Nada peor que la vanidad en un hombre público, pues cuando esta le alborota la cabeza el individuo termina enfermo de megalomanía furibunda. Por los vientos que soplan, todo parece indicar que Barack Obama no querrá abandonar la Casa Blanca, no sin antes desmontar los gobiernos progresistas que sobreviven en la región. Para nadie es un secreto que esas corporaciones del mundo occidental están ávidas de petróleo, gas, cobre, aluminio y otros recursos que les permitan a su averiadas economías sacar la pata del barro en medio de esta crisis terminal del capitalismo. Y como se dice que a buen entendedor pocas palabras son suficientes, bastaría con solo preguntarse: ¿Que ocultan debajo de la manga los enemigos históricos del proceso bolivariano? ¿Serán ficciones las frecuentes reuniones del Pentágono con gobernantes cómplices como Colombia, Brasil, Argentina y Paraguay? ¿Acaso no hay razones para que la malicia nos lleve a pensar que algo gordo planean los apátridas el 1° de septiembre?
Aunque ciertamente no existen condiciones objetivas que faciliten la reedición mecánica del fatídico 11 de abril del 2002, sin embargo los antecedentes nos aconsejan que no deberíamos confiarnos mucho de las apariencias, pues nunca se sabe con que numerito saldrá la fiera herida a última hora. Y porque conocemos el pájaro por la cagada, esta vez, debemos suponer que los órganos de seguridad del Estado ya habrán capturado a los cabecillas del develado complot, con lo cual le evitarían al país que la sangre llegue al rio. Que después las corporaciones mediáticas y las ONG tarifadas hablen pendejadas hasta la saciedad, eso nos importa un carajo cuando está en juego la soberanía nacional.
Desde ya vaticinamos que ese día la rabiosa oposición quedara muy mal parada ante la opinión internacional, pues sin apoyo en la calle ni en los cuarteles, cualquier intento de subversión estará condenado al más rotundo fracaso. Por ello, es vox populi que a partir del 1° de septiembre la historia solo podrá reseñar que hubo una vez que un grupito de traidores que quisieron asaltar el poder para regalar nuestra soberanía a las potencias extranjeras.