hasta que conoció al maestro José Antonio Abreu, un trujillano ejecutante del órgano, además economista, un hombre de proyectos grandes, residenciado en Barquisimeto. Él visualizó que “La música es una herramienta para el cambio social” y creó El Sistema de Orquesta y Coros Juveniles en 1975; hecho que ha potenciado a Venezuela como una de las mayores canteras de músicos en el mundo. El Sistema de Orquestas ha sido premiado en los cinco continentes por su sentido democrático, inclusivo y novedoso de darle a los muchachos de nuestras barriadas más humildes, un mundo de arte y cultura que los transforma, los hace mejores ciudadanos, más sensibles, y a la postre: resultan excelentes profesionales de primer mundo.

Gustavo profundizó sus estudios de dirección musical, primero con Rodolfo Sanglimbeni en 1995, después con el propio maestro José Antonio Abreu.

Lo que comenzó como un juego, cuando ordenaba los soldaditos de juguete a su alrededor, y con su batuta dirigía, mientras escuchaba alguna sinfonía importante moviendo sus brazos; se transformó en su principal motivación profesional y de vida. Ganó el premio Gustav Mahler celebrado en Alemania en 2004, como director juvenil de orquesta. Por ello lo firmaron como director exclusivo para el legendario sello musical Deutsche Grammophon, fundado en 1898 en Berlín.

En 2007 fue recibido por la ciudad de Los Ángeles con vítores, con pantallas led en los semáforos que mostraban su rostro, su profusa cabellera, cuando fue contratado como director de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, California, fundada en 1919. LAPO, como le llaman, fue dirigida por Zubin Mehta, el genial músico hindú-británico; posteriormente, por el destacado pianista y director alemán André Previn.

“Duda” lo llaman en EEUU, donde fue declarado por la Revista Time una de las 100 personalidades más influyentes del mundo. Ha realizado giras como director por las capitales de mayor tradición musical de Europa. Y a pesar de toda esta avalancha de éxitos, no ha dejado la dirección de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, el buque insignia del Sistema de Orquestas Juveniles de Venezuela. Como batuta de esta OSSB ha recorrido buena parte del mundo, mostrando orgulloso su chandal tricolor con el amarillo, azul y rojo de la bandera de Miranda, la que nos identifica como nación.

Gustavo Dudamel conoció en Caracas a una bella bailarina de ballet clásico, periodista y actriz en ciernes, llamada Eloisa Maturén, mujer de dotes naturales para el arte, nacida en el valle de Caracas el 4 de febrero de 1980. Ella perteneció al cuerpo de baile del Teatro Teresa Carreño. Luego de un romance feliz, apasionado y muy celebrado por sus amigos, ella aceptó casarse con Dudamel; el 21 de diciembre contrajeron nupcias en la capilla María Trono de Sabiduría de la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas. Tuvieron un hijo en 2008, lo llamaron Martín (Dudamel Maturén). Sus rostros aparecieron en muchas portadas, en varios canales de televisión, ellos son una pareja perteneciente al más elevado movimiento del arte venezolano. En 2015 anunciaron su separación, su ruptura irreconciliable. Ella ahora busca abrirse camino como empresaria cultural y actriz, luego de participar en el filme “Liz en septiembre” de Fina Torres, estrenado en 2014: una trama de lesbianas despechadas, liderada por Patricia Velásquez, rodado en las paradisíacas costas del parque Morrocoy.

Gustavo sigue con su agenda colmada de presentaciones por el mundo entero, con un éxito ascendente. Para muchos, él es la primera figura de la música clásica en el mundo. Recién fue anunciado que tendría una estrella en el Paseo de la Fama en Hollywood Boulevard de Los Ángeles. Este hecho pareciera banal, farandulero, pero encierra una consagración para la figura artística del larense. Allí estará al lado de artistas como Xavier Cugat, Israel Cachao López, Ceclia Cruz, Plácido Domingo, Santana, Tito Puente, todos amados por los pueblos latinoamericanos. Es un indicador de cuán trascendente ha sido Dudamel en este hipercompetido mundo de las orquestas. Allí estará su estrella de cinco puntas, con su nombre en bronce.

Él ha sido calificado como “El director que rejuveneció la música clásica”, como “El músico que hizo que los espectadores regresaran a los teatros a escuchar a los grandes clásicos”. Nacido el 26 de enero de 1981, Gustavo Adolfo se proyecta como el Hebert Van Karaján latino, el Zubín Mehta del Caribe; pero a diferencia de sus predecesores, capta la atención de los jóvenes del mundo y los mete en las notas de Beethoven, Mozart, Mahler o Antonín Dvořák. Él logra sacarlos a ratos de la rítmica hipnótica del reguetón y el rap simplón.

Quizá la faceta que más admiro del célebre director venezolano, es su valoración de la música popular, pues ha aceptado dirigir a músicos como:

  • Oscar D' León, quien celebró su cumpleaños el 13 de julio de 2012 en la sede del Sistema, cantando con “La sangre nueva de Venezuela” sus temas emblemáticos.

  • Rubén Blades, con quien realizó la puesta en escena de su ópera-salsa “Maestra vida” en un concierto multitudinario en la base aérea La Carlota, el 22 julio de 2012.

  • Guaco, prepara un álbum antológico con sus clásicos arreglados por Dudamel. Esa producción saldrá a los mercados americano y europeo en 2017 con temas como “Aguas de cristal”.

Ejecuta las obras del folclor latinoamericano, con la misma valoración que las grandes obras universales, así Gustavo Dudamel da testimonio de su generoso concepto de la música, de su identidad como hijo de Venezuela y América. Eso habla de la grandeza de su espíritu y de su genialidad. Compuso la música para el filme “El Libertador” en 2013, cinta del cineasta Alberto Arvelo; esa banda sonora ha recibido los mejores elogios, titulada ¿Quién puede detener la lluvia?

Algunas personalidades han dirigido fuertes críticas a Gustavo por su decidido apoyo a la obra del maestro Abreu, la que ha contado con el respaldo del Gobierno Bolivariano. La pianista Gabriela Montero, entre otros, lo ha acusado de “guardar silencio cómplice con la situación política de Venezuela”. Dudamel ha respondido en un artículo de opinión en un diario de Los Ángeles, replicado en el mundo entero:

“Permítanme dar un poco de perspectiva. Soy el producto de El Sistema, el programa de educación musical, financiado por el gobierno venezolano e iniciado en 1975 por mi mentor, José Antonio Abreu. Proporciona la formación de música clásica gratuita para los niños de Venezuela, mientras promueve la dignidad humana, las oportunidades y el desarrollo. Es importante señalar que todos los gobiernos de Venezuela, desde 1975 han apoyado a El Sistema, y que el actual gobierno ha incrementado el alcance del programa en los últimos tres años. Ahora, más de 700.000 niños al año son parte de El Sistema, frente a los 500.000 del pasado reciente.” Y luego dejó en claro su posición: “No soy ni político ni activista. Aunque estoy consciente de que incluso algo tan benigno como conducir una orquesta puede tener profundas ramificaciones políticas, no voy a tomar públicamente una posición política ni me alinearé con un punto de vista o un partido en Venezuela o en los Estados Unidos”.

Estamos ante un genio de la música, reconocido en todo el mundo, avalado por el maestro Claudio Abbado, el milanés que fue considerado el mejor director del planeta (Italia, 1933-2014) admirado por el maestro argentino-israelí Daniel Baremboim, quien celebró sus 60 años en los escenarios con un concierto junto a la OSSB dirigido por Dudamel. En ese concierto Barenboim tocó el piano, al final del concierto dijo:

La música vive cuando suena. La partitura impresa no es la música.

La música es, cuando uno empieza a tocar.”

El actor Gael García Bernal tomó como símbolo a Gustavo para crear su personaje de director de orquesta en la serie “Mozart in the Jungle”, estrenada en 2014. El talentoso histrión mexicano recreó su gestualidad al dirigir, casi como un símbolo de la música universal.

El 26 de enero de 2010 conocí a Gustavo Dudamel, en ocasión del “Concierto en solidaridad con Haití” después del terrible terremoto que arrasó la isla el 12 de enero de ese año. Ese concierto se realizó en el Estadio Luis Aparicio y tuve el honor de presentarlo junto a Andreína Socorro. Cerca de 20.000 personas colmaron el parque de beisbol para ver a la OSSB bajo la batuta de Gustavo, quien estaba celebrando su cumpleaños 29. Todos los asistentes correaron el cumpleaños, aplaudieron la ejecución de los jóvenes músicos, quedaron fascinados con el evento. En esa oportunidad vi en Dudamel a un ser dotado de un carisma y una inteligencia superior, un artista con liderazgo natural, un escogido de Dios.

Sin duda, Gustavo Dudamel seguirá por muchos años con la batuta en ristre, haciendo la música inmortal, llenando de notas a este planeta contaminado de ruidos y estruendos. Seguirá abriéndose paso triunfal entre los desafinados y los mezquinos que lo critican y reprochan, y que jamás tendrán su estatura artística. Él será un símbolo de la Venezuela musical, y por tanto, será intocable; como lo aprendimos del maestro checo Milan Kundera.



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León Magno Montiel

Premio Nacional de Periodismo 2004.
www.saborgaitero.com
Director de SUITE 89.1 FM
www.suite891.com

 leonmagnom@gmail.com

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