¡Madre querida!

Como todos los años participé de la mágica evocación a la Virgen del Valle, Patrona de Oriente. Esta vez me pareció más necesario que nunca rogar ayuda para el pueblo en general, para que todos juntos podamos superar los problemas que nos embargan.

Creo, como tantos, que estamos protegidos y bendecidos por el manto de la Virgen del Valle que hace que las inclemencias de los huracanes apenas nos rocen, sin mayores consecuencias. Hay miles de testimonios, acciones milagrosas de todo tipo y por eso cada año vemos a centenares de personas agradeciéndole que les haya cumplido con su petición.

Hoy quería rescatar otros aspectos que van más allá de lo litúrgico, que ocupan otros espacios. Quería hablar del fenómeno social conmovedor y positivo que significan estas grandes movilizaciones de fe, que realmente dinamizan a las comunidades, tal montañas.

Nueva Esparta es muy creyente y junto con la Virgencita hay referentes muy grandes como el Cristo del Buen Viaje y el Cristo de La Galera. En los tres casos hay un elemento común: los pescadores. Ese dato humano es sumamente valioso, porque nos dice que es el pueblo el que rescata estos valores puros, por encima de las estructuras formales de la Iglesia.

Esos pescadores, a los que conozco desde niño y quiero como familia, que cada madrugada se hacen al mar en su faena de imprevisibles resultados, cuando parten, cual pacto de vida, se encomiendan a la Virgen y al Cristo, y tal vez no van a misa el domingo. Es que su relación es sin intermediarios. Es fe pura. Es una asociación mágica y divina en directo, que emana de sus almas dignas, que casi siempre lleva a buen fin.

¡Madre querida, no nos olvides! Amén.



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Dante Rivas


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